Inmigración
La tierra prometida es el infierno
El buen tiempo multiplica esta travesía letal en la que no existe el miedo cuando se escapa de la miseria o la tiranía.
Quieren una vida mejor, dejar atrás la miseria de la que son víctimas en sus países. Las mafias les prometen el paraíso, una tierra prometida en la que serán felices, con trabajo y comodidades de las que allí no pueden gozar. Pero lo que no les cuentan es que seguramente acaben siendo sus propias víctimas a cambio de un pasaporte hacia la muerte al precio de unos 1.500 dólares. Este domingo, de los 950 inmigrantes que, según un superviviente, viajaban hacinados en la embarcación sólo han sido rescatados con vida 28 y se han recuperado 24 cadáveres. El mar Mediterráneo se ha convertido ya en el mayor cementerio de inmigrantes de toda Europa.
Este fenómeno ha demostrado que el perfil del inmigrante ha cambiado. Ahora son familias al completo las que se embarcan en esta aventura. Niños y jóvenes acompañan a los adultos que, obligados por los conflictos, las guerras y la mala situación económica, huyen de sus países. La mayoría procede del África subsahariana, Eritrea, Somalia y Siria, y suelen hacer escala en las llamadas «casas de conexión» en Libia, donde esperan durante meses mientras sufren abusos sistemáticos, según la Organización Internacional para la Migración.
La agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, Acnur, señala que durante 2014 murieron 3.419 inmigrantes que intentaban cruzar el Mediterráneo a bordo de embarcaciones con escasas condiciones técnicas. La mayoría, saturadas de personas que no consiguieron alcanzar su sueño. Con los fallecidos de este domingo, ya son más de 1.500 los muertos en el mar desde principios de este año.
Las mafias torturan y amenazan a los inmigrantes, sometiéndoles a un trato vejatorio. Muchos de ellos pasan semanas e incluso meses recorriendo los desiertos sin apenas alimentos y en Libia son hechos presos de los traficantes que les torturan hasta que consiguen su objetivo: que les paguen lo máximo posible y enviarles a Europa. En 2013, Abde, uno de los inmigrantes que logró sobrevivir a una travesía similar a la de este domingo, contó los peligros a los que se tienen que enfrentar. «Era jueves cuando salimos de Libia» y «nos llevaron a una playa y allí esperamos hasta que se hizo de noche», contó a la BBC. «Nos habían dicho que la nave era fuerte, pero cuando la vimos descubrimos que era pequeña y de madera, pero ya era muy tarde y no teníamos a dónde volver». Los problemas no habían hecho más que empezar. El barco recibió disparos apenas salió de la costa. «Los disparos provenían de los guardas costeros libios, aunque otros testigos culpan a las milicias libias o a los traficantes», dijo en aquella ocasión. «Cuando llegamos a aguas internacionales, se acercaron a nosotros y lanzaron disparos al aire. Nosotros seguimos avanzando», explicó.
Luego «dispararon a dos de los capitanes» e incluso a «algunas de las mujeres que viajaban». «Lo último que hicieron –añadió– fue dispararle a la sala de máquinas que está en el fondo del bote y así fue como el agua empezó a entrar dentro de la nave». Poco a poco el barco se fue hacia la derecha y zozobró». Del mismo modo, relató cómo «la gente se puso chalecos salvavidas y esperaba a que los vinieran a rescatar. Después de estar en el agua, las olas empezaron a separar a la gente. Pude ver a todos nadando por media hora o más hasta que conseguían juntarse. Estuvimos allí una hora u hora y media». En su caso, Malta e Italia lanzaron una operación de rescate conjunta con la que lograron salvar a 120 personas.
Hace apenas cuatro días, otros 70 inmigrantes que viajaban en una lancha neumática fueron rescatados por las autoridades italianas. Entre ellas, una persona muerta y varias heridas. ¿Qué infierno vivieron para llegar en estas condiciones a Europa? En Libia, los grupos organizados criminales siguieron un plan diabólico: les encerraron en barracones a la espera de dar inicio a su viaje. El grupo sufrió un incendio en uno de ellos al explosionar una bombona de gas, pero a pesar de las graves quemaduras, decidieron continuar con su viaje sin recibir ayuda de los mafiosos.
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