Autoridad Nacional Palestina
Las intenciones de Palestina
A los israelíes nos preguntan a menudo por la razón de que Israel se oponga a reconocer un Estado palestino. Desvinculaos de los palestinos igual que hicieron los franceses de Argelia, nos dicen, y los dos estados convivirán en paz mutuamente igual que se concibió de manera originaria en la Resolución de Partición de 1947. En respuesta a estas cuestiones, los israelíes hacemos dos preguntas, que se responden mutuamente: 1) ¿Por qué han esperado 65 años los palestinos a crear un estado independiente? 2) Y ¿en qué parte de la lucha argelina por la independencia los argelinos anunciaron ocupar y destruir Francia? Durante más de 60 años, los líderes de la población árabe del Mandato de Palestina han rechazado hasta la insinuación de proclamar un estado independiente junto a Israel según lo concebido en la Resolución de Partición de la Asamblea General de 1947. En lugar de eso, los líderes árabes palestinos hablan de destruir al estado judío e invitan a los estados árabes vecinos a unirse a ellos. Mucho antes de que Israel tuviera el control del territorio restante del Mandato nacía la OLP, en 1964, organización terrorista con el objetivo expreso de borrar del mapa a Israel. Hamas, por supuesto, anuncia su objetivo.
Por tanto, la pregunta clave que se plantea ahora es: ¿qué mueve a Mahmud Abas, el responsable de la Autoridad Palestina, a dar el paso del que los palestinos llevan seis décadas renegando? ¿Por qué presiona ahora por hacerse con el estatus de estado observador en la Asamblea General? Abas, claramente, ha cambiado de marcha y ha adoptado una estrategia distinta a la de Hamas, pero con el mismo objetivo. La vía diplomática, en su caso, es simplemente una guerra con un nombre diferente. Es una estrategia en dos pasos: el primer objetivo de la guerra diplomática es la presencia de Israel en los territorios bajo control israelí en 1967 y cuya posición y fronteras finales están todavía por determinarse jurídicamente. En contra de ciertos supuestos populares propagandísticos, la Resolución 242 del Consejo de Seguridad, y los Acuerdos de Oslo, dejan la cuestión para el futuro, y los asentamientos israelíes se fundamentan en motivos jurídicos, históricos y estratégicos sólidos. La guerra jurídica, que implica el secuestro de los mecanismos internacionales de derechos humanos, puede seguir adelante, siendo Israel el objetivo de crímenes de guerra y contundentes abusos de los derechos humanos. Los intentos de boicot y sanciones procederían entonces a multiplicarse exponencialmente. El objetivo es galvanizar a cuantas instituciones internacionales se pueda para aplastar a Israel por ser una entidad ilegal. El objetivo de Abas no es pues claramente crear un Estado palestino que viva junto a Israel en paz, sino reemplazar a Israel. La naturaleza de sus intenciones queda expresada en varias afirmaciones: Abas se niega a reconocer a Israel como patria del pueblo judío; en su artículo de «The New York Times» el año pasado, explica abiertamente que sus aspiraciones al ingreso en la ONU están relacionadas con la guerra jurídica; no se desvincula en ningún momento del «derecho de retorno» de los refugiados palestinos; y tanto Abas como la Autoridad Palestina que encabeza glorifican regularmente a los terroristas. En resumen, la actual apuesta de los palestinos por la Asamblea General como estado observador forma parte del proceso de provocar la desaparición de Israel y su reemplazo con otro Estado palestino que se extienda desde la costa al río Jordán. Esta maniobra vulnera de forma patente tanto el derecho internacional como los estatutos de la ONU. Según el Artículo 2(1) de los Estatutos de la ONU: «La organización se fundamenta en el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros». Según el Artículo 2(4), todos los miembros de la ONU prometen abstenerse de amenazar o hacer uso de la fuerza «contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier otro Estado miembro». El plan para reemplazar a Israel con un Estado palestino vulnera claramente los Estatutos. Todos los estados que apoyan las aspiraciones palestinas en la Asamblea General antes de alcanzarse un acuerdo de paz entre las partes vulneran los principios de los Estatutos de la ONU y, voluntariamente o no, están apoyando en la práctica la intención genocida de la erradicación de un estado miembro.
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