Terrorismo yihadista
Los yihadistas preparan sus “pasaportes” que usarán una vez lograda la “victoria”
El “aparato mediático” de Daesh muestra una actividad creciente.
El “cibercalifato” se esfuerza a diario por transmitir a diario, además de las “hazañas” de los “moujahidines”, y ahora tratan de hacer “Pasaportes” de Daesh para recorrer el mundo.
“Pasaportes” de Daesh para recorrer el mundo. La guerra psicológica, la “batalla” mediática, combinada con la acción terrorista, cuyos efectos no llegan a la opinión pública occidental, son las prioridades de la banda en estos momentos, para mantener viva la vigencia del Estado Islámico.
El “cibercalifato” se esfuerza a diario por transmitir a diario, además de las “hazañas” de los “moujahidines”, la imagen de una estructura perfectamente organizada, absolutamente sumisa a Abu Bark Baghdadi, al que se trata como una especie de divinidad en la tierra. Su último mensaje ha recibido miles de adhesiones, algunas de ellas simples papeles escritos . Se trata de aparentar que son muchos y unidos.
Simultáneamente, intentan transmitir que vuelven a ser (si alguna vez lo fueron) una fuerza militar organizada. Esta semana han difundido profusamente imágenes de los “combatientes” de su “wilaya” en Somalia, como se reproduce en esta web, en los que se les en vé haciendo la “instrucción”, perfectamente ataviados; ejercicios gimnásticos y de tiro no faltan en las fotografías publicadas.
También incluyen, de cara al futuro (ya que dan por sentado que terminarán sometiendo a todos los “infieles) imágenes de un “pasaporte” del Daesh, con el que se supone que sus militantes se podrían mover por toda la tierra.
Tras el mensaje de Baghdadi, han aparecido en las redes sociales carteles en los que se anima a los actores (lobos) solitarios a que ataquen en las principales ciudades europeas, como París, y sobre todo a los cristianos y sus templos.
Todo esto configura un panorama que, según los expertos, no se debe despreciar y restar importancia. Todo lo contrario. Aunque en el mundo occidental no tenga mucha incidencia, entre miles de musulmanes, en especial los más jóvenes y menos formados, produce un efecto demoledor, ya que interiorizan que el futuro pasa por la “guerra santa” contra los “infieles” y que el “califa”, cuyo papel en la guerra de Siria e Iraq es cuestionado por muchos de los suyos (que callan por miedo al recordar lo que les ocurrió a los disidentes, eliminados de manera fulminante), es el líder espiritual a seguir.
Los yihadistas, guiados por Baghdadi, han aprendido de la derrota y ahora no tienen prisa. Van paso a paso; extienden las zonas en las que cometen atentados y, lo que es especialmente peligroso, potencian su “aparato mediático” sin que, al menos por el momento, se haya articulado una estrategia para contrarrestarlo. En este asunto, tienen que un importante papel a desarrollar los musulmanes que se oponen al terrorismo para potenciar, desde sus medios de comunicación, mezquitas, centros islámicos y educativos, mensajes en los que queda clara la maldad de Daesh que, diga lo que diga el “califa”, va contra la ley de Dios.
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