Reino Unido
No hay “plan B”: May quiere renegociar y rechaza un segundo referéndum
Los Comunes reciben con frialdad el intento de la primera ministra de abrir las conversaciones con los 27 para el Brexit.
Los Comunes reciben con frialdad el intento de la primera ministra de abrir las conversaciones con los 27 para el Brexit.
El «plan B» de Theresa May resultó ser una vuelta al «plan A». La «premier» debía presentar ayer a la Cámara de los Comunes una alternativa al acuerdo de retirada que pactó con Bruselas, después de que la semana pasada sus señorías lo rechazaran por una abrumadora mayoría de 230 votos. Aquello supuso la peor derrota de la historia de Reino Unido y llevó a la celebración de una moción de censura contra el Gobierno, donde May consiguió sobrevivir por solo 19 votos.
Había grandes expectativas, tanto en Londres como al otro lado del Canal de la Mancha para ver la nueva propuesta de la líder «tory» ante el Brexit. Pero, en lugar de medidas específicas, no se salió de sus «líneas rojas» y, una vez más, prometió intentar renegociar el polémico «backstop». La salvaguarda para evitar una frontera dura en Irlanda siempre ha sido el punto de discordia. El acuerdo de retirada plantea dejar temporalmente a todo Reino Unido dentro de la unión aduanera y a Irlanda del Norte alineada además con el mercado común –solo para bienes– hasta que se logre cerrar un pacto comercial.
Sin embargo, los norirlandeses del DUP –de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría de May–nunca van a aceptar un pacto que deje a la provincia británica con un estatus distinto al del resto del país. Y, por su parte, los «tories» euroescépticos tampoco aprobarán una medida que, a su juicio, les deja «sine die sometidos a la normativa europea».
«En las próximas semanas seguiré hablando con mis colegas, incluido el DUP, para considerar cómo podemos cumplir con nuestras obligaciones con la gente de Irlanda del Norte e Irlanda de una forma que podamos obtener el mayor apoyo posible en el Parlamento», explicó May. «Después llevaré las conclusiones de ese diálogo de vuelta a la Unión Europea», añadió. En cualquier caso, la líder negó estar planteándose reabrir el Acuerdo de Viernes Santo que puso fin al conflicto del Ulster, tal y como afirmaban algunos diarios.
Nueva prueba el 29 de enero
Los nuevo planes de May serán puestos a prueba el 29 de enero. Aunque, antes de la moción del Ejecutivo, se debatirán unas enmiendas presentadas por diferentes grupos multipartidistas que buscan evitar a toda costa el escenario caótico de una salida sin pacto. Concretamente, la laborista Yvette Cooper, que cuenta con el apoyo de varios «tories» rebeldes europeístas, quiere retrasar la fecha de la salida del bloque si el Ejecutivo no logra la ratificación de ningún acuerdo antes del 26 de febrero.
Por su parte, el ex fiscal general del Estado Dominic Grieve aspira a alterar el procedimiento parlamentario para posibilitar que diputados ajenos al Gobierno marquen la agenda de la Cámara Baja, lo que allanaría el camino a que se votaran planes alternativos a los de May, entre ellos, un segundo referéndum. Será el presidente de los Comunes, John Bercow, el «Mr. Speaker», quien decidirá qué cláusulas se someten finalmente a votación. Y, en última instancia, otorgar a sus señorías el control del divorcio no es tarea fácil, ya que cualquier plan que involucre alteraciones del Presupuesto debe ser aprobado por el Ejecutivo.
Durante su intervención, May volvió a cerrar la puerta a un nuevo plebiscito al considerar que dañaría la «cohesión social». «Tengo miedo de que un segundo referéndum sentaría un difícil precedente, que podría tener implicaciones significativas sobre cómo manejamos las consultas en este país», sostuvo.
Asimismo, May rechazó una vez más la solicitud de prorrogar el artículo 50. En este sentido, argumentó que Bruselas no aceptará una ampliación de plazos si no hay perspectivas de que Westminster pueda aprobar un acuerdo. Pero lo cierto es que su estrategia siempre ha sido la de jugar contra el reloj para intentar conseguir más concesiones tanto de los propios diputados británicos como de la UE.
Si no se toma ninguna medida, Reino Unido deberá abandonar el bloque el próximo 29 de marzo. Aunque se antoja complejo un divorcio caótico, ya que la mayoría de la Cámara de los Comunes está en contra de salir del «club» sin algún tipo de pacto.
Durante el intenso debate, el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, exigió a May que levante sus «líneas rojas» para tratar de llegar a una posición de consenso en el Parlamento. El líder laborista manifestó que May se encuentra en un «estado de negación» y parece no haberse dado cuenta «de la escala del rechazo a su tratado» que existe en los Comunes.
Aunque la «premier» ha mantenido en los últimos días diferentes reuniones con los responsables de partidos de la oposición para intentar desbloquear la peor crisis institucional del país desde el final de la II Guerra Mundial, Corbyn se niega a entablar cualquier tipo de diálogo hasta que May no descarte formalmente la opción de un divorcio sin pacto.
La jefa de Gobierno lamentó que el laborista aún no se haya entrevistado con ella, a lo que Corbyn respondió que todos los que habían acudido a Downing Street salieron con la misma respuesta: «No hay flexibilidad» por parte del Gobierno para cambiar el rumbo del Brexit.
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