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Obama: «Los tiempos cambian, nosotros también»

Obama reinterpreta los cimientos de la nación norteamericana en su investidura. Pone el cambio climático y los derechos de los gays en el centro de su agenda política. Inicia un mandato sin la presión de las urnas y dispuesto a la batalla con el adversario. El presidente norteamericano pretende satisfacer al sector más duro de su partido

Barack Obama ura su cargo ante dos Biblias (uno usado hace 150 años por Abraham Lincoln y otro propiedad del activista afroamericano Martin Luther King Jr) junto a su mujer Michelle Obama y sus hijas Malia y Sasha
Barack Obama ura su cargo ante dos Biblias (uno usado hace 150 años por Abraham Lincoln y otro propiedad del activista afroamericano Martin Luther King Jr) junto a su mujer Michelle Obama y sus hijas Malia y Sashalarazon

El 44º presidente norteamericano, Barack Obama, optó por un discurso corto, de 18 minutos y 2.114 palabras para su segunda ceremonia de investidura. Más que una intervención tradicional de toma de posesión, dio la sensación de que Obama se había preparado el discurso del Estado de la Unión ante el Congreso, programado para el próximo 12 de febrero.

El presidente presentó su visión del segundo mandato y realizó una encendida defensa de sus políticas más ideológicas como el cambio climático, la ley migratoria, la reforma sanitaria, el matrimonio homosexual, la subida de impuestos a las rentas más altas, el control de las armas, o la igualdad de género. «Una década de guerra ahora acaba. Ha empezado la recuperación económica. Las posibilidades de EE UU son ilimitadas. Tenemos todas las cualidades que requiere este mundo sin fronteras, una capacidad sin final de arriesgarnos y el regalo de saber reinventarnos», resaltó desde las escalinatas del Capitolio. «Estamos hechos para este momento. Damos la talla. Hasta ahora damos la talla juntos», señaló Obama en un discurso en el que se echaron de menos más menciones directas a la guerra de Afganistán y a la política exterior, capaz de hacer cambiar de forma radical la agenda nacional de Estados Unidos.

«No podemos confundir absolutismo con principios o sustituir el espectáculo por la política. Tenemos que actuar, sabiendo que nuestro trabajo será imperfecto», reconoció el propio Obama en clara referencia a la falta de diálogo que ha habido en el Congreso entre republicanos y demócratas durante los primeros cuatro años de su presidencia. El presidente es consciente de que en la puesta en marcha de su agenda más partidaria se topará de frente con los conservadores. «Nosotros, el pueblo, declaramos hoy que la mayor de la más evidente de las verdades, que todos somos iguales, es la estrella que todavía nos guía. Así como llevó a aquellos hombres y mujeres que dejaron sus grandes huellas en este lugar», recordó en referencia a los personajes que han marcado la historia del país.

Fue un discurso contundente pero sin el dramatismo de 2009. Entonces, advirtió de que el país estaba intentando pasar el invierno, en referencia al derrumbamiento de Lehman Brother's tres meses antes. El temor a un colapso financiero le ha acompañado durante su primera legislatura. Obama, además, empleó un tono más agresivo con el que dejaba claro que no tiene que presentarse a otras elecciones. Sus palabras sobre el cambio climático y los derechos de la comunidad gay iban destinadas al ala más progresista del Partido Demócrata, uno de los primeros segmentos que quedaron decepcionados por sus políticas.

«Responderemos a la amenaza del cambio climático sabiendo que el no hacerlo traicionaría a nuestros hijos y a las futuras generaciones. Todavía algunos niegan la ciencia, pero nadie puede evitar el devastador impacto de los incendios y las grandes tormentas», recordó Obama. Ante bastante menos público que hace cuatro años, el presidente afroamericano utilizó para su juramento la Biblia del ex presidente Lincoln y la del activista de derechos civiles Martin Luther King Junior. En el juramentado ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, en esta ocasión no hubo errores. Dentro de la tradición, Obama firmó algunas nominaciones de su gabinete. En la rúbrica le acompañaron los senadores demócratas Charles E. Schumer, de Nueva York, presidente del comité de la ceremonia de inauguración, el senador de Nevada Harry Reid, y los conservadores John Boehner, de Ohio, portavoz de la Cámara de Representantes, y Eric Cantor, de Virginia, encargado de convencer a los de su partido de que voten en el Congreso a favor de los intereses de su agrupación. Obama no perdió la oportunidad de bromear con Boehner y Cantor en un paréntesis antes de la batalla ideológica. Después se ofreció el almuerzo en el Capitolio, con 120 asistentes, de langosta de Nueva Inglaterra y búfalo, regado con vinos de Nueva York. Acto seguido, comenzó el desfile hacia la Casa Blanca. El presidente y la primera dama se bajaron dos veces del vehículo blindado para saludar a los espectadores que los ovacionaban.

Arlington

La jornada de ayer comenzó de forma solemne y tranquila para el presidente Barack Obama, que visitó a primera hora de la mañana la tumba al soldado desconocido en el cementerio de Arlington. Hasta allí le acompañó el vicepresidente Joe Biden para dejar una corona de flores, adornada con un lazo azul, blanco y rojo, los colores de la bandera de Estados Unidos. Biden llegó al campo santo después de que la jueza hispana Sonia Sotomayor le juramentase en su casa de Delaware. Más tarde, el presidente fue a misa con su familia a la Iglesia Metodista Africana Metropolitana, una de las más históricas del país. Ayer tuvo lugar un servicio especial en recuerdo de Martin Luther King, activista de los derechos civiles en EE UU, que celebra hoy, día de su cumpleaños, su festividad. Durante el sermón de ayer, el reverendo Ronald E. Braxton utilizó el lema «Hacia adelante» de la campaña de Barack Obama de 2012 para recordar la historia de Moisés.

«[Ir] hacia adelante es la única opción. Soy testigo de que el Dios de Moisés, con un poder milagroso, todavía se mueve en nombre de la humanidad. [Ir] hacia adelante era la única opción», repitió Braxton en la iglesia ayer. Justo después de que la familia Obama entrase en el mismo templo, el coro le cantó «Cumpleaños Feliz» a la primera dama Michelle Obama, que el jueves cumplió 49 años. Después de la misa, el presidente regresó a la Casa Blanca. En la Sala Azul, estancia oficial para las recepciones, rodeado de su familia, juró su cargo en una ceremonia que empezó justo cinco minutos antes del mediodía, que es cuando, según marca la Constitución, termina su primer mandato. Juramentado por el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, Obama utilizó la Biblia de la familia de su esposa Michelle, la cual fue la encargada de sujetar este mismo libro sagrado durante la ceremonia. Mientras, sus hijas Sasha y Malia se colocaron entre el juez Roberts y su madre. Esta Biblia fue un regalo del padre de la primera Dama, Fraser Robinson III, a su madre LaVaugh Delores Robinson, el Día de la Madre en 1958. Desde entonces, es el único libro de las sagradas escrituras que la mujer ha utilizado.

El juez Roberts protagonizó una anécdota en la primera investidura de Obama en 2009 al equivocarse en el orden de parte de las 35 palabras de dicho juramento. Entonces, se decidió repetir al día siguiente en la Casa Blanca para evitar que posibles reclamaciones de que su presidencia fuese ilegal. Esta vez, la ceremonia tuvo una duración de un minuto. Los dos hombres recitaron dicho juramento de forma cuidadosa. Los actos de ayer fueron convocados debido al calendario y a la Constitución, en la que está escrito que los presidentes comienzan sus mandatos de forma automática el 20 de enero al mediodía. Debido a que esta fecha cayó ayer en domingo, día en el que no se celebran las investiduras, se ha programado una segunda ceremonia pública hoy.

Se espera que acudan alrededor de 800.000 personas (en 2009 estuvieron presentes 1,8 millones) al acto que tendrá lugar por la mañana en el Capitolio. El presidente del Tribunal Supremo juramentará a Obama de nuevo. Hoy, día del líder de derechos civiles Martin Luther King Jr., a primera hora de la mañana el presidente acudirá con su familia a la Iglesia episcopalista de St. John's. Más tarde pondrá rumbo al Capitolio, donde será juramentado de nuevo por el presidente del Tribunal Supremo. Después el presidente de Estados Unidos pronunciará el discurso de inauguración, marcado por la lucha por los derechos humanos, en el que resaltará la importancia de buscar consenso en Washington e instar a los estadounidenses a implicarse en el proceso político. Estas palabras serán dirigidas en clara referencia al desafío con la cuestión de la ley de armas. Obama sabe que ni siquiera cuenta con el apoyo de todos los legisladores de su partido. Sobre todo, el de aquellos que representan Estados con una gran cultura de pistolas que tienen que enfrentarse a duras reelecciones.

A continuación tendrá lugar el almuerzo con el vicepresidente Biden. Más tarde participarán en el desfile y por la noche acudirán a dos bailes de gala. Una vez que las ceremonias concluyan, el presidente se meterá de lleno en las tareas de su segunda legislatura, dominada por la economía como durante los primeros cuatro años de su mandato. También, tendrá que implementar la reforma sanitaria, que tanto le costó aprobar durante su anterior legislatura, sacar adelante la iniciativa migratoria y presentar una ley más estricta de armas, que se coló en la agenda del presidente después de la tragedia de Newtown (Connecticut).

Entre sus desafíos en política exterior, destaca la retirada de los soldados estadounidenses de Afganistán en 2014, el posible relanzamiento de la solución del conflicto árabe-israelí, la cuestión nuclear iraní y escribir el último capítulo de la Primavera Árabe con un final que beneficie a los intereses de Washington.