Brasil
Por qué los brasileños están enfadados
Los manifestantes protestan por la carestía de la vida, la falta de inversión en hospitales y colegios, la corrupción y el coste del Mundial. El ministro de Exteriores, Antonio Patriota, asegura que las expectativas de la sociedad ha aumentado porque ha mejorado el nivel de vida
La rectificación de las autoridades brasileñas manteniendo el precio del billete de los transportes no ha colmado las exigencias de miles de brasileños que siguen protestando en la calle. Por eso, los analistas auguran que el enfado de los «indignados» brasileños crecerá hasta que se les ofrezcan medidas de calado. El gran salto social y económico que ha dado la democracia brasileña no ha subsanado algunos de los problemas que la ciudadanía considera claves y que finalmente han acabado por estallarle en la cara al Gobierno de Dilma Rousseff. Como dice Alfredo Arahuetes, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas e investigador asociado del Real Instituto Elcano, «la sociedad brasileña ha cambiado de expectativas, ha asumido más grados de responsabilidad, y ante cualquier chispa, muestra su descontento». Éstas son cinco claves que ayudan a entender el malestar de los brasileños:
Un Mundial caro
Los doce estadios del Mundial 2014 (seis de nueva construcción y seis remodelados) tienen un presupuesto de unos 2.400 millones de dólares, una cantidad que dobla al de los estadios del Mundial de Suráfrica. El estimado conjunto para la organización de la Copa del Mundo y las Olimpiadas de 2016 asciende a 22.000 millones de euros. El gasto por asiento en Brasil es tan alto como el de los estadios más caros del Mundial de Alemania 2006. Frente a estas cifras, hay quien piensa que el Gobierno debería haber invertido más en universidades, colegios y hospitales.
Crece la inflación
En un país con rentas familiares bajas, la inflación del 6,5% (mayo) supone un severo castigo para los más desfavorecidos. Hay analistas que temen que muchos de los 40 millones de brasileños que han salido de la pobreza en los últimos diez años pueden caer de nuevo en la miseria ante la carestía de la vida. Las autoridades del país presumen de que la tasa de paro es una de las más bajas de la historia del país, con un 5,8%. En 2009, más la mitad de la población era clase media. El ministro de Exteriores, Antonio Patriota, dijo ayer que las expectativas han aumentado porque ha mejorado el nivel de vida. Con todo, la sexta economía del mundo (el quinto país más grande del planeta) aún mantiene a un 21% de su población en la pobreza
Criminalidad, un mal endémico
La violencia ha sido tradicionalmente un mal endémico de Brasil. En los últimos años, los índices de criminalidad habían caído en ciudades como Sao Paulo, una de las más grandes del mundo. Sin embargo, recientemente ha habido un repunte en las estadísticas. Quince de las 50 ciudades más violentas del mundo son brasileñas, según la organización mexicana Seguridad, Justicia y Paz.
Impuestos altos
Los manifestantes se quejan de las precarias prestaciones sanitarias y educativas que reciben y de una creciente degradación de los servicios públicos. Dicen que pagan muchos impuestos –Brasil tiene la presión fiscal más elevado de América, con un 36% del PIB– y creen que el Gobierno ha priorizado el gasto en la organización de los fastos deportivos sobre los programas sociales. Con todo, el Gobierno destinó en 2010 el 9% de su PIB a Sanidad y el 5% a Educación, cifras similares a las de España, si bien el país latinoamericano parte desde más abajo.
Corrupción
El macroproceso judicial del «caso mensalão» –nombre del mayor escándalo de corrupción política del país que derivó en una condena a la cúpula del partido del ex presidente Lula da Silva– está aún muy reciente en la mente de los brasileños. La ira de los que protestan en la calle se dirige contra la clase política, cuyo sueldo es 28 veces más alto que el salario mínimo. La presidenta Dilma Rousseff no se libra y congresistas de la oposición la han acusado de «incompetente y arrogante». La coalición de Gobierno controla el 80% del Parlamento.
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