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Portazo de la UE a una Escocia independiente

Barroso advierte en Londres de que ve «extremadamente difícil, si no imposible» la adhesión de Edimburgo como Estado miembro y recuerda el veto de España a Kosovo

José Manuel Durao Barroso.
José Manuel Durao Barroso.larazon

Barroso advierte en Londres de que ve «extremadamente difícil, si no imposible» la adhesión de Edimburgo como Estado miembro y recuerda el veto de España a Kosovo

El plan independentista de Alex Salmond hace aguas por todas partes. El líder nacionalista siempre había basado su estrategia en dos pilares: el mantenimiento de la libra esterlina y la pertenencia a la Unión Europea. Pero en cuestión de días, uno y otro se han venido a bajo. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, afirmó ayer que la adhesión de una Escocia independiente a la comunidad de los veintiocho sería «extremadamente difícil, si no imposible». Y lo hizo con la misma rotundidad con la que el jueves pasado el ministro del Tesoro, George Osborne, advirtió de que abandonar Reino Unido suponía abandonar la moneda.

El discurso de la mano derecha de David Cameron se puede enmarcar dentro de la batalla, cada vez más intensa, que mantienen Londres y Edimburgo a escasos siete meses de que tenga lugar el histórico referéndum. Pero el mensaje de Barroso no atiende a cuestiones partidistas. Su papel principal es el de salvaguardar los tratados de la UE. Sus palabras, por tanto, tendrán un peso importante para los indecisos que son, al fin y al cabo, los que parece que tienen la última palabra en los sondeos. Las últimas encuestas revelan que la tendencia a favor de la independencia ha subido del 32 al 37 %. La campaña que apoya la unión descendió del 49 al 44%, pero sigue contando con una gran ventaja de 12 puntos.

Las advertencias de Barroso no vienen de nuevas. Desde el mismo momento en el que Alex Salmond propuso celebrar el plebiscito sobre la independencia, el presidente de la comisión europea le dijo que, para tener una silla en Bruselas, debía ponerse a la cola y solicitar desde cero su adhesión. Pero el líder nacionalista hizo oídos sordos. En 2012 prometió que tenía informes que le aseguraban que tenía derecho a seguir siendo Estado miembro en caso de secesión. Acabó luego reconociendo que esos documentos no existían y que todo era mentira. Pero lo más sorprendente es que a finales del año pasado, al presentar el Libro Blanco, se volvió a creer sus propias ensoñaciones y prometió que, en caso de independencia, serían miembros de la Unión Europea tan pronto como en 2016.

En una entrevista con la BBC, Barroso precisó que no deseaba «interferir en este debate democrático» , pero insistió en que para que se cumplieran los deseos de Salmond, Escocia debería contar con el apoyo de «todos» los socios comunitarios y recalcó la dificultad que eso requiere. Puso como ejemplo la posición española sobre Kosovo. «Vemos que España se opone incluso al reconocimiento de Kosovo. Y en cierta forma es un caso similar porque se trata de un nuevo país y creo que va a ser extremadamente difícil, si no es imposible, que todos aprueben a un nuevo miembro que procede de uno de nuestros países», indicó.

Voto de los Estados miembros

La número dos del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon, calificó de «ridícula la comparación con Kosovo» alegando que «Escocia ya es miembro de la UE y lo ha sido durante 40 años». Además, dijo que no compete a la Comisión Europea decidir sobre la posición de otros estados miembros o «los deseos democráticos de la población escocesa». «La cuestión es que ningún Estado miembro ha dicho que vetaría que Escocia siguiese perteneciendo» a la UE, manifestó. Lo cierto es que el líder nacionalista se ve claramente acorralado. Los medios británicos revelaron ayer que había escrito una carta a Cameron denunciando el «acoso» de algunos de los miembros de su Gobierno y su cambio de «tono», mucho más contundente ahora que se acerca la fecha clave.

El independentista se reunirá hoy lunes con algunos empresarios proseparatistas para vender su estrategia económica, pero cada día son más aquellos que se dan cuenta de que no cuenta con «plan B» y que ninguno de los dos pilares que siempre había defendido para cumplir su sueños, la continuidad de la libra y la pertenencia a la UE, se mantienen ya en equilibrio. La continuidad en Europa es un asunto central del debate secesionista pues el desenganche de Bruselas arrastra graves consecuencias políticas y económicas. Puede perder estatus político en el mundo y abandona el mercado comunitario.

La «semana horribilis» de Alex Salmond

Frente común contra el secesionismo

- El 13 de febrero los tres grandes partidos de Reino Unido (conservadores, laboristas y liberal demócratas) se unieron para exhibir su rechazo a pactar una unión monetaria con Escocia con la libra esterlina como moneda común, en caso de que sea aprobada su independencia en la consulta del 18 de septiembre. Fue la primera ocasión en el que los tres partidos más importantes del país unían sus voces contra el desafío secesionista de Salmond.

Reino Unido se niega a compartir la libra

- El secretario del Tesoro británico, George Osborne, viajó a Edimburgo para ratificar que «si Escocia se retira de Reino Unido, se retirará de la libra». Cerraba así la puerta a compartir la moneda con Edimburgo si finalmente se independentiza. A siete meses del referéndum secesionista, Londres ha intensificado durante estas últimas semanas su campaña por el «no». Clarificar el futuro de la libra y subrayar las consecuencias económicas que se pueden derivar de la separación es una de las claves de la estrategia de David Cameron para convencer a los indecisos.