Moscú
Putin alerta de una caída catastrófica del precio del petróleo
El presidente ruso admite en la antesala del G-20 el daño causado por las sanciones
Con el ruido de fondo del conflicto en Ucrania, donde se ha vuelto a disparar la tensión bélica, Putin se ha convertido el protagonista absoluto de la cumbre del G-20 que acoge entre hoy y mañana la ciudad australiana de Brisbane. El presidente ruso concedió en la previa una entrevista a la agencia estatal Itar Tass, en la que volvió a cargar contra las sanciones impuestas por Occidente. «Contradicen los principos del G-20. Lógicamente nos causan cierto daño, pero también son perjudiciales para la otra parte, ya que socavan todo el sistema de relaciones económicas globales. Son decisiones que se toman a nivel nacional pero también de bloques», comentó Putin.
Más que las sanciones en sí, el mayor perjuicio a la economía rusa lo está causando el desplome del precio del petróleo, que reduce significativamente los ingresos del Estado en divisa extranjera y ha obligado a una fuerte devaluación del rublo para poder afrontar los pagos internos. Putin ha tenido que salir al paso, asegurando que hay liquidez suficiente para garantizar el pago de las pensiones y el salario de los funcionarios, «incluso en el caso de un descenso catastrófico del precio de los hidrocarburos».
En la cumbre del G-20 se verá las caras con los principales líderes occidentales, que estos días denuncian al unísono la entrada en Ucrania de convoyes de blindados rusos, que Moscú sigue negando. Con algunos de esos líderes tiene previsto el mandatario ruso mantener encuentros bilaterales, entre ellos la canciller Angela Merkel y el presidente François Hollande. Con este segundo tratará a buen seguro el tema de la entrega de los dos portahelicópteros Mistral que Rusia compró a Francia y cuya entrega, prevista inicialmente para octubre, ha vuelto a ser retrasada. Moscú amenazó ayer con demandar a París si no cumple con el nuevo plazo de entrega del primero de los buques, fijado para finales de noviembre. Recordemos que este contrato, por valor de 1.200 millones de euros, fue el motivo por el que en su día París se opuso de entrada a aplicar sanciones contra Rusia, entre las que se incluye la prohibición de vender cualquier tipo de equipamiento militar. Finalmente se encontró una fórmula de consenso, añadiendo una cláusula para que las sanciones no tuviesen efecto retroactivo, es decir, que no afectasen a acuerdos previos, como el de los portahelicópteros, por los que en 2012 Rusia pagó una parte por adelantado.
París, pese a tener las manos libres, ha jugado a dos bandas en los últimos meses, asegurando por un lado que cumpliría el contrato, para calmar a la parte rusa, pero retrasando la entrega, al afirmar que «no se cumplen las condiciones necesarias», en referencia al papel de Moscú en la crisis de Ucrania. Con su reclamación de ayer, Rusia parece haber perdido, especialmente después de que esta semana tuviera que cancelar el viaje de una delegación a Francia que iba a participar en la ceremonia de entrega del primero de los buques. De momento no se ha fijado una nueva fecha para la entrega. «Nos estamos preparando para diferentes escenarios. Vamos a esperar hasta finales de mes, cuando expira el plazo para cumplir el contrato, antes de hacer afirmaciones graves e iniciar medidas legales», comentó ayer a la agencia RIA Novosti una fuente del Kremlin.
Con quien también tiene previsto Putin un encuentro bilateral en Australia es con el premier británico, David Cameron, que se descolgó ayer con duras acusaciones y amenazó con promover nuevas sanciones. «Vemos cómo un estado grande intimida a uno pequeño y conocemos por el pasado las consecuencias. Deberíamos aprender las lecciones de la historia», reclamó.
Por otra parte, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, acusó ayer de nuevo a Rusia de incumplir los acuerdos de alto el fuego de Minsk y de violar la soberanía de Ucrania. «En los últimos días; vimos que volvía a introducir armas, piezas de artillería, carros de combate y cohetes», dijo en una entrevista concedida al diario alemán «Bild», en la que denunció también repetidas violaciones por parte de Rusia del espacio aéreo de países de la Alianza. Más de 100 en lo que va de año, el triple que en el anterior. En opinión de la Alianza Atlántica, estos vuelos suponen un «riesgo potencial para la aviación civil, dado que los militares rusos no suelen informar de sus planes de vuelo ni utilizan transpondedores a bordo».«Hemos reforzado nuestras unidades de acción rápida, que se encuentran en alerta máxima por primera vez desde la Guerra Fría», explicó Stoltenberg.
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