Asia
Seúl eleva el nivel de alerta a «amenaza vital»
La crisis coreana parece estar cada vez más cerca de un desenlace. Imágenes obtenidas por satélite y analizadas por la Inteligencia surcoreana y estadounidense indican que el Ejército de Corea del Norte tiene preparados dos misiles en su costa este que podrían ser lanzados «en cualquier momento». Se trataría de proyectiles de medio alcance capaces de recorrer unos 3.000 kilómetros, suficiente para alcanzar Corea del Sur, Japón y algunas bases militares estadounidenses como las de Okinawa, o incluso la isla de Guam. La mayoría de los analistas, sin embargo, rebaja la alarma y no sólo descarta tajantemente que el régimen tenga tecnología para armar los proyectiles con cabezas nucleares, sino que creen que lo que Pyongyang está preparando es una prueba balística convencional, parecida a las que ha venido llevando a cabo en los últimos años. De confirmarse estas previsiones, Kim Jong Un estaría desafiando otra vez a la comunidad internacional, pero estaría lejos de provocar un conflicto armado.
El principal riesgo es que el misil se salga de su trayectoria, caiga en alguna zona habitada o choque contra un avión comercial o un barco en el océano. Por ello, para evitar un susto y minimizar los riesgos, Tokio, Seúl y Washington han trabajado en los últimos días, preparándose para el peor de los escenarios. En Tokio, metrópoli de 30 millones de habitantes situada a tan sólo 1.287 kilómetros de Pyongyang, el Ejército instaló el martes dos baterías antimisiles PAC3 Patriot en los suburbios y otras dos en instalaciones del Ministerio de Defensa. «Descartamos que Corea del Norte tenga intención de atacar Japón. Lo que quieren es asustar a los americanos, el problema es si el misil falla y parte de sus restos cae en territorio japonés», reconoció Narushige Michishita, director del Programa de Seguridad de Tokio.
En las calles de la capital japonesa, el ambiente era de total calma y nadie temía un ataque inminente. Algo parecido sucedía en las calles de Seúl, donde ayer se elevó el nivel de alerta a «amenaza vital», el tercero más alto de una escala de cuatro. A pesar de las frases alarmantes sacadas de contexto por algunos medios internacionales, el mensaje que están mandando las autoridades de los países afectados es de tranquilidad y calma. En Washington se lleva días insistiendo en que la mejor manera de lidiar con el desafío de Kim es lo que se ha denominado «la estrategia de la paciencia»: no dar demasiada importancia a las amenazas que lleva más de un mes vertiendo el régimen para evitar que siga creciendo la tensión y que se vean afectados los mercados. El papel más complicado lo tiene Seúl, cuya economía se está viendo ya afectada. Desde el Gobierno se intenta transmitir calma de cara al extranjero, pero también firmeza para tranquilizar a la población y para mandar un mensaje disuasorio a su eterno enemigo.
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