España
La nariz roja más famosa
El payaso italiano David Larible actúa por primera vez en España precedido de la etiqueta de «mejor ''clown'' del mundo». Cuándo: desde hoy hasta el 3 de marzo. Dónde: Teatro Circo Price. Madrid. Cuánto: de 16 a 36 euros. Tel. 91 528 81 22.
Aprendió de Charlie Rivel y Oleg Popov, trabajó en circos legendarios como el de Ringlin Bros. and Barnum & Bailey, en EE UU.
Aprendió de Charlie Rivel y Oleg Popov, trabajó en circos legendarios como el de Ringlin Bros. and Barnum & Bailey, en EE UU, o el Krone, en Alemania, y fue premiado en Montecarlo. Los años, y acaso el marketing, le han hecho acreedor de una peligrosa coletilla: el mejor «clown» del mundo. «Es mucha presión, y no estoy contento con esa etiqueta, pero te la dan, no es que tú te la pongas. Es como Messi, que dicen que es el mejor futbolista del mundo. Pero para otro a lo mejor es Ronaldo, y para otro Ibrahimovic... Para mí es Iniesta», explica entre risas a LA RAZÓN. Curiosamente, a sus 56 años, el italiano David Larible no había actuado nunca en España. Una ausencia que el productor español Manuel González y el Teatro Circo Price subsanan desde hoy.
Se ha formado entre grandes «clowns», pero su primera referencia la encuentra en su propia familia, una línea de artistas circenses que se remonta siete generaciones. «Mi maestro principal fue mi papá. Fue el que, cuando vio que mi pasión era un deseo de verdad, no un capricho de niño, me apoyó y me hizo entender que ser payaso no quiere decir ser un poco chistoso y ponerse una nariz roja y unos zapatos grandes. Es mucho más que eso: necesitas una preparación», explica en un perfecto español Larible, que domina seis idiomas.
De ninguno de sus grandes maestros ha copiado, asegura: «No somos actores. Somos payasos. Nos interpretamos a nosotros mismos, no un papel. No se dice: interpreto un payaso. Se dice: soy payaso. Buscas ver y aprender en esos grandes artistas, pero no hacer una copia o una parodia». Él, claro, ha perfecccionado su sello particular. En su forma de entender su oficio, asegura, hay espacio para la risa pero también para la reflexión, e incluso la melancolía. En su espectáculo hay un pianista, ópera, metateatralidad –le vemos maquillarse para entrar en escena...– . Y mucha interacción con el respetable. «Creo que es una forma de ser payaso diferente a la que están acostumbrados aquí. Lo que hago yo no es el payaso de la tele. No digo que sea mejor: es otra cosa. Es una forma de ''clownerie'' que viene de la tradición y mucho de la commedia dell' arte. Hay un guión, pero muy tenue. Entre el comienzo, el intermedio y el final, puede pasar de todo y cada noche es completamente diferente. En lo que hago hay un 50 por ciento de improvisación y un 50 de preparación».
Larible esquiva el estereotipo del payaso triste: «Amo la vida, hago chistes. Pero no busco ser chistoso las 24 horas, porque eso es patético. Soy una persona normal. Me gusta ser gracioso cuando estoy con mis amigos, pasándolo bien. Y hay noches que prefiero hacer cosas diferentes: filosofar, una buena conversación, la buena cocina, el vino...». Esto último, admite, lo lleva en el ADN. Igual que el talento: «Los mejores payasos del mundo siempre fueron mediterráneos: italianos, franceses y españoles. Después hubo la escuela rusa, que sacó algunos, pero la mejor es la mediterránea».
De Charlie Rivel a Pepe Tonetti
«Al ser papá un artista de primerísima, trabajaba en los mejores lugares y con los mejores payasos. Me tocó ver a Rivel, pero también a otros fantásticos: los Rudi-Llata, los hermanos Moreno... El que me impactó fue Pepe Tonetti, del Circo Atlas», recuerda Larible. Y tiene claro que «payaso y «clown» son lo mismo: hay gente en mi profesión a la que le estorba que le llamen payaso. ¿Me quieres llamar payaso, bufón, «clown»? Como quieras. Lo importante es que haya un espíritu: jugar con las emociones del público».
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