La Razón del Domingo

Desayuno (atragantado) con diamantes

Desayuno (atragantado) con diamantes
Desayuno (atragantado) con diamanteslarazon

Para que la señorita Holly Golightly (Audrey Hepburn) desayunara todos los días delante del escaparate de la joyería Tiffany's debía realizarse un largo viaje desde las minas de Koffiefontein, en Sudáfrica, pasando por Amberes, hasta llegar a la Quinta Avenida de Nueva York. El otro día, el atraco en las pistas del aeropuerto de Bruselas de un botín de diamantes valorado en 37 millones de euros frustró el viaje. Las sacas debían transportarse a Amberes para su comercialización. En la llamada «milla cuadrada» hay dos mil empresas dedicadas al pulido de esta durísima piedra. Por sus calles circulan al día 150 millones de euros, lo que supone para los belgas (sí, los del Congo Belga) 42.000 millones al año, o dicho en la jerga de Bruselas: el 10% de su PIB. El robo hará subir el precio: los muy ricos quieren comprar diamantes, mientras las clases medias venden sus cuatro joyas.

¡Libres!, gracias a la corrupción

En «Lincoln», la película de Spielberg, se cuenta cómo la Decimotercera Enmienda que permitió la abolición de la esclavitud se aprobó porque algunos demócratas fueron sobornados, o con dinero o con futuros empleos públicos. El republicano Thaddeus Stevens (Tommy Lee Jones) le confiesa a su ama de llaves, negra, antigua esclava y ahora también amante, que la decisión más importante que se ha tomado en el siglo XIX ha salido adelante gracias a unos hombres corruptos. Conclusión: el dilema es, como siempre, si el fin justifica los medios. El problema es cuando el único fin es tener un medio para vivir sin trabajar.

Patriotismo laboral: protestas con banderas españolas

Los que crean que el patriotismo sólo se cultiva en los laboratorios de ideas, en los campos de fútbol o, a las malas, en los campos de batalla, estarán viviendo un cierto desconcierto al ver como en las protestas de trabajadores se enarbolan banderas españolas. Sí, como en Francia o Estados Unidos. Ha sido en las concentraciones de empleados de Iberia que se oponen al ERE que afectará a 3.800 puestos de trabajo, precisamente en esta compañía que hasta hace muy poco se definía «aerolínea de bandera». Después de todo, uno es español o francés, además de por un accidente natalicio, porque es el país que asegura tu libertad y tu bienestar. Ese debería ser el único y verdadero orgullo patriótico. Nadie quiere ser de Corea del Sur, mientras muchos se juegan –o se jugaron– la vida por ser españoles.