La Razón del Domingo

La bomba de La Almudena: la conexión griega

El comunicado que reivindicó el atentado fallido en la catedral madrileña por un grupo anarquista fue enviado desde Grecia, según la investigación policial

La bomba de La Almudena: la conexión griega
La bomba de La Almudena: la conexión griegalarazon

Parecía un bolsa de basura que alguien había dejado en la Catedral de La Almudena, en el centro de Madrid. Era lo más lógico: pensar en una bolsa de basura, un olvido de los de la limpieza. Pero era una bomba. ¡Una bomba!, ahora que ETA ya no mata. ¡Una bomba!, en uno de los lugares más emblemáticos de Madrid y España. «Empieza a haber un salto cualitativo en la violencia de la ultraizquierda», aseguran fuentes policiales. «Se aprovechan del caldo de cultivo social», continúan, para perpretar estos actos que crean alarma social y que si estallan pueden causar graves daños físicos. Hasta ahora, la Policía ha reaccionado con rapidez y ha parado cualquier intento, pero teme que se generalice y, como parece que ha ocurrido con la Almudena, que sea un caso con conexiones internacionales.

Después de que el artefacto explosivo fuese encontrado en la catedral, en la red apareció un texto que se adjudicaba la paternidad de atentado fallido. En un lenguaje desfasado aseguraban ser el Comando Mateo Morral. El escrito, mandado a la web «contrainfo», en español y al que la Policía da cierta verosimilitud, entró en internet desde Grecia. Las posibilidades son varias: que ha sido escrito desde allí; porque hay conexiones entre los violentos españoles y los violentos griegos. Porque los autores de la bomba de La Almudena no eran solamente españoles. Porque se han modificaddo los «proxys» para parecer que se escribe desde allí o porque uno de los autores tiene un amigo en Grecia.

En Barcelona, que ha sido la cuna de los movimientos antisistema, tienen muy estudiados los apoyos que se dan los jóvenes de ideología ultraizquierda de casi toda Europa a la hora de alborotar en las grandes manifestaciones. Quedaban cuando sabían que iba a haber un acontecimiento importante para actuar con cierta impunidad entre cantidades de gente. Muchos pertenecían al movimiento okupa y entre ellos se daban cobijo, se apoyaban, se escondían y ocultaban su identidad bajo el pasamontañas negro.

En Barcelona, el movimiento antisistema que asustaba a la ciudad, tan internacional y que en su momento contó con la «complicidad» de una política demasiado laxa, se ha reducido en los últimos tiempos por la presión policial. Pero varios casos en España hacen temer a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que desde hace un año esté aumentando otro tipo de violencia: más profesional, más aislada pero también que busca hacer más daño y está apoyada por extranjeros, como si fuese una red internacional.

En Grecia, en 2008, con la crisis arreciando, apareció, entre otros, el grupo Conspiracion de Células de fuego, que protagonizó varios ataques con bombas. «Hay solo individuos autónomos y libres que hacen praxis de su hostilidad hacia este sistema podrido. (...) Mensajeros del caos mandan por todas partes mensajes de insubordinación a través de fuegos, explosiones y vandalismos, que abolen el golpe de Estado del Poder, en México, Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Inglaterra, España, Italia», escriben de su modo de actuar.

En Italia, según Giorgio Piccirillo, el director de Seguridad Interna, «los anarquistas se están reorganizando. Pero es imposible dar números. En los últimos tiempos hemos visto cómo han pasado de una organización más espontánea a una más estructurada. En breve, tendremos más indicios». Y añadió al diario «Mediterráneo sur»: «Desde hace un tiempo se generó un enérgico debate dentro de los anarquistas italianos. Y esto ocurrió porque algunos de los integrantes más jóvenes han reclamado pasar de la teoría a la lucha activa. Estos jóvenes, que están rompiendo con la vieja guardia, no tienen un profundo conocimiento de la ideología anarquista pero sí una gran capacidad de organización y lazos con otros grupos en España y en Grecia».

En España, la Policía tenía identificada una relación de solidaridad entre grupos anarquistas internacionales en el tema de presos. La llamada Cruz Negra Anarquista, que pide la liberación de las cárceles. La Policía también había constatado la relación especial entre vándalos para romper las manifestaciones en varias ciudades europeas. Pero conexiones para provocar actos terroristas, aunque se temía, no se habían dado. La bomba de La Almudena es el primer paso.

Justificaciones

El descontento social ha dado un impulso a los violentos: consideran que con la crisis económica encontrarían la comprensión de sus acciones terroristas. En primer lugar, van a las manifestaciones cada vez más armados y mejor preparados para enfrentarse a la Policía, mientras que, por otro lado, pequeños grupos, no necesariamente formados por españoles, comienzan a utilizar bombas caseras.

«Por un lado están las protestas en la calle, que se pueden dar por la situación económica o algunos casos de descontento social y que pueden tener cierta justificación. Luego hay que diferenciar a grupos organizados que en las protestas descalifican y llegan a agredir a una persona o introducen una terminología violenta. Y la tercera pata es cuando se pasa a organizarse para actuar de manera violenta, con una justificación que no tiene por qué ser compartida por el resto de la población. Es el violento quien crea su propio relato, se lo cuenta a sí mismo y se lo cree, porque de ese modo se justifica», explica Antonio López, sociólogo y catedrático de Trabajo Social de la UNED.

«Es un llamamiento a la guerra sin límites utilizando toda nuestra imaginación y energía para acabar con este mundo podrido», decía el texto del autodenominado Comando Mateo Morral, en que se aseguraba que eran ellos los que habían puesto ese artefacto en Madrid. Los foros de internet anarquistas se debaten entre el repudio de la violencia, los que apoyan el grupo, los que creen que es un error actuar en La Almudena y los que piensan que todo esto es una burda manipulación de la Policía. Pero también en internet, la Columna de Nihilistas presume de sus acciones «contra la autoridad, el capital y por la propagación de la revuelta»: han atacado varias cámaras de seguridad, han cortado calles, dicen que han atacado sucursales bancarias «en honor del compañero griego Alexis Grigoropoulos» y con cócteles molotov destrozaron cajeros automáticos. Además de poner una bomba de ruido cerca de una comisaría.

La violencia aumenta. El artefacto de la catedral de La Almudena estaba compuesto de 1.200 gramos de pólvora, un recipiente metálico con un kilo de clavos, un detonador y un temporizador que consistía en un reloj despertador. Una bomba que no llegó a estallar, pero que por la carga de clavos que llevaba encima, podía haber producido muertes si lo hace. No era una, pues, chiquillería ni un modo de llamar la atención. Querían destruir. No son los «black bloc», que van de negro en las manifestaciones y son agresivos contra la Policía y los bienes urbanos. Es más que eso. «Estamos decididos. No esperamos. Actuamos», decían.

El atentado fallido de Mateo Morral

En 1906, el anarquista Mateo Morral quiso atentar en el centro de Madrid contra el rey Alfonso XIII, cuando éste se dirigía al Palacio Real. Desde un edificio de la Calle Mayor, Mateo Morral, hijo de una familia de comerciantes textiles, lanzó la bomba en un ramo de flores, pero falló en su objetivo: tropezó con el cable del tranvía y en vez de ir hacia la carroza en la que iba a pasar Alfonso XIII, se desvió y cayó entre el público, por lo que causó una matanza.

En su comunicado, el Comando Mateo Morral aseguraba: «El objetivo del ataque explosivo es claro; dar caña a la monarquía borbónica en sus lugares sagrados. Toda su majestuosidad es fruto de la opresión y seremos los oprimidos quienes acabaremos con ella mediante la violencia revolucionaria insurreccional». Pero a diferencia de Mateo Morral, la bomba de La Almudena no estalló.