Crimen organizado
Nueva York sin balas
La ciudad pasa por primera vez 36 horas sin un delito de sangre / El acceso a los estudios universitarios, entre las causas del descenso de la criminalidad
Durante el siglo XX, los titulares de Nueva York fueron dominados por los crímenes de Lucky Luciano, uno de los padres del crimen organizado en Estados Unidos, y las cinco grandes familias de la Mafia neoyorquina: los Lucchese, los Bonanno, los Gambino y los Genovese.
En cambio, durante los últimos años han cedido el protagonismo a las grandes detenciones de la Mafia y a la controvertida política de «tolerancia cero» al crimen del anterior alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani. El sucesor de Giuliani es Michael Bloomberg, un hombre de negocios que dirige Nueva York como si fuese una de sus empresas. En 2006 endureció la ley de posesión y venta de armas.
La imagen del oficial de Policía Lawrence DePrimo regalándole unas botas al vagabundo Jeffrey Hillman en una de estas noches heladas en la plaza de Times Square representa el mensaje perfecto que desea transmitir el departamento de la Policía de Nueva York. DePrimo encarna al oficial amigo. Cuida de un vagabundo que vive en la calle en una zona inundada de turistas, antes tierra de prostitución y contrabando de drogas. Este gesto tuvo lugar días después de que el departamento de Policía de Nueva York celebrase las primeras 36 horas en su historia reciente sin delitos de sangre. Es decir, más de un día sin denuncias de asesinatos, tiroteos o apuñalamientos.
El año pasado, tuvieron lugar 472 homicidios. Una media de 1,5 al día. Cifra que contrasta con la media de 6,4 homicidios al día de 2010.
Para el comisionado adjunto de la Policía de Nueva York, Rafael Piñeiro, «el descenso del crimen es una combinación de varias cosas: uso de la tecnología, responsabilidad y el análisis de dónde tiene lugar el crimen», explica el segundo de la Policía neoyorquina, nacido en Valencia. Piñeiro se trasladó a Nueva York con su familia a los doce años y ahora es el segundo en la orden de mando. «Vivimos en una ciudad segura, con mucho turismo y negocio. Hay más formación académica entre los policías y una una mejor comunicación con la población. A lo largo de los años ha habido un aumento del número de agentes en la ciudad. Ahora somos 35.000. Alrededor de un 25 por ciento son hispanos. Cuando yo llegué en el año 70, sólo había 250. Hay muchos inmigrantes. En total, entre todos, hablamos un total de 65 lenguas diferentes», continúa Piñeiro, que acaba de recibir la Encomienda de la Orden del Mérito Civil en la residencia del cónsul general de España en Nueva York, Juan Ramón Martínez Salazar.
El motivo del descenso de la violencia no está tan claro. Desde el departamento de Sociología de la Escuela de Justicia Criminal de la Universidad de Nueva York, Andrew Karmen destaca que «nadie sabe a ciencia cierta la razón. Ha habido muchos artículos, muchos discursos políticos. Todos creen que saben la respuesta. Pero creo que no». Karmen llama la atención sobre el cambio demográfico de Nueva York desde los 80, cuando se comenzó a poblar de inmigrantes que llegaban a trabajar y estudiar: «La gente ha venido siempre. Pero desde esos años el flujo aumentó. La mayoría de la gente era muy trabajadora y no cometía crímenes. De esta forma, las personas de alrededor del mundo refrescaron y revitalizaron la ciudad. El 60 por ciento de los neoyorquinos son o nacidos fuera de Estados Unidos o hijos de personas que vienen de otro lugar». A estos motivos añade la utilización por parte del departamento de Policía de Nueva York del CompStat, un sistema de información geográfica para localizar en el mapa los crímenes e identificar los problemas.
Y otra razón más: «Nueva York es más seguro debido a que el momento más propenso para empezar a formar parte del crimen está entre los 18 y 24 años de edad. El lado bueno es que Nueva York tiene un sistema que permite a los estudiantes que terminan Secundaria optar ir a la Universidad esos años».
Desde 1990, la ciudad ha experimentado un descenso del crimen y eso ha supuesto un cambio en el paisaje. Los barrios antes considerados peligrosos también son más seguros. Miguel Quismondo, arquitecto español que reside en Nueva York desde hace más de diez años, ha vivido la transformación: «El descenso del crimen en ciertas zonas de la ciudad hace que, al ser más seguras, gente más pudiente se traslade a estos lugares. Esto puede conllevar una pérdida del carácter del mismo junto con una homogeneización de su identidad cultural y racial, al convertirse en más seguro y disfrutable. Un caso muy claro de «gentrification» (que se podría traducir en español como rehabilitación) es el barrio del Soho de Manhattan», explica este arquitecto, que se dedica a acondicionar edificios de Nueva York en este barrio, lleno de factorías hace décadas, y sin embargo ahora territorio de artistas y actores de Hollywood.
El español que cambió la Policía
El comisionado adjunto de la Policía de Nueva York Rafael Piñeiro nació en Valencia en 1949 por expresa decisión de su padre, de Galicia, que conoció a la madre de Piñeiro en Cuba. A los seis meses de edad, regresó con su madre a la isla del Caribe. A los doce años, se trasladó de nuevo con su madre y su hermana a Nueva York. Su padre se reunió con la familia dos años después. Piñeiro debía haberse convertido en ingeniero por deseo de su progenitor. En cambio, después de ver la película «Bullitt» (1968) de Steve McQueen, se dio cuenta que su destino estaba en el cuerpo de Policía de Nueva York. Fue el primero de su promoción. Ahora es el segundo al mando.
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