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Nueva York

Qué fue de la «más valiente»

Con 20 años, Marisol Valles se puso al frente de la Comisaría más peligrosa de México. Cuatro años después, EE UU aún no le ha concedido asilo político

Ciudad Juárez, también en el Estado de Chihuahua, ha sido durante años el escenario de múltiples asesinatos de mujeres
Ciudad Juárez, también en el Estado de Chihuahua, ha sido durante años el escenario de múltiples asesinatos de mujereslarazon

Con 20 años, Marisol Valles se puso al frente de la Comisaría más peligrosa de México. Cuatro años después, EE UU aún no le ha concedido asilo político

Hubo un día de marzo de 2011 en el que a Marisol Valles García se le acabaron las fuerzas. Y abandonó México. Sólo se fue unos cuantos metros al norte con su familia, a Estados Unidos. No se despidieron. Al principio, a Marisol la dieron por muerta. Luego, se supo que había pedido asilo en Estados Unidos. Aquí, en un lugar que prefiere no desvelar, espera mientras ve su vida pasar sin que se resuelva su caso de petición de asilo político.

Atrás dejó a la Marisol bautizada como «la mujer más valiente de México» cuando en 2010 y con solo 20 años asumió la jefatura de policía de Práxedis G. Guerrero, un pueblo del Valle de Juárez en el estado de Chihuahua. En ese año, de acuerdo con el visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Gustavo de la Rosa Hickerson, que tiene su oficina en la Procuraduría de Ciudad Juárez, «se produjo el cambio definitivo del dominio del cártel de la región. Hasta entonces estaba el de Juárez. Ya en 2010 se implantó el de Sinaloa», recuerda.

Según los números del «Diario de Juárez», se habían registrado 3.113 homicidios en los tres municipios que forman el Valle de Juárez y en octubre de 2010, mes en el que Marisol asumió la Jefatura de la Policía, se asesinaron a 359 personas, incluidos sus dos antecesores.

«Me motivó ver a mi hijo que creciera en un lugar muy sano. No con violencia. Me quedé pensando: ¿Cómo mi niño a los diez años me va a andar de sicario, matando, secuestrando? Quería darle un futuro mejor», explica.

Marisol se resiste a ser reconocida como «la más valiente de México». «Yo no sé quién me lo puso. Simplemente hice un trabajo por la comunidad y por mi hijo. Para darle un mejor futuro. Yo tuve una infancia bonita, y quería que mi hijo saliera a las calles sin tener miedo a que le fuera a pasar algo. Luego ves que no se puede hacer nada. Yo intenté aportar un granito de arena». Ponerse al frente de la comisaría ni siquiera fue idea suya. Fue del alcalde del PAN José Luis Guerrero. «Mira, la cosa va a ser diferente. Va a ser más social, vas a hacer lo que tiene que hacer un policía, la prevención, cuidar a los niños», recuerda la joven que le dijo. Con ella al frente el municipio mandaba un mensaje a los narcos: No queremos más enfren-tamientos. Días antes de que aceptara, Rito Grado Serrano, alcalde de El Porvenir –localidad aledaña a Práxedis–, y su hijo Rigoberto Grado Villa, de 37 años, fueron asesinados.

Marisol no llevaba pistolas. No representaba ninguna amenaza para los narcos. Pero cuando la Prensa internacional empezó a hacer reportajes, ocurrió exactamente lo que los narcos no querían: poner Práxedis G. Guerrero en el mapa de las noticias. Con el foco periodístico sobre Marisol, llegaron las amenazas. «¿Te crees que eres la mujer con más pantalones?», le preguntaba una voz anónima por teléfono poco antes de que decidiese abandonar México.

Esta atención es ahora parte de la estrategia de su petición de asilo político en Estados Unidos. Marisol Valles García cruzó la frontera norte el 2 de marzo de 2011 en coche. Iba acompañada de su hijo, de su novio, sus padres y sus hermanas. Al no tener visado se acercaron al puente de El Porvenir (México)-Fort Hancock (Texas). Y pidió asilo.

Inmediatamente, por procedimiento, la Policía migratoria de Estados Unidos les detuvo y envió al centro de detención de inmigrantes en El Paso para revisar sus antecedentes penales. Fue entonces cuando se puso en contacto con Carlos Spector, fundador de la Organización Mexicanos en el Exilio, que llevó el caso de Cipriana Jurado Herrera, una activista de derechos humanos que abandonó México en 2010. Un año más tarde se convirtió en la primera activista mexicana a la que EE UU otorgó el ansiado asilo político.

Spector, recordando el día de la detención, explica que «la soltaron pocas horas después (debido a que no tenía antecedentes). El papá estuvo un mes o dos. Y ya cuando sacamos a todos, los pusieron en deportación. En deportación te llega una cita con el juez. Si entras con papeles, pides una cita ''afirmativa''. Te ves con un oficial de asilo, y eso se resuelve en seis meses. Mucho más rápido y fácil porque es ante un oficial que es más comprensivo». Ahora están a la espera de una cita «defensiva», es decir, una audiencia en la que frente a un juez de inmigración tendrán que demostrar que su vida corre peligro en México.

Ya sea por la vía afirmativa o defensiva, Spector dibuja un esquema largo y complicado del proceso de petición de asilo político en Estados Unidos. Marisol Valles García empezó sus trámites en marzo de 2011, y fue en julio de 2013 cuando vio por primera vez a un juez y solo para presentarle su caso. Después habrá que presentar a los testigos que respalden los argumentos de la defensa y, más tarde, por carta, llega la decisión del juez.

Spector detalla el desafío que tiene con este caso: «Los de Policía son muy difíciles. La postura del Gobierno norteamericano es que si están persiguiendo a los narcos, es su trabajo, no un acto político». Por ello parte de la estrategia es presentar a Marisol como miembro de un grupo de mujeres jefas de Policía que rehúsan participar con los cárteles. Si no funciona, habrá que buscar la opción de la defensa política y aportar pruebas de que puede ser perseguida en México por sus opiniones. El problema con ella es que habló con la prensa y lo que quieren los cárteles, el Ejército y la policía mexicana es discreción. Le decían: ''Bájele''. Ahora va a ser difícil (demostrar todo eso). Pero la única manera de hacerlo es con testigos del pueblo. Tengo muchos. Pero eso toma tiempo», analiza Spector en clara referencia a la dificultad de demostrar las amenazas.

Spector anticipa que el fiscal, el litigante de la nación, va a negar el asilo a Marisol. Su postura seguramente será: «Nos da pena. Pero, realmente, somos un país de leyes que no podemos ayudar a todo el mundo y estamos limitados por las leyes del Congreso. Y usted no entra en esta categoría».

Su notoriedad le ha llevado hasta Nueva York, donde se ha visto una obra teatro basada en su vida en la prestigiosa sala de teatro experimental Off-off Broadway La MaMa, ubicada en el Lower East Side de Manhattan. El escritor de «So Go the Ghosts of México» Matthew Paul Olmos, como tituló la obra sobre Marisol, consiguió éxito en las críticas y lleno total las noches que se programó. Además, contó con el apoyo del departamento de Asuntos Culturales de la ciudad de Nueva York en colaboración con el Consejo de la Ciudad, el Fondo John Golden y la Fundación Axe-Houghton.

De esta forma, Carlos Spector apunta que «en muchos casos cuando los jueces te niegan el asilo político te dicen que no presentaste muchas pruebas. Es una batalla política con ellos. Ahora te van a decir que ha cambiado la situación en México, que es paraíso democrático. El proceso se alarga. Y esto puede llevar dos o tres años», admite. Lo cierto es que parece imposible que México abandone la «nota roja», como dirían los mexicanos. Estos días el gobierno ha comenzado el proceso de regularización de los grupos de «autodefensa» de los municipios de Michoacán, según ha informado el comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral, Alfredo Castillo. En su mayoría son ganaderos y campesinos, hartos de vivir a merced de los narcos y de su impunidad, en un infierno de corrupción donde todo aquel que quiere se aprovecha de la inestabilidad de México. Su decisión llena estas semanas las portadas de los medios internacionales, como en su día hizo el caso de Marisol Valles García, que con 20 años se puso al frente de la Policía de un pueblo controlado por los narcos.

«Nunca pensé en venir, ni siquiera estudié inglés»

Marisol Valles oyó hablar por primera vez sobre el asilo político cuando estaba en el colegio: «Jamás pensé en que yo viniera para acá. Fue cuando yo le dije a mi mamá: "Ya no puedo". Y, entonces, dijimos: "Nos vamos". "Pero, ¿qué vamos a decir?", nos preguntamos. Y pensamos: "Pues a por asilo político"», recuerda Marisol, que sube y baja la voz cuando habla. Es como si viviese aquellos momentos de nuevo mientras reconoce que se acuerda mucho de su pueblo. No sigue las noticias de México. Sin embargo, sí rememora retazos de su niñez. El trabajo de su padre. Los cuidados de su madre. Nunca había venido a EE UU. Después de ir al puente y pedir asilo político, le asombró que la separaran de sus padres. «Yo decía: "¿Qué onda? ¿Qué les pasa?". Nunca pensé que iba a venir a EEUU. Ni siquiera estudié inglés. Y ahora, mira», reflexiona mientras sonríe durante la entrevista (a la derecha). A la izquierda, en Chihuahua en 2010.