Fotografía
La última sesión del fotógrafo de Marilyn
Con el paso del tiempo, dos de las estrellas más carismáticas del siglo XX se han convertido en referentes indiscutibles del siglo XXI: Audrey Hepburn y Marilyn Monroe. Atrás quedan las más fascinantes estrellas del cine mudo, fijadas ya como figuras fosilizadas en su marmórea magnificencia, Greta Garbo y Marlene Dietrich, cada vez más extrañas a la posmodernidad, mientras que Audrey Hepburn y Marilyn han ido emergiendo como los iconos de una juventud que ven en ellas una luminosidad que el tiempo no ha hecho más que repristinar, hasta el punto de convertirse en referentes de la añorada modernidad.
Marilyn comenzó como modelo de pin-up para el fotógrafo ilustrador realista Earl Moran, responsable de los calendarios artísticos de una muy jovencísima Marilyn cuando todavía se llamaba Norma Jean Dougherty. Sus dibujos mostraban ya la fascinación que causaba su cuerpo desnudo, libre y desprejuiciado, de una belleza y carnalidad tan real como asequible. Eso fue a mediados de los años 40, cuando Moran diseñaba de forma visionaria la futura Marilyn. Marilyn disfrutaba posando desnuda. Hugh Herfner dijo que «lo que sería una posición de vulnerabilidad para muchas personas, para ella era de poder».
Luego llegó Hollywood y una espectacular carrera y miles de fotografías que circularon por el mundo como la vampiresa que resumía a todas las anteriores y las superaba en belleza y fascinación, añadiéndole un plus de modernidad, al ridiculizar su anticuada sublimidad. En 1962, Marilyn concedió una sesión de fotos a Bern Stern, para «Vogue», en la que volvía a posar con la misma libertad y desinhibición que al comienzo de su carrera de pin-up, durante tres intensos días, seis semanas antes de suicidarse. Fue la última vez que se puso delante de la cámara. Una mítica sesión que se conoce como «The Last Sitting». Bert Stern, que acaba de fallecer poco después del cincuenta aniversario de la muerte de Marilyn, publicó en 1982 esa última sesión con Marilyn en un libro titulado «The Last Sitting», con las 2.500 fotografías realizadas en aquella maratoniana sesión fotográfica. Algunas de las más bellas y fascinantes, pero también las más discretas, fueron publicadas en la biografía que Norman Mailer dedicó a la actriz en 1973, sencillamente titulada «Marilyn: A Biography». Uno de los mayores éxitos de ventas de Mailer por su escandaloso capítulo final en el que especulaba que la habían asesinado la CIA y el FBI por su lio con el presidente Kennedy. El resto de la sesión, en especial aquellas en las que Marilyn se mostraba desnuda en su esplendorosa madurez han quedado como referentes de la magia de la mayor de las estrellas y el legado de uno de los grandes retratistas del pasado siglo.
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