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El Palacio de las Dueñas se abre de par en par
Sevilla espera ilusionada el domingo 27 en que los Alba abrirán al pueblo el más representativo de sus palacios, junto con el de Liria. En Dueñas disfrutó la Duquesa los últimos años de su vida cuidada por un Alfonso Díez hoy fuera de circulación. Cerró prácticamente el domicilio titular de la calle Princesa. Ahora, incansable en ofrecer novedades para sus premios Escaparate, Mario Niebla ha logrado, tras usar escenarios magníficos como la Plaza de España, abrir el palacio de Las Dueñas, donde se exige etiqueta para asistir al evento. El Duque Carlos relaja la rigidez distanciadora impuesta por su madre y va haciendo conocer los tesoros familiares.
Llega el turno del más ansiado, tan querido por la Duquesa, ese Dueñas donde «maduró el limonero» machadiano porque su padre era uno de los porteros. En unos días pasearemos por sus salones, conoceremos las galerías acristaladas, el salón en que nuestra más significada noble jugaba a las cartas con su íntima Pepita Saltillo. Pagan por la primicia el doble de lo que hasta ahora pedía su competidora, la Casa de Pilatos. Otro nuevo enfrentamiento dinástico como a la hora de enumerar Albas y Medinacelis, títulos o grandezas. Entre los premiados, no sé si por transparentes, están Custo en la moda, Carmen de Posadas como novelista, las joyas de Miriam Ungría, la versatilidad de Loles León y el arte supremo de Morante de la Puebla. Amadrina el evento la rubita Olivia de Borbón y Carmen Martínez-Bordiú anuncia presencia, aunque no se sabe si acompañada por el joven de turno.
Ilusionante, como en Italia, donde sorprendió y hasta emocionó que Donatella Versace reuniese hace un mes a las maniquíes que siempre realzaron los desfiles del pobre Gianni. En mis tiempos de Alta Costura parisina no perdía ninguno y reconozco que llegué a sentirme mal viendo cómo ninguneaban a Carla Bruni, que aparentaba superarlo leyendo libros entre pase y pase. Jugarretas del destino, llegó a presidenta consorte de Francia por obra y gracia de Sarkozy. Versace las creó, modeló, popularizó y les dio fama, se ve que eterna, a la vista de lo recuperado hace días por el veinte aniversario mortuorio de quien dio un giro de 380 grados a las modelos. Rebajó a la calle la Alta Costura hasta hacerla punk de cinco estrellas, movimiento renovador que intuyó y por eso sus desfiles llenos de prendas de relucientes imperdibles en la húmeda piscina del Ritz de la Plaza Vendôme que despeinaba a todas. Versace reunía un «front row» que agrupaba desde a Elsa Martinelli, tan modosita, a Regine, látigo en mano.
Repaso, comparo y pasmo. Como detenidas en el tiempo, me quedo con la estilización vigente de Claudia Schiffer –que empezó siendo llenita– y la eternidad morena de Naomi Campbell, que nunca se dejaba entrevistar en el «backstage» hasta donde nos llevaban Carmen Martínez-Bordiú y la airosa Marisa de Borbón, que trabajaron de cotizadas acomodadoras durante los primeros años del encantador Gianni. Cindy Crawford desfiló recién casada con Richard Gere. Fue un matrimonio fugaz cuyo fracaso todos vaticinaron. Y no se equivocaron. Época dorada que los colegas criticaron mucho a Versace. «Resaltan más las maniquíes que los trajes, y eso no puede ser», protestaron. Perviven en su físico actual como portadas en el tiempo, igual que la setentona Lauren Hutton (73) que a esa edad retoma desfiles y es portada de «Vogue» Italia.
Y como no todo van a ser extranjeras, mi tributo a la menorquina Alicia Borrás, a quien recomendé a Alex Stiles, que pretendía contratar a la atemporal Nati Abascal, con la que almorcé hace dos días en El telégrafo. Le sugerí a Alicia, Miss España 1965 y madrina del escandaloso primer viaje que hizo a Ibiza el Bocaccio que cambió la «gauche divine». Cómo sería la cosa que el turismo oficial nos declaró «non gratos». Ahora reside entre Suiza y Barna, muy bien casada. Mantiene su depurado chic de cuando convivíamos en la Residencia Corona de Via Augusta, una divertida y añorada jaula de locos. Alicia es portada de la publi otoñal de El Corte Inglés. Tendré que pedirle la comisión.
En nuestro almuerzo, Nati pidió percebes «porque estamos en mes de erre, su momento». Pero no había y se conformó con gambas y camarones que sabían a gloria. Llegaba de Milán y me contó que en la evocación de Versace faltó Linda Evangelista, otra emblemática, «porque se ha puesto enorme». Y me cortó la digestión.
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