La segunda revolución rusa: soy joven, rico y exhibicionista
Cuando el presidente Putin subió al poder impuso a los oligarcas un voto de mínima discreción, hoy más necesario que nunca, en el escenario de crisis económica que azota al país, con 19 millones de rusos por debajo del umbral de la pobreza. A los ricos no les afecta la crisis, algunos han incrementado incluso su patrimonio, pero con Putin tuvieron que aparcar las competiciones del yate de mayor eslora. Sus noticias emigraron en gran medida de las páginas de sociedad a las de economía. Sucede que sus hijos, que no rinden cuentas a Putin sino que viven en la opulencia en el extranjero, disponen de teléfonos con cámaras y redes sociales donde pavonearse. La cuenta de Instagram RRK (Russian Rich Kids o niños rusos ricos), que recopila sus imágenes gastando y exhibiendo dinero de forma obscena, suma ya casi 300.000 seguidores en menos de un año.
Sarcasmo en las redes
Las excentricidades de los conocidos en Rusia como «chicos de oro» se han convertido en un fenómeno en internet y esta cuenta las compila junto a comentarios sarcásticos del tipo «¿Qué tal tiempo hace en la Madre Patria?», acompañando una foto desde un yate en Dubái. Todo vale. Limusinas, mansiones, tigres por mascota, coches bañados en oro, noches en la Costa Azul, duchas de champán, abrigos de piel... Algunas publicaciones son especialmente sangrantes, como un vídeo lanzando al aire en una discoteca billetes cual DiCaprio en «El lobo de Wall Street» o, aún peor, la foto de un deslumbrante Mercedes nuevo con la palabra CRISIS escrita en la matrícula, a modo de mofa.
La conocida cuenta de Instagram se inspira en otras similares con niños ricos saudíes y de EE UU. «La gente cuyas fotos publico sencillamente tiene mucho dinero. La diferencia es que, mientras en otros países hay normas más estrictas, en Rusia las leyes se pueden ajustar según el dinero que tengas», afirma el autor, que guarda el anonimato por motivos de seguridad. Pese a que las fotos son completamente reales, no dejan de constituir una parodia de los hijos de gente muy influyente, lo que en Rusia significa que puedes buscarte un problema. La riqueza del país está concentrada en pocas manos, 80 personas con más de 1.000 millones de dólares de patrimonio, de los que 66 residen en Moscú. «Es habitual, por ejemplo, que gasten cada noche varios miles de euros en botellas de alcohol que se quedan a la mitad. Su noción de dinero es totalmente diferente, para ellos comprarse un Ferrari es como para nosotros comprar un kebab», explica a este corresponsal Arnaud, un suizo con varios amigos rusos hijos de oligarcas.
Una de las fotos de la cuenta muestra el garaje de un «chico de oro» presumiendo de un coche de lujo para cada día de la semana. «Un día una amiga moscovita me preguntó qué planes tenía esa tarde, yo estaba libre, pero en Berna, a casi 3.000 kilómetros. No importó, ella cogió su jet privado y se vino para simplemente tomar un café y hacer algunas compras», continúa Arnaud. «Sólo le pregunté una vez por su padre, me dijo simplemente que era un “hombre de negocios”», palabra comodín en Rusia, una de cuyas acepciones populares se refiere a los mafiosos que se repartieron el país en los años noventa tras la caída de la URSS, que han blanqueado su dinero y ahora visten de traje.
Sin embargo, entre los padres de estos niños hay también ministros y altos funcionarios, pues en Rusia el mundo de los negocios y el de la política se funden a menudo. Sus fotos en redes sociales pueden llegar a jugar malas pasadas a los padres, especialmente si son políticos. Fue el caso de Dimitri Peskov, uno de los rostros más conocidos de Rusia, portavoz del Kremlin, obligado por ello a cumplir el voto de discreción. El pasado verano se casó por segunda vez con la ex campeona olímpica Tatiana Navka; la boda del año en el país. Con su sueldo oficial declarado de 120.000 euros anuales, Peskov anunció que pasaría la luna de miel en un hotel de Sicilia. Sin embargo, se filtró que estuvo en el velero Falcon, de 80 metros de eslora, el más caro del mundo, donde cada semana de alquiler cuesta casi 400.000. La pareja desmintió la información, pero para entonces su hija de 17 años ya les había delatado involuntariamente, publicando en Instagram varias fotos desde el interior del velero, geolocalización incluida. Alexei Navalni, opositor y conocido activista anticorrupción, habla de un «nuevo feudalismo»: «Hoy en Rusia es absolutamente normal que las directivas de los bancos estén encabezadas por los hijos de altos funcionarios, jóvenes que no tienen ni 30 años cuando son nombrados. Es una sucesión dinástica».
El matricidio de Sohin
Además de lujo y exhibicionismo, la dolce vita de la mayoría de los «chicos de oro» va asociada a mucho alcohol y también droga. A uno de ellos, Egor Sohin, de 19 años, hijo de un magnate de la construcción y estudiante en una escuela de negocios de Londres, se le fue la mano con lo segundo. Sohin, un habitual de los círculos de los hijos de oligarcas, declaró en redes sociales que no quería depender de sus padres, sino convertirse en billonario por sí mismo. Su madre le llevó a la ciudad rusa de Kazán para someterlo a un tratamiento de desintoxicación. Se instalaron en una habitación de hotel y a la mañana siguiente apareció ella muerta sobre la cama. Según la versión de la policía, el hijo la golpeó y la estranguló con el cable del cargador del teléfono móvil tras una fuerte discusión.
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