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Las deudas desguazan al «rey de la chatarra»
Figura de actualidad en la prensa del corazón, Luis Miguel Rodríguez García-Rivera se enfrenta a una delicada situación económica con la quiebra de Desguaces La Torre. La compañía adeuda 44 millones de euros.
Al desguazador de coches español por excelencia le están desguazando su cartera en los últimos meses a la vista de todos. Si la quiebra de Desguaces La Torre, acaecida esta semana, hubiese ocurrido hace seis años, es bastante improbable, por no decir imposible, que tuviera trascendencia alguna en la prensa del corazón. Pero el destino, en forma de sus habilidades seductoras, ha puesto a su propietario en las páginas de sociedad, ampliando su eco. Luis Miguel Rodríguez García-Rivera, «Luismi» para sus más allegados, era el dueño anónimo que había tras estos desguaces, unos de los más grandes de Europa. Hasta que llegó 2013. Ese año, y después de un matrimonio que duró más de treinta años, inició una relación sentimental con Carmen Martínez-Bordiú, la nieta de Franco, que terminó cuatro años después y que acabó para siempre con su discreta vida. Ahora, Luis Miguel Rodríguez, que ha comenzado una nueva relación con la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada, afronta desde la esfera de personaje público en la que está instalado la dicotomía de su éxito sentimental y sus crecientes problemas empresariales.
El «rey de la chatarra» o «el chatarrero», como se conoce a Rodríguez, ha visto cómo esta semana el Juzgado de lo Mercantil número 12 de Madrid declaraba Desguaces La Torre en concurso de acreedores. La figura, la antigua suspensión de pagos, implica que Rodríguez dejará de tener el control efectivo de la compañía, que será tutelada por un administrador concursal, Ubsolvia SLP.
En total, las deudas vencidas y exigibles a la empresa ascienden a 44 millones de euros, según asegura la sentencia del tribunal. De esta cantidad, 14,6 millones de euros corresponden a su deuda con la Agencia Tributaria y otros 1,3 millones de euros a la que tiene pendiente con la Seguridad Social. Aunque en el último año Rodríguez había logrado reducir ligeramente sus obligaciones pendientes con el fisco, la empresa no ha logrado levantar cabeza. Sus problemas vienen de lejos. Ya en el año 2014, la firma que revisó sus cuentas, Garrido Auditores, denegó expresar una opinión sobre las mismas ante las debilidades contables mostradas y advirtió de que existía una situación indicativa de «una incertidumbre sobre la capacidad de la entidad para continuar su actividad». Los auditores constataban un desbarajuste contable que ha terminado por poner ahora la soga al cuello a la compañía fundada en 1981.
Aunque Rodríguez, hijo de un agricultor y hombre hecho a sí mismo que carece de estudios más allá de los básicos y al que se atribuye una fortuna que ronda los 40 millones de euros, ha asegurado en varias ocasiones en público en los últimos años que estaba solucionando los problemas con Hacienda, la realidad es que sus cuitas con el fisco han ido a peor.
En febrero de 2017, agentes de la Agencia Tributaria se personaron a la sede de Desguaces La Torre, en la localidad madrileña de Torrejón de la Calzada, donde intervinieron dinero y algunos coches para finiquitar la deuda que tenía con el fisco, que entonces se cifraba en unos ocho millones de euros. Un año después, creció por encima de los 15 millones de euros, según el listado de grandes deudores hecho público por la Agencia Tributaria. Y como la deuda continuó aumentando, la presión del fisco sobre Rodríguez lo hizo en la misma proporción. A finales de 2017, el organismo tomó la decisión de subastar diez parcelas que le fueron embargadas a Rodríguez en Torrejón de la Calzada para cobrarse la deuda. Los terrenos fueron tasados en 37 millones de euros, pero la puja tuvo que ser suspendida porque estaban edificados.
Rodríguez había comenzado a levantar un museo del automóvil para el que no cuenta con licencia por estar en terrenos no urbanizables y que además están protegidos. A principios de este año, el ayuntamiento decidió dar un plazo de tres años y medio al empresario para demoler la estructura levantada, seis meses para presentar un proyecto de demolición y otros tres años para ejecutarlo, y dejar el paraje tal y como estaba. Rodríguez presentó alegaciones contra la decisión, ya que los costes de tirar abajo lo edificado deben correr de su cuenta.
A primeros de año, la Agencia Tributaria dio otra vuelta de tuerca a su pulso con del dueño de Desguaces La Torre y sacó a subasta otra de sus propiedades. En este caso, una vivienda de 5.300 metros cuadrados que tiene en el municipio madrileño de Torrejón de Velasco y cuyo precio de partida se fijó en 10,9 millones de euros. La titular de la vivienda, La Casa Grande Aceite de Oliva, es una sociedad que Rodríguez comparte con su ex mujer, María Asunción Fernández López, y que también tiene más de 60 fincas en Toledo. La compañía también figura en la lista de grandes morosos de Hacienda, con un pasivo de 2,22 millones de euros.
Un trabajador infatigable sin trabajo
De Luis Miguel Rodríguez dicen que es el primero en llegar al trabajo y el último en irse. Ahora, por exigencias del guión, no tendrá tanto estrés. La declaración del concurso de acreedores de Desguaces La Torre le va a privar de gestionar el día a día de la compañía. En su sentencia, el juez que lo ha decretado establece la “suspensión de facultades” de la compañía de administrar y disponer de su patrimonio y bienes que se integren al proceso, que serán gestionados por la administración concursal designada.
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