Asturias
Leonor, una princesa que ya sabe lo que es ser Reina
La joven es un calco en su forma de ser de la del Rey Felipe. No provoca problemas, sino que trata de colaborar para solucionar los que surgen cerca de ella.
La Princesa de Asturias, primogénita de los Reyes Felipe y Letizia y heredera por tanto de la Corona española, cumple el próximo martes 12 años. Una edad que se va acercando inexorablemente a la adolescencia aunque por el momento Leonor de Borbón no parece dar síntomas de la rebeldía que caracteriza a esa etapa de la vida en la que el cuerpo y la mente de los niños experimentan grandes transformaciones hasta llegar a convertirse en personas adultas. Hasta ahora, según personas allegadas a la Familia Real, la Princesa Leonor sigue siendo una niña tranquila, noble, de carácter apacible, reflexiva y muy responsable en su forma de actuar, al ser plenamente consciente de lo que significa ser hija de los Reyes.
En el Colegio donde se educa, el mismo al que asistió su padre, está considerada como muy buena estudiante, una alumna que cumple con sus tareas escolares de forma regular y que sabe que su condición de Princesa no conlleva privilegio alguno sino más bien todo lo contrario, ya que esa circunstancia le obliga a dar ejemplo. En Santa María de los Rosales, ubicado en la localidad madrileña de Aravaca, ella es una alumna más en todos los sentidos: procura y logra tener buen trato con todos sus compañeros de clase, juega con ellos durante los recreos a lo que juegan todos los niños, voleibol, fútbol... lo normal a esas edades.
Nada de chuches
El día de su cumpleaños, la hija mayor de los Reyes asistirá a clase como un día más y no celebrará sus doce años invitando a sus compañeros a golosinas, como hacía cuando era más pequeña. Ya está en primer curso de la ESO y esa costumbre es más propia en los cursos de Primaria. Con sus padres, los Reyes, lo festejará en familia y probablemente el fin de semana siguiente invitará a algunas amigas a compartir la celebración. Es lo que ha venido haciendo en años anteriores y lo que suelen hacer también sus compañeros de colegio.
Los que conocen a fondo a la Princesa de Asturias y también han tratado a su padre afirman de forma categórica que Leonor es un calco en su forma de ser de la del Rey Felipe. Su carácter es bondadoso y con tendencia siempre a llevarse bien y a ayudar a los que le rodean. No es una niña que provoque problemas sino más bien trata de colaborar para solucionar los que puedan surgir cerca de ella. Los rasgos de su cara son dulces, fiel reflejo de su temperamento tranquilo y no hay asomo de conflicto en su semblante en las contadas ocasiones que se ha tenido oportunidad de verla. Es de todos sabido que sus padres, y especialmente su madre la Reina Letizia, han llevado a rajatabla su propósito de evitar una sobreexposición ante los medios de comunicación. Lo que ellos han procurado desde que nacieron es que tanto Leonor como Sofía pudieran disfrutar de sus años de infancia como otros niños de su edad y que no sintieran la presión de los focos a todas horas que podría haberlas agobiado demasiado. Por cierto, con su hermana Sofía se lleva muy bien, muestran claramente que se quieren mucho y en el colegio es frecuente ver a las dos hermanas achuchándose y teniendo gestos de cariño la una con la otra.
Sin embargo, el tiempo sigue su curso e inevitablemente tanto la Princesa como su hermana, la Infanta Sofía, tendrán que ir incorporándose a la vida oficial que les corresponde como miembros de la Familia Real. Este año ya ha habido muchos medios que han expresado su extrañeza de que la heredera de la Corona no haya asistido a la ceremonia de entrega de los Premios que llevan su nombre. Incluso algunos han apuntado que quizá era todavía un poco pronto para asumir todo el protagonismo pero que podría haberse adoptado una fórmula intermedia y haber asistido al acto como espectadora junto a su abuela, la Reina Sofía, en el palco que ella ocupa cada año en el Teatro Campoamor. Su padre asistió por primera vez a la entrega de los premios y leyó su primer discurso cuando tenía 13 años, lo que hace pensar que el año que viene podría ser la primera vez que Leonor apareciera en Oviedo. Pero cuando se pregunta en el Palacio de la Zarzuela en qué momento se podrá ver a la Princesa de Asturias en la capital ovetense y ser ella la que entregue los prestigiosos galardones, la respuesta es que irá cuando los Reyes Felipe y Letizia lo consideren «razonable». Un término lo suficientemente ambiguo para dejar en el aire cuando se producirá realmente.
En la actualidad, la protección que los Reyes ejercen sobre sus hijas da como resultado que aparezcan en público en muy contadas ocasiones. En Navidad no hay costumbre, como sí existe en la mayoría de las Casas Reales Europeas, de facilitar imágenes de la Princesa Leonor y la Infanta Sofía en un ambiente hogareño donde se perciba la época de Navidad. La opinión pública se ha de conformar con que las niñas aparezcan en la felicitación de los Reyes, o bien ellas dos solas o acompañadas de sus padres, en una fotografía tomada durante algún acto ocurrido a lo largo del año. Otra ocasión en la que aparecen públicamente es en la Catedral de Palma de Mallorca, en la Misa del Domingo de Gloria que pone fin a la Semana Santa. Durante el verano solo hay un par de oportunidades de ver a Leonor y Sofía: en la foto que se hace la Familia Real en el Palacio de Marivent, su residencia de vacaciones durante años, y en algún lugar típico de Mallorca que sirva para dar a conocer algunas zonas de interés cultural de la isla balear. Y por último, la tercera aparición pública de la Princesa de Asturias y la Infanta es la que se produce el día 12 de octubre, Fiesta Nacional española. Las niñas únicamente asisten al desfile militar que ven junto a sus padres en el Paseo de la Castellana madrileño y luego regresan a su residencia mientras que los Reyes se desplazan al Palacio Real para saludar a los invitados a la recepción oficial.
Tampoco son muy explícitos aún en la Casa del Rey ante una cuestión de vital importancia como es la planificación de la formación académica de la Princesa de Asturias o si estará obligada a adquirir una instrucción militar al igual que hizo Don Felipe. La desaparición del servicio militar y la existencia actual de un ejército profesional han transformado el panorama lo suficiente como para repensar si será necesario que la heredera de la Corona dedique tres años de su vida a recibir una formación castrense. El criterio del Palacio de la Zarzuela va más bien por adaptarse a las necesidades que vayan surgiendo en la sociedad, especialmente con la rapidez que se desarrollan los avances tecnológicos, cuyo conocimiento es hoy absolutamente imprescindible. Lo que se tratará es de respetar las aptitudes e inclinaciones de la heredera de la Corona y hacerlas compatibles con las funciones que tendrá que desempeñar como Reina de España.
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