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Rockefeller: Así será la subasta del siglo
Entre el 8 y el 10 de mayo se adjudicarán cerca de dos mil piezas –cuadros, muebles, porcelanas y tapices– que pertenecieron al acaudalado matrimonio formado por David y Peggy. Se estima que se recaudarán más de 500 millones de dólares
Entre el 8 y el 10 de mayo se adjudicarán cerca de dos mil piezas –cuadros, muebles, porcelanas y tapices– que pertenecieron al acaudalado matrimonio formado por David y Peggy. Se estima que se recaudarán más de 500 millones de dólares.
En más de 250 años de historia, Christie’s ha subastado desde el cuadro más caro del mundo, el «Salvator mundi», los vestidos de Diana de Gales o las zapatillas rojas de Judy Garland en «El mago de Oz», hasta un huevo Fabergé de 12 millones de euros y un autorretrato de Frida Kahlo que fue el primer cuadro de un latinoamericano en superar el millón de dólares en una subasta. Sin embargo, este 8 de mayo comenzará una puja que conformará un capítulo sin precedentes en la historia de esta casa. La colección de David y Peggy Rockefeller sale a la venta y se espera que recaude más de 500 millones de dólares. Entre los 1.550 lotes se cuentan más de cien obras de pintores impresionistas, posimpresionistas y de arte moderno, una vajilla de porcelana de Sèvres hecha por encargo para Napoleón, una veintena de muebles antiguos, porcelanas chinas, japonesas y coreanas. Y todo lo recaudado por su venta será donado a fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro.
David Rockefeller, que falleció el año pasado a los 101 años, era el nieto menor de John D. Rockefeller sénior, el magnate del petróleo y el primer multimillonario estadounidense. David era conocido por haber fundado el Chase Manhattan Bank, pero también por su labor filantrópica –donó más de 800 millones de dólares a lo largo de su vida– y su pasión por el mundo del arte. De hecho, su madre, Abby Rockefeller, fue una de las tres fundadoras del MoMa de Nueva York y David perteneció a la junta del museo hasta su muerte. El mejor ejemplo de su vínculo con esa institución es que el actual jardín de esculturas del MoMa fue, en los años sesenta, la casa donde David nació.
Pero mucho antes de desarrollar su pasión por el arte, al magnate ya le había «picado el bicho del coleccionismo», según cuenta el profesor Michael Watts, «cuando encontró un espécimen de Parandra brunnea, un escarabajo longicornio» en la casa familiar de Tarrytown, Nueva York, cuando tenía apenas siete años. El insecto le fascinó tanto que lo preservó y se dedicó, desde entonces, a coleccionarlos (cuando murió, había reunido más de 2.000 especies distintas y hasta había descubierto un escarabajo que lleva su nombre, el diplotaxis rockefelleri). Claro que después de casarse con Peggy en 1941, su interés por el arte aumentaría de manera notoria. Ella era quien se encargaba de decorar sus hogares y elegía con mimo las piezas que exponía, eso sí, sin caer jamás en lo opulento, o al menos eso han asegurado algunos de sus distinguidos invitados tras su fallecimiento.
Aunque no todos eran tan benevolentes. En 1948, Marga Barr, esposa del entonces director del MoMa, Alfred Barr, visitó la casa de Manhattan de los Rockefeller y, según escribió el propio David, criticó las pinturas «de hombres con chaquetitas rojas» que decoraban sus paredes. La pareja se sintió insultada y pidió consejo a Barr, quien a partir de entonces les daría a conocer a las obras de muchos impresionistas franceses y de artistas precursores de dicho movimiento. Entre los lotes que salen ahora a subasta se encuentran, por ejemplo, cuadros de Manet, Corot, Monet y Pissarro.
Sin duda, parte del encanto de la colección reside no solo en su inmenso valor, sino también en el vínculo de ésta con los Rockefeller y los historias que cuenta. Es el caso de «Los Rivales», de Diego Rivera, que el mexicano pintó en 1931 en un barco de camino a Nueva York, a donde iba a conocer a Abby Rockefeller para hablar de una restrospectiva suya que se preparaba en el MoMa. El cuadro representa las festividades de Oaxaca y además de que fue la primera obra suya que la familia adquirió, en 1941 la matriarca se lo ofreció a su hijo como regalo de bodas.
Un gran momento para Peggy y David fue la compra, en 1968, de la colección que había pertenecido a Gertrude Stein. Rockefeller unió fuerzas –y dinero– con su hermano Nelson, también un gran coleccionista, William S. Paley, John Hay Whitney y André Meyer para hacerse con el conjunto y tuvo la suerte de ser el primero en elegir las obras que quería para sí. Quizá la más relevante de ellas sea «Fillete a la corbeille fleurie» (1905), de Picasso, que el martes sale a la venta por más de noventa millones de dólares.
Diez años de negociación
La colección es tan impresionante que, antes de la subasta, Christie's la ha expuesto en Londres, París, Pekín, Los Ángeles, Shanghái y Nueva York, donde cientos de personas hicieron fila para contemplarla. Para la casa de subastas se trata de una venta histórica por la que lucharon durante una década, según el periodista James Reginato, que explica que Marc Porter, director de Christie's en Estados Unidos, cerró finalmente el negocio en 2013. Rockefeller había dejado claro mucho antes que quería que su colección pasara a manos de otros dueños «que obtengan de ella tanta satisfacción y alegría como nosotros». Dicho deseo va de la mano con su legado filantrópico –durante su vida, donó más de 800 millones de dólares a las causas que apoyaba–, que sus diez nietos también mantienen vivo, sobre todo en cuanto a salvaguardar el medio ambiente se refiere.
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