La Habana
Su boda con Javier, la operación triunfo de Elena Tablada
En el peor momento de su relación con David Bisbal, la diseñadora se casa por amor y en una iglesia cubana con el empresario, cuya familia aparece en las listas de las más ricas de España.
En el peor momento de su relación con David Bisbal, la diseñadora se casa por amor y en una iglesia cubana con el empresario, cuya familia aparece en las listas de las más ricas de España.
Iglesia de San Juan de Letrán, La Habana (Cuba). En el mismo altar que sus abuelos, el médico Jorge Tablada y su esposa Elena, sellaron su unión hace seis décadas, Elena Tablada (37 años) confirma hoy, 8 de diciembre, ante Dios el «sí» que ya entonó ante su hombre, Javier Ungría, en una boda civil en los Juzgados de Miami el pasado 15 de agosto. «Eres perfecto para mí. Aspecto de príncipe de esos cuentos de hadas con un final feliz, un corazón de los que hoy en día están en peligro de extinción, una capacidad única para hacer todo fácil y natural». En la romántica descripción de su amado, con la que la ex de David Bisbal anunciaba su compromiso en abril vía Instagram, se obvia una característica nada desdeñable: su marido, además de todo eso, es lo que se conoce popularmente como un buen partido. El abogado y empresario (37) pertenece a una familia tan acomodada como preocupada por la discreción. Hasta que la diseñadora de joyas, dueña de la marca ETLA, puso sus ojos verdes en Javier (y viceversa), el único miembro mediático del clan era su tía, Miriam Ungría, viuda del príncipe Kardam de Bulgaria, primogénito del rey Simeón. Sin embargo, en los círculos de negocios, Javier Ungría López, el padre del novio, es todo un referente nacional. El suegro de Elena Tablada es dueño de Ungría Patentes y Marcas S.A, fundada por su padre, Bernardo Ungría, en 1891, y dedicada a la propiedad industrial e intelectual. Esta empresa tiene más de 160 empleados y sedes en Madrid, Alicante, Barcelona, Bilbao, Jerez, Oviedo, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vigo, Zaragoza y una oficina en Estados Unidos. Según el portal Asexor, su facturación anual supera los dos millones de euros. Además, este prestigioso abogado, casado en tres ocasiones y padre en cinco, tiene 16 cargos activos en diversas compañías. Posee el 10 por ciento del Banco Sabadell y el 13 de la Inmobiliaria Valdebebas, además de ser partícipe en otras inversiones. Su triunfo económico, desde que con 36 años se puso al frente de la empresa familiar, no ha desembocado en un mayor protagonismo en los eventos de la jet set, donde las Tablada siempre juegan en casa desde que cambiaron el régimen castrista por La Moraleja. La única entrevista de Ungría López la encontramos en «La Vanguardia» en 1993, donde reconocía que el negocio de patentes movía entonces 30.000 millones de pesetas (180 millones de euros). Diez años después era designado vocal del Museo Nacional de Arte Reina Sofía y en 2009 se le citaba en un reportaje titulado «Los amos del dinero en España», donde su apellido aparecía junto a los Ortega o los Botín. Su hijo Javier, que estudió Dirección y Administración de Empresas en el CEU y ha trabajado como abogado, estaba destinado a coger el testigo de su reputado progenitor. Sin embargo, a finales de 2016, pocos meses después del flechazo con la mujer que conquistó a Bisbal en el aeropuerto de Miami en 2004, montaba una marisquería llamada Haches junto a su amigo Marcos Diéguez, que es un reclamo entre «la crème de la crème» del madrileño barrio de Salamanca.
Iras desatadas
En los últimos dos años, la familia de Javier solo ha tenido que preocuparse de ubicar en Google Maps sus frecuentes escapadas junto a la empresaria y madre de Ella Bisbal, de 8 años, con la que ha estado en Brasil, Marruecos, Bali y México. Hasta que Rosanna Zanetti, la venezolana con la que el «triunfito» se desposó a la chita callando en julio, se vistió de flamenca con la princesa de Bisbal en la feria de Almería y le dio al botón de «compartir». La instantánea de ambas juntas desató a la diseñadora. Tras catorce años muda, explotó «harta de escuchar barbaridades, como que comercializo con mi hija», mientras su prometido apuntalaba con un «ole tú, mi amor». Al cierre de esta edición, la exclusiva con «¡Hola!» alcanzaba los 30.000 euros. En este río revuelto ha hecho caja hasta un ex chófer, que la ha señalado como «una mujer fría que trataba a David coma un perro». A saber. Y entonces, llegó la boda. Desde un barco, junto a su adinerado amor y su hija, Elena ha mandado un recado por la misma vía que el que hizo arder Madrid: «Karma». Lo tiene claro. Para «Operación Triunfo», la suya.
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