Papel
«State of Play»: La televisión no es para Hollywood
La maestría con la que la televisión pública británica se desenvuelve en el mundo de las miniseries no se ciñe, como ya hemos visto en esta misma página, a las series históricas o las adaptaciones literarias como «Jonathan Strange y el Sr. Norrell», y con «The Fall» ha cosechado recientemente excelentes críticas. Hace unos años, la BBC destacó con otra gran miniserie ambientada en la actualidad, que se ocupaba de algo tan televisivo como un asesino en serie, el periodismo y la corrupción política. Y lo hacía con la creación más conocida del brillante productor y guionista inglés Paul Abbott, «State Of Play».
Por desgracia para Abbott, y para la propia miniserie, su fama internacional no llegó cuando fue estrenada y la crítica aplaudió la calidad de la producción. Lo hizo cuando Hollywood se interesó por el libreto del guionista y lo destrozó a su manera, con un reparto de relumbrón encabezado por Russell Crowe y Ben Affleck. Porque cualquier parecido entre ambas historias, más allá del título, es pura coincidencia. Afortunadamente siempre quedará la miniserie, la primera experiencia de Abbott con el «thriller» político. Menuda experiencia.
Porque bajo la dirección de David Yates, la ficción plantea al espectador una historia repleta de sorpresas que arranca cuando la ayudante de un político y un joven relacionado con un trapicheo de drogas mueren asesinados el mismo día, desatando una ola de sucesos dispuesta a cambiar las vidas de los que están involucrados en ella. Más que una serie política, «State Of Play» es, sobre todo, una serie del periodismo más comprometido que cada vez más se da de bruces con intereses políticos o económicos. El tipo de periodismo que trata de hacer Cal McCaffrey, un hombre con una vida personal desastrosa al que su interés por saber más de lo que parece una casualidad le lleva a la historia más importante de su carrera periodística.
Para poner orden en el equipo de Cal, formado por reporteros tan ansiosos por descubrir la verdad como él, está Cameron Foster, el excéntrico y calculador director de «The Herald». Siempre al servicio de la empresa dueña de la cabecera, Cameron es un hombre que deberá elegir entre la pasión de sus trabajadores y la suya propia, o las órdenes de sus jefes, que no están dispuestos a verse perjudicados por un escándalo. También se encuentra en una encrucijada el diputado laborista Stephen Collins, experto en mantener una existencia llena de apariencias en la que los engaños salpican su vida personal y profesional. Hasta que su viejo amigo Cal vuelve a su vida, preparado para hacerle muchas preguntas.
Dividido en seis episodios, «State Of Play» es un apasionante thriller político en el que unas excelentes interpretaciones se unen a una brillante historia, dando lugar a una de las mejores miniseries de la prolífica cadena británica. Galardonada con tres premios BAFTA, entre ellos el de mejor actor dramático a Billy Nighy por su papel de Cameron, es una de las referencias imprescindibles cuando hablamos de buenas producciones sobre periodismo. Porque más allá de las ínfulas de guionistas estadounidenses y su mística, Abbott retrata apasionados reporteros para los que la lucha por la verdad es, bastantes veces, una batalla que saben que van a perder, aunque no por ello dejan de afrontarla. Mucho más realista.
- Lo mejor
La eficacia con la que Abbott es capaz de condensar un gran «thriller» político y una buena historia periodística en seis capítulos, provocando que el espectador lamente la brevedad de la creación. Y por supuesto sus geniales personajes, empezando por Cameron y siguiendo con el incansable Cal.
- Lo peor
Siempre estará marcada por lo que Kevin Macdonald en la dirección y tres guionistas en el libreto llevaron a la gran pantalla, haciendo una taquilla que superó los noventa millones de dólares. Una pena que no todos aquellos que pagaron entrada se interesen por la miniserie británica.
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