Andalucía
Caballos toreros
Cuentan que fue un militar, D. Antonio Cañero, quien utilizaba los caballos de vaqueros y conocedores para rejonear en las plazas. Tales fueron los casos de «Águila Blanca» o la jaca bautizada como «La Bordó». Cañero recuperó el toreo a la jineta, pero con la vestimenta del campo andaluz a principios del siglo XX. Más tarde, llegaron el Duque de Pinohermoso y D. Álvaro Domecq y Díez, Alcalde de Jerez, inmortalizado en fotos y en el forro de miles de sombreros con su silueta montando a la yegua «Espléndida». En la finca «Los Alburejos», aún se conserva descendencia de esta célebre yegua y hay un patio rotulado con su nombre. Otro caballero jerezano, D. Fermín Bohórquez Escribano (aunque nacido en Sevilla, vivió toda su vida en Jerez), tuvo en «Neptuno» a uno de los caballos más importantes de la historia del toreo a caballo. Fue el auge de la sangre lusitana en el rejoneo, aunque estos equinos conservaban una clara ascendencia cartujana. «Quo Vadis» con Joao Branco Nuncio y «Bombita» con Simao da Veiga, también se dejaron ver por las plazas de Iberia. Aunque sería el caballo «Sudeste» del portugués José Manuel Lupi, el que sentó cátedra en los 70 a la hora de quebrar en la cara del toro. Como años más tarde hiciera Joao Moura con «Ferrolho». «Opus 72» con Álvaro Domecq Romero y «Príncipe» e «Indiano», de los Centauros de La Puebla, también brillaron formando el cuarteto de los Cuatro Jinetes del Apoteosis. Pero fue «Cagancho», de Pablo Hermoso de Mendoza, el que alcanzó fama más allá de los ruedos. Hoy día, dos caballos cumbres son «Nazarí», de Diego Ventura, y «Sol», de Leonardo Hernández. Lo difícil del caballo torero no es ir galopando hacia el toro, sino soportar su presencia y sortear con arte sus embestidas.
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