Huelva
El sindicato en su perejil
Las centrales sindicales de España salieron ayer a su desfile callejero anual y el espectáculo, naturalmente, no desmereció. A la salsa de lemas y adrenalinas no le faltó ni el perejil. Un año más, y van ya trienios, la cosa consistió en un despliegue de prendas más o menos coloridas y una letanía de grisáceas consignas, quedando de nuevo demostrado que el Primero de Mayo es al trabajo lo que la fiesta del 12 de octubre supone para el patriotismo: sin cabra, pero sí con una mostración desapegada de cornamenta piquetera. Hay quien defiende que los sindicatos deben tantos favores que deben hasta callarse. El Estado de Derecho, no obstante, debe atenerse al orden de la ley y la justicia, detalles precisamente de los que se olvidan tan a menudo las agrupaciones que dicen defender los derechos de los trabajadores. En Andalucía, la manifestación central se desarrolló en Huelva. Allí estuvieron como cabezas de cartel Carmen Castilla y Nuria López, secretarias generales/generalas de las centrales regionales de UGT y CC OO, a quienes les lucía esa sonrisa forzada de tener que cumplir con la calle, con los suyos. Ambas dirigentes, como el resto de cargos sindicales, son conscientes de la notable merma de la credibilidad debido a las décadas de pesebre continuado y ahora, claro, toca persuadir al respetable descreído con cantinelas demodés. De ahí que ayer, en la capital onubense, se oyeran lemas casi ingeniosos en favor de los pensionistas, por muy ridículo que resulte reivindicar al único colectivo sin deberes laborales, por muy irresponsable que tales ruidos supongan en el menoscabo del Pacto de Toledo. El propósito es ganar el tiempo perdido por la rapiña practicada años atrás, pero ocultándose detrás de la cortina de los jubiletas o del mujerismo. No faltó ni un perejil, o sea.
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