Cultura

Estar siempre a pie de calle

La Razón
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Esto es lo que hemos oído millones de veces a los dirigentes de la coalición formada por Podemos e Izquierda Unida. Recordar que el gran enfrentamiento de Iglesias y Errejón se ha debido a que el dirigente de la coleta sostenía y sostiene que, además de estar en las instituciones, hay que estar sobre todo en la calle y así conocer de primera mano lo que le gusta o no le gusta –y no precisamente en el amor– al pueblo y no caer en la burbuja en la que están instalados los partidos de la casta. Aprovechando la cuaresma, y antes de que llegue el solsticio de primavera, como ellos llaman a la Semana Santa –me da a mí que en eso ha debido haber un fallo en la íntima relación con el pensamiento popular mayoritario, porque la inmensa mayoría sigue llamando por su nombre de siglos a la Semana Santa–. A lo que estamos, primero se ha pedido la supresión de la misa dominical en la segunda cadena de RTVE. Ahora se pide por parte de IU en el Ayuntamiento de Sevilla que se suprima del antiguo escudo de la ciudad la corona, los obispos San Isidoro y San Leandro, el Rey San Fernando y el título de mariana. ¿Por qué? Por lo de siempre, por ser todos un atajo de fascistas, que aquí te tachan de fascista y más te vale emigrar a Canadá. Lo que no encaja es que estando siempre en la calle respirando, conociendo todo lo que el pueblo quiere, no estén al cabo de que la inmensa mayoría de los sevillanos muere por sus vírgenes, desde la Macarena hasta la señora del Sol –la última en incorporarse al carrera oficial– que van por miles a sus cultos, a sus besamanos, que abarrotan la ciudad para verlas en sus palios, que sus ojos se llenan de lágrimas cuando los varales se cimbrean al ritmo de las maravillosas marchas. Que vuelven de sus vacaciones par estar a las 8 de la mañana de cada 15 de agosto viendo, cumplimentando, a su Virgen de los Reyes. Que salen en perigranación por mayo de Triana, la Macarena, el Salvador, el Cerro, Sevilla Sur y de todo los pueblos del Aljarafe para postrarse ante la Blanca Paloma. Yo creo que ante estas muestras de devoción a la Virgen María deben rectificar y pedir que a mayor tamaño en el escudo de Sevilla se vea la leyenda «muy, pero que muy mariana». Después de esta petición tan fuera de la realidad, tan frívola, vamos a la frivolidad glamourosa y apetecible para un domingo al sol. Esta semana me he fijado más en las curiosidades que en los grandes reportajes de las revistas de la semana. Por ejemplo, nos enteramos de que los bolsos de la Reina Isabel de Inglaterra, que van unidos a ella como si fueran una parte de su cuerpo, no llevan dentro el ordenador con las claves para activar los cohetes nucleares, pero sí es cierto, según esta información, que se podría decir que están tuneados por los servicios de inteligencia, de tal forma que la Reina siempre está conectada con los servicios de seguridad, recogiendo éstos una información relevante. Ahora comprende uno la razón de esa unión inquebrantable entre la soberana británica y sus bolsos. Hay un reportaje en «Hola» con un titular sorprendente: «Milán, pasarela de celebritis». Uno en su inocencia da por hecho que todos los «vip» que salen en las fotos van a una gala de moda o a un estreno de teatro o de cine. Pues no. Esa especie de alfombra roja de «celebritis» iban a un funeral.

También en «Hola» vemos a la Reina Rania de Jordania. Ella siempre tan estupenda se sienta en unos escalones con las lugareñas del pueblo de Al Salt para aprender como se teje el «shemagh». Ya saben, el famoso pañuelo palestino. Si yo fuese la «Omaíta» de Los Morancos le diría a su majestad: «Pero qué haces muchacha, si tú no estás hecha para estas labores, y además te vas a dejar tus delicadas manos llenas de pinchazos. Llama a Channel y que te hagan una docena con los mismos cuadros del original pero con estilo, con sedas y no esa especie de estameña basta que hace rozaduras a tu exquisito cuello, que además te lo van a regalar, con lo buena clienta que tú eres de Channel».