Sevilla

La esencia de la belleza castiza

El lienzo «Las dos sendas», una de las obras expuestas en la muestra
El lienzo «Las dos sendas», una de las obras expuestas en la muestralarazon

La exposición «Julio Romero de Torres. Entre el mito y la tradición», que abrió ayer sus puertas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, muestra 28 obras del pintor cordobés, considerado el más popular del cambio de siglo español. La mujer morena, racial, andaluza, sensual pero de cierto aire místico marcado por el quietismo simbólico se convirtió en el principal motivo de su obra, como a lo largo del siglo veinte han demostrado carteles y billetes de banco, unas reproducciones que, sin embargo, han ocultado sus principales valores como artista.

Así lo explicó Lourdes Moreno, comisaria de la muestra promovida por el Museo Thyssen de Málaga y que estará en la capital hispalense hasta el 12 de enero, al asegurar que esta selección de cuadros revela «la esencia» del pintor porque tales obras «son muy representativas y propias de su imaginario poético». Entre ellas está el retrato titulado «Fuensanta», el que ha alcanzado un precio más elevado de todos los de Romero de Torres, 1.375.000 euros en subasta, y una de las imágenes que más contribuyó a crear el mito del pintor de la mujer morena. Un lienzo que estuvo en la Exposición de 1929 en Sevilla, meses antes de la muerte del artista, que luego se trasladó en una colección en Argentina y finalmente fue adquirido, a ese precio, por un coleccionista español.

El pintor, según Moreno, fue admirador de Goya y de los pintores del Renacimiento, culto y amigo de escritores, de quienes se dejó contagiar el pesimismo del 98 que trasladó a sus lienzos más oscuros y con el que «castellanizó el silencio de Córdoba». De Valle-Inclán tomó cierta inclinación al ocultismo, al quietismo estético y una idea de tragedia basada en que «los elegidos por los dioses están marcados por un destino infausto».

Aunque Francisco Villaespesa lo definió como «hombre triunfal en toda Andalucía» y la comisaria lo ha tildado de «el más medularmente andaluz de todos los pintores», su figura no ha estado exenta de críticas. El escritor José Moreno lo tachó de «relamido, manido y acaramelado».