Andalucía
«La tentación del olvido es muy fuerte en España»
El director de la Casa Gerald Brenan defiende que el autor británico “escribe con una independencia innegociable. Es un escritor pedagógico, que te va seduciendo”
El director de la Casa Gerald Brenan defiende que el autor británico “escribe con una independencia innegociable. Es un escritor pedagógico, que te va seduciendo”
La Casa Gerald Brenan de Churriana (Málaga), que dirige, acaba de publicar «Cosas de España», el primer libro de la biblioteca del autor británico que quieren recuperar.
Este libro tiene para mí una especial trascendencia porque procede de una conversación larga de varios meses con el legatario de la obra de Gerald Brenan, Carlos Pranger –hijo de Linda Nicholson Price, colaboradora en los últimos años del maestro–. Es una reunión de ensayos, artículos y crítica literaria que nunca vieron la luz en castellano.
¿Qué cosas son esas que tenía España para Brenan?
Él era inglés hasta la médula y fue uno de los grandes viajeros, pero el país que considera su refugio y su referente auténtico es España. Es uno de los hispanistas clave del siglo XX, un escritor excéntrico y un caminante apasionado, le gustaba llegar a los sitios más remotos.
Como la Alpujarra.
Cuando llega a España, después del trauma de la Primera Guerra Mundial, lo hace primero a La Coruña y desde allí hace un viaje increíble hasta la Alpujarra. Él decía que para conocer los países había que hacerlo a pie, como un antropólogo.
¿Qué atrae tanto de nuestro país fuera?
España atrae porque es una encrucijada, porque el mito español es real. Es heredera de muchos episodios históricos que conforman Europa y que han hecho el mundo. A los británicos les ha interesado siempre esa nación que había estado enfrentada a sus reyes. Brenan está por encima de los estudios científico-universitarios, es un hombre que escribe con una independencia innegociable. Su excepcionalidad como hispanista es que además es un escritor maravilloso, pedagógico, que te va seduciendo. Esta obra, que hemos editado con el objetivo de hacer una Biblioteca Brenan en la Casa, aborda temas desde San Juan de la Cruz a Santa Teresa, el laberíntico mundo de Cervantes, la España de Galdós, Picasso, Machado, García Lorca –con el que estuvo muy obsesionado por encontrar su tumba–, los poetas del 27, Cela, Carmen Laforet... En este libro España se ilumina con la voz de Brenan.
¿Escribe más para el lector extranjero?
Es para todos porque sabe que se da un síndrome: los que peor conocen su país son los propios ciudadanos. El libro tiene un prólogo de Pranger que cuenta la mirada de Brenan sobre la herida española, que a él le sorprendía.
¿Cómo nos veía Brenan?
Sentía una profunda atracción por el país y le interesaba el reñidero que es España.
Eso es una falacia, aquí reñimos lo mínimo.
El referente es por el libro famoso de Franz Borkenau, donde aborda el tema español en la Guerra Civil. Es un latiguillo sociológico, pero yo no voy a entrar en ese conflicto.
¿Con qué títulos va a continuar la biblioteca?
Estamos preparando «La faz de España», el ensayo que hace Brenan de la situación española cuando viene en el año 49, en plena posguerra franquista –él y Gamel Woolsey, su esposa, se tuvieron que ir en septiembre del 36–. La situación que ve todavía no es muy halagüeña y cuatro años después se establecen definitivamente en Churriana. Del 53 al 68, cuando muere Gamel, esos años les he venido a llamar los «golden years», los «años dorados», porque es cuando se convierten en los anfitriones de todo el mundo literario y filosófico europeo. Vienen a Churriana desde Bertrand Russel a Cyril Conolly, Hemingway, actores como Vivien Leigh, Laurence Olivier, Carmen Laforet, los Baroja... porque todo el mundo se enamora de la encrucijada que es Churriana. Habría que hacer una hoja de ruta para descubrirla. Sus amigos venían por tres días y se quedaban tres meses. Es un libro que teníamos que rescatar. Hay que volver a poner a Brenan en su sitio, pero la tentación del olvido siempre es muy fuerte en este país.
¿Se está recuperando la inversión en la cultura, que se abandonó con la excusa de la crisis?
Siempre los gestores culturales nos quejamos, con razón. El patrimonio cultural es una de las señas de identidad de este país porque, a pesar de sus fuertes contrastes tiene una historia que hay que recuperar y volver a leer. Este país necesita una inyección de cultura. España es un país turístico pero al turista hay que enseñarle, que no sea solo de sol y playa y un día en el Prado.
Málaga sí ha entendido eso.
Vamos en buena dirección. Málaga fue capital de la generación del 27, donde se publicaba la revista «Litoral», su seña de identidad. Y ha sido territorio de la libertad.
¿Qué hubiera dado por vivir aquellos años?
Me hubiera gustado entrar en todos esos jaleos de los años 40 y 50, no con nostalgia, pero sí con gran curiosidad.
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