Educación
«Ningún padre de nuestros alumnos podría pagar 300 euros al mes por el colegio»
La batalla por los conciertos de los diez centros diferenciados andaluces va mucho más allá de una cuestión política. Al margen de la visión ideológica y de la jurídica, la decisión de la Junta tiene consecuencias sobre cientos de familias. Individuales, pero problemas al fin y al cabo. Aunque la esperanza de los colegios y de los padres de los alumnos se centra en que el TSJA otorgue las medidas cautelares que permitirían arrancar el curso 2013-14 con «normalidad», desde la dirección de las escuelas contemplan ya la opción contraria. Si finalmente se quedan sin concierto, el coste de cada plaza tendría que repercutir en los padres. La horquilla en la que se moverían se sitúa entre 300 y 600 euros mensuales. Algo «no asumible» por parte de las familias. Normal, por tanto, la situación «angustiosa» que viven en la actualidad los padres, según relata Gemma García, portavoz de la plataforma «Mis padres deciden», pendientes de matriculación.
«Ninguno de los padres de nuestras alumnas puede pagar 300 euros al mes por el colegio», afirma con rotundidad María Luz Couto, directora del Colegio Ribamar. Una cantidad mínima estimada, porque dependería de otras medidas a adoptar. Éstas pueden suponer una merma del servicio o implicar la solicitud de otras subvenciones de tipo privado. En función de los criterios, la mensualidad podría elevarse. Todo ello en centros que como Altair se encuadran en barrios humildes. La retirada del concierto priva a sus hijos del modelo elegido por sus padres.
Couto lamenta el paso dado por la Junta después de que el centro Ribamar fuese subvencionado «durante 45 años» y otros como los regidos por las Hermanas de la Cruz, cuyo periodo se prolonga hasta 63 años. En estos casos, Ángela Guerrero y Nuestra Señora de Lourdes, las monjas están dispuestas «en el peor de los casos» a hacer «lo imposible» para sacar adelante el proyecto, reduciendo el número de profesoras y metiendo a una de las hermanas, por ejemplo. «La educación es una parte mínima de la labor de la congregación», afirma José Aguilar, representante de la AMPA del centro Ángela Guerrero. «Otros padres que vienen detrás piden este modelo educativo, lo que avala nuestra forma de pensar».
«Lo preocupante es que son padres que económicamente no podrían mantener a sus hijos en los centros, el concierto es fundamental», asegura Germán Sorzano, representante del AMPA del colegio Ribamar. En esta tesitura, el problema ha acabado llegando a los menores. En los centros se han leído manifiestos, antiguas alumnas y alumnos han participados en manifestaciones, han creado hasta un «rap» y a título personal alumnas de FP han remitido cartas a Mar Moreno, a Griñán y hasta al propio Rajoy pidiendo que interceda.
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