Sevilla

Perdóname pamplonica

La Razón
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Navarra es una región que guarda una mágica relación con el sur. Por ejemplo, el regate genial de un estellés apodado «El niño de oro», Juanito Arza, que entregó su vida al Sevilla FC, o la del onubense Miguel Criado Barragán, ahijado de Belmonte y hombre de confianza del caballero jerezano Don Álvaro Domecq, que como dice un azulejo de la Monumental de Pamplona (réplica del que mandara construir Joselito «El Gallo» junto a San Bernardo): «trabajó sin descanso por esta plaza». O la vinculación de un apellido tan significativo en la Feria del Toro como es el de Miura...

Lo cierto es que siempre soñé con pisar la arena de esa plaza. Porque ahí se palpa de una manera especial la verdad y la autenticidad de la tauromaquia. Ya lo dijo el poeta: «La vida es una semana». Pero justo dentro de un mes hay siete días del año donde la vida se llena aún de más pasión, más fiesta y de más vida: Yo nunca fui a San Fermín, ni había estado en Pamplona. Pobre de mí... Que nunca fui a San Fermín. Pero ahora... qué puedo decir ahora. Perdóname pamplonica, perdóname pamplonés, tú que lo sabes todo y tú que todo lo ves. Y que vives el encierro tramo a tramo en «La Estafeta», y que ves darle distancia a ese toro en la muleta. Y viste a Francisco Marco con un toro del Capea, viste al nieto de Miura en su magistral faena. Olivarero de nombre era el toro de Jandilla, ¿Y Sevilla fue Pamplona o fue Pamplona, Sevilla? Perdóname pamplonica, perdona, pobre de mí, que en el ruedo de tu plaza hoy me descubro ante tí, y en el mes de junio –un mes antes, porque sí– que aquí me siento navarro y que ¡viva San Fermín!