Sevilla
Un Gobierno de saldo
L a actualidad andaluza atraviesa un momento complicado y la política no hace más que añadir problemas a esa realidad. Si concebimos el ejercicio público como una actividad orientada a gestionar los recursos públicos y facilitar la vida de las personas, no cabe ninguna otra tarea que se desvíe de esos objetivos. Pero en Andalucía soportamos un Gobierno inestable, apuntalado por los intereses y acorralado por la Justicia.
Es un Gobierno de saldo que ha rebajado el precio del poder y ha abaratado el coste de la responsabilidad hasta límites desconocidos.
A esta coctelera se ha añadido recientemente un proceso de sucesión interna que está eclipsando al de las monarquías europeas y que concluirá con la entronización de un candidato llamado a suceder a José Antonio Griñán.
No hay acierto entre tanto ruido para gobernar en condiciones, pero tampoco hay intención de hacerlo. El reto es de tal magnitud que hace mucho tiempo que el bipartito renunció a enderezar el rumbo de esta comunidad y hace también demasiado tiempo que decidieron abandonar a los andaluces a su propia suerte.
Y suerte es lo que vamos a necesitar para salir del atolladero político en el que nos han metido PSOE e IU y mucha fortuna es lo que nos hará falta para remontar la crisis sin un Gobierno comprometido con nuestro futuro.
Treinta años de socialismo es sinónimo de resignación pero también de renuncia y retroceso, sobre todo, si nos comparamos con las comunidades vecinas o países de nuestro entorno.
Sin pulso político ni empuje legislativo, todo lo que hace la Junta de Andalucía es defenderse de los ataques, rehuir las críticas, escabullirse de la responsabilidad y esconderse de la Justicia mientras San Telmo aumenta su aislamiento.
Pero hay vida tras el 29 de julio y los andaluces merecen mucho más que un régimen atrincherado en las Primarias. Lo primero que reclaman es un mapa político más definido donde los candidatos ejerzan de candidato y no asuman más responsabilidades que las encomendadas por ese proceso orgánico, es decir, que abandonen el Gobierno interino de la Junta de Andalucía.
Llega un momento en el que es necesario despejar las incógnitas, resolver las incertidumbres y definir el terreno de juego si queremos optar a la victoria, y en eso el candidato tiene mucho que decir. Por eso, conviene diferenciar y no renunciar a la gestión a pesar de las maniobras de distracción orquestadas por PSOE e IU.
Y por eso, recomiendo también dar por concluidos estos procesos cuanto antes e invitar al ciudadano a que conozca las propuestas y se sume a los proyectos políticos que marcarán el futuro de nuestra comunidad. Y el futuro del Partido Popular pasa por liderar el cambio necesario en Andalucía tras treinta años de parálisis administrativa, que no económica.
Nos salva la enorme fortaleza de este territorio, las perspectivas de crecimiento y la valía de su población, que lucha a diario por salir adelante a pesar de las primarias, el escándalo de los ERE y la alcaldesa de Manilva. Es tiempo de rebajas, pero el poder no admite saldos y el precio de nuestra responsabilidad como políticos es innegociable.
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