Religion
Una reina entre su pueblo
La procesión extraordinaria de la patrona cierra los actos del «Año de venida» y recuerda a las víctimas del reciente crimen aún por resolver.
El pueblo de Almonte vivió ayer una jornada de esplendor con la salida extraordinaria de la Virgen del Rocío, que recorrió las calles del pueblo como despedida antes de volver a su ermita. Se trata del colofón a los actos que la hermandad matriz ha celebrado desde el pasado mes de agosto, cuando la virgen llegó al igual que sucede cada siete años. Como suele ser habitual en todo lo que rodea a esta devoción, la procesión se desarrolló sin un horario establecido y los almonteños sacaron las andas poco antes de las nueve de la mañana, entre los vítores y disparos de trabucos con los que los vecinos del pueblo celebran la estancia de la Blanca Paloma. A esas horas, aún no se habían llenado las calles de la localidad y sólo los almonteños se afanaban en llevar el paso por las engalanadas calles con farolillos y arcos blancos. Sin embargo, a medida que pasaban las horas de la mañana, fueron llegando peregrinos de toda España que querían participar de la procesión. Según cálculos de la Guardia Civil, tomaron parte cerca de 600.000 personas, una cifra altísima teniendo en cuenta la cercanía de la romería, dentro de dos fines de semana, cuando llegan hasta El Rocío más de un millón de peregrinos, que ya preparan todo lo necesario para salir a las arenas en busca de la cita anual con la Reina de las Marismas.
De hecho, muchas hermandades de la comunidad celebraron ayer las correspondientes funciones principales de instituto, último pistoletazo antes de que se vivan las salidas de las hermandades. Uno de los lugares donde también hubo ayer ambiente rociero fue en Triana, donde la hermandad, tras la misa celebrada por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, realizó el traslado del simpecado desde la parroquia de Santa Ana hasta la capilla de la calle Evangelista, donde se escucharon el toque de camino y los cohetes.
En cuanto a la procesión almonteña, la Virgen llevó en uno de los varales del paso dos lazos, uno negro y otro blanco, en recuerdo del padre y la hija asesinados en dicha localidad recientemente. Fue vestida de reina con la saya conocida popularmente como de «Pentecontés» y las camaristas destacaron la originalidad de las flores, que acompañaban de manera discreta las andas. Este atuendo de reina se cambiará en los próximos días para vestirla de nuevo de pastora de cara el traslado hasta la ermita, momento en el que los almonteños se despedirán de ella hasta el próximo agosto de 2020, cuando vuelva a ser «Año de venida», como ellos mismos califican este evento.
Aunque la devoción a la Virgen del Rocío se remonta al siglo XIII, la primera noticia que se tiene de un traslado y estancia en el pueblo durante un periodo prolongado de tiempo data de comienzos del siglo XVII. Las causas no están claras, pero se celebraban por epidemias, sequías o en acción de gracias por algún hecho singular. Entre los más relevantes se encuentran la Guerra de Secesión o el Terremoto de Lisboa. De esta manera, la siguiente cita rociera es el próximo fin de semana, cuando la virgen salga al amanecer de la aldea y sea cubierta en «El Chaparral» para protegerla del polvo y recorrer los quince kilómetros que la separan de El Rocío, donde llegará al atardecer. En su altar, esperará la llegada de los romeros.
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