Europa

Medina del Campo

Créeme, en Castilla se crían langostinos

Créeme, en Castilla se crían langostinos
Créeme, en Castilla se crían langostinoslarazon

Andaba este viajero por tierras de Medina del Campo conociendo algo más de la extensa y variada oferta turística que ofrece la ruta del vino de Rueda. Estuve recorriendo Tordesillas, paseando por la localidad de Rueda, visitando diferentes bodegas y catando los extraordinarios vinos que en esta tierra se elaboran. Había, incluso, presenciado la noche anterior cómo se hacía una vendimia nocturna.

Tras visitar el castillo de la Mota, a esas horas en las que el estómago exige su merecido tributo, buscaba restaurante donde mitigar el hambre y saciar la sed. Reconozco que me gustó tanto esta fortaleza medieval que se me fue el tiempo ensimismado entre torreones, murallas, almenas, aposentos, historias, escaleras, pasadizos, defensas, mechinales, mazmorras, troneras, baluartes, puentes, matacanes y escudos. No podía estar más de actualidad este castillo. Durante estos días la serie de Televisión Española “Isabel” está consiguiendo ser una de las producciones españolas más seguidas por el público. Los buenos números de audiencia avalan este proyecto televisivo.

Según me comentó el guía, esto se notaba. Había aumentado el número de visitas últimamente. El interés por la vida de los Reyes Católicos era evidente. Siempre es bueno conocer y profundizar en nuestra historia; nos ayuda a saber de dónde venimos y, en cierta forma, a explicar nuestro presente.

Cinco minutos para las tres de la tarde. Hora de comer. Me acerqué al centro de la localidad, a su plaza mayor. Un recinto urbano típicamente castellano con soportales repleto de restaurantes donde degustar la típica gastronomía castellana. Pensaba en un buen lechazo. Era, casi, lo lógico. Siempre que viajo quiero probar lo típico de cada país, de cada región o de cada ciudad. Primero comería y después pasearía tranquilamente por la ciudad. Dicen, no sin razón, que con el estómago lleno las cosas se ven de otra manera. No seré yo quien lo contradiga.

Me decido por uno de estos restaurantes que hay en la plaza. Entre la multitud de platos que ofrecía la carta, en la que un buen cochinillo o un lechazo tienen su histórica y justificada hegemonía, el camarero me sugiere unos langostinos de la “tierra”.

Debo estar soñando. Me encuentro en plena meseta castellana; en una localidad vallisoletana en la que me están hablando de langostinos de la “tierra”. La geografía, salvo temas de fronteras, no es algo que cambie mucho y, si mis conocimientos no están equivocados, que no lo están, por aquí no hay mar ni playa.

Interesado por tan curiosa novedad gastronómica, me explican que en estos parajes existe un criadero de langostinos. Una auténtica granja, al parecer única en Europa por sus características. Más de veinte piscinas que reconstruyen el hábitat natural marino para que las larvas de langostinos, previamente seleccionadas, crezcan libremente hasta tener el tamaño adecuado para su venta. Menudo descubrimiento.

Naturalmente, no podía ser de otra forma, como entrante pedí unos langostinos. Los probé a la plancha, cocidos y crudos con salsa de soja. Sencillamente, deliciosos y frescos. “Recién pescados”. Nunca mejor dicho. Te los recomiendo.

¡Qué sabio es el refranero español!. Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Y en este caso, me alegró aprender algo nuevo.

Me comentan que esta granja, conocida como “Gamba Natural” (www.gambanatural.es) es un proyecto de un empresario noruego, llamado Bjorn Aspheim, que tuvo esta feliz y, al parecer, rentable idea. Decidió instalar en Medina del Campo unas “piscinas” de agua (con controles periódicos de salinidad, temperatura y oxígeno del agua) en los que se crían langostinos sin ningún tipo de química, totalmente naturales.

Me gustaron y los disfrute, pero ello no fue óbice para pedir como plato principal un “magnífico lechazo”.