Valladolid
Seminaristas de Valladolid dan vida al martirio de 51 claretianos en la Guerra
Los futuros sacerdotes actúan en «Un Dios prohibido», que se rodó en Ciudad Rodrigo
VALLADOLID- Javier Boada, Francisco Casas, Juan Manuel González, Borja Casado, Daniel De la Fuente e Ilen Plamenov. Dicho así, a primera vista, se trata de unos nombres como otros cualquiera. Pero guárdenles en la memoria, ya que a buen seguro que darán que hablar en los próximos días. Son seis jóvenes seminaristas -dos del Colegio Mayor y cuatro del Menor- que estudian y se preparan en el Seminario Diocesano de Valladolid. Media docena de inquietos y buenos chavales que han participado y disfrutado como extras en la película «Un Dios prohibido», rodada en Ciudad Rodrigo y en Roma, que se estrenará este próximo viernes en el Cine Roxy de Valladolid. Basado en hechos reales, el filme está ambientado en el municipio oscense de Barbastro durante los meses de julio y agosto del año 1936, al inicio de la Guerra Civil Española. Una película impactante, dirigida por Pablo Moreno y protagonizada por Elena Furiase -la hija de Lolita-, Jacobo Muñoz e Íñigo Etayo, que cuenta sin tonalidad política alguna las últimas semanas de vida de 51 miembros de la Comunidad Claretiana, desde que fueron retenidos por un grupo de milicianos en la casa de esta comunidad, hasta que fueron fusilados.
Entrega y perdón
Pero es, sobre todo, la historia real de unos seminaristas -que se conoce porque ellos mismos la escribieron en taburetes, paredes o debajo de las mesas durante su cautiverio-, y la de su amor a Cristo, su valor y su amistad. Una historia desgarradora y que invita a la reflexión, que cuenta con crudeza como, por ejemplo, los carceleros trataron de persuadir a los seminaristas ofreciéndoles la libertad si se acostaban con prostitutas, o en otros casos por amistad como pago por favores anteriores. Y como éstos deciden optar por la entrega y el perdón, anteponiendo la liberación de toda la Comunidad a la suya propia, y sacrificando sus vidas por su Fe cristiana.
Nuestros seis jóvenes protagonistas del Seminario Diocesano de Valladolid han participado como extras en algunas de las escenas más conmovedoras y sobrecogedoras. Como el caso de Ilen, que actuó en una parte de la película en la que los seminaristas fueron amordazados e introducidos a un camión antes de ser fusilados. El caso de Javier Boada, que participa en emotivas tomas durante el encierro de los seminaristas en el Salón de los Escolapios. O el papel de Juanma, en el final de la película, cuando finalmente les matan.
Para todos ellos ha sido una experiencia especial e inolvidable. Una historia en la que durante unos días de rodaje han podido conocer también los entresijos del 'mundillo' del cine y convivir con actores de primer nivel, a los que están agradecidos por el trato recibido. Una relación que ha sido recíproca, puesto que, según explica Boada, los actores han contado con la ayuda de estos seminaristas para, por ejemplo, aprender a arrodillarse delante del Sagrario, realizar el signo de la Cruz o saber cómo debían llevar la sotana y andar con ella. Daniel De la Fuente se queda con la profesionalidad e implicación de los actores, y con escenas como la exposición del Santísimo, en la que se celebró un acto religioso real que se grabó para la película. Pero todos ellos coinciden en señalar en que recrear este acontecimiento histórico para el cine ha supuesto un «zarandeo espiritual» que les ha marcado. Tanto, que incluso algunos de ellos han colocado imágenes de los mártires en su habitación. Si bien, también coinciden en que la película les ha invitado a ponerse en el lugar de los mártires y a reflexionar y pensar en cómo actuarían ellos si les ocurriera lo mismo.
También son conscientes de que, en la sociedad actual, con tanto laicismo beligerante, esta película puede generar críticas y cierta controversia. Pero no les preocupa porque consideran que «Un Dios prohibido» servirá de ejemplo a la Iglesia para evangelizar y para transmitir la Fe y las virtudes cristianas.
«Esta película hace Justicia histórica»
Estos seminaristas ya conocían lo ocurrido a la comunidad claretiana de Barbastro antes de participar en la película, y no entienden cómo el séptimo arte nunca se ha había decidido a abordar esta historia real y única en la que mueren los miembros de un seminario entero. Una producción apasionante que para estos jóvenes «hace por fin Justicia histórica» a lo sucedido en aquellos meses de julio y agosto del 36, y en la que se quedan con la entrega, el perdón y con el hecho de que los mártires nunca cambiaron de opinión respecto a su Fe cristiana.
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