Barcelona
Cáritas alerta de que la actual economía cronifica la pobreza
La entidad católica denuncia que pese al aumento de un 2,6% del PIB en 2015 la tasa de pobreza sólo disminuyó un 0,1%.
«Así como el mandamiento de no matar pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata». El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, hizo suyas estas palabras que el Papa Francisco pronunció en los inicios de su pontificado para denunciar cómo el actual sistema económico está contribuyendo a cronificar la pobreza con trabajos precarios, horarios imposibles para la conciliación familiar o el difícil acceso a una vivienda digna con unos salarios tan bajos.
Lo hizo ayer tras presentar la Memoria de Cáritas correspondiente al 2015, unas cifras que dejan dos conclusiones: que la mejora de los datos macroeconómicos no ha tenido un impacto en la tasa de pobreza, y que para los pobres cada vez se hace más cuesta arriba salir de esa situación de vulnerabilidad por culpa de la gran recesión. «Hay que abrir los ojos y el corazón a nuestros hermanos», dijo Omella, quién pidió a los grandes poderes políticos y económicos una mayor implicación para construir una «economía social» que tenga en cuenta «a las familias y las personas» y no sólo el aspecto económico.
Ayuda más intensa y larga
La presidenta de Cáritas en Cataluña, Carme Borbonès, coincidió en la exposición de Omella pues explicó que «la situación de las familias que acuden a Càritas ha empeorado». «Antes de la crisis, la gente salía de la mala situación con una pequeña ayuda, ahora los que acuden necesitan una ayuda más intensa y que abarque más aspectos, no sólo el de la privación material», subrayó.
En 2015, esta organización atendió a 343.513 personas y constató que los hogares más catigados son aquellas que tienen hijos a su cargo: el 64% estaban formados por una pareja y al menos un hijo, frente al 25% constituidos por una sola persona. El 72% de los atendidos por Cáritas estaban en paro y el 30% no tenían una vivienda digna, bien porque vivían en una habitación realquilada (13%), se hospedaban gracias a alguna entidad social (8%), estaban en situación de acogida (8%), o directamente vivían en la calle o en un coche (8%).
Cáritas, además, percibe que las familias a las que atiende cumplen algunos de estos parámetros: la falta de formación para acceder al mercado laboral, el gasto excesivo en vivienda, hogares que tienen todos sus miembros en paro (el 11% en Cataluña), situación de pobreza severa o sin ningún ingreso (en la comunidad catalana hay 107.000 familias en esta situación, un 30% más que en 2008), personas que perciben salarios que no garantizan una vida digna.
En este sentido, la responsable de Desarrollo Institucional de Càritas diocesana de Terrassa, Amèlia San Juan, alertó que el acceso al mundo laboral «no es una garantía de salida de la situación de riesgo de exclusión» a causa de «la precariedad en las condiciones laborales y los bajos salarios». El año pasado, el riesgo de pobreza entre los asalariados eral de 13% en el caso de las mujeres y del 10,5% en el caso de los hombres. «Vivimos en un sistema económico injusto, con una redistribución desigual de la renta», dijo De Juan, que señaló que pese que el PIB ha crecido en 2015 en un 2,6 %, este incremento macroeconómico no ha supuesto una reducción equivalente de la pobreza, que solamente ha disminuido en un 0,1 %.
Por último, desde Cáritas Cataluña han destacado la labor de los 12.809 personas que colaboran con la entidad y el aumento del número de voluntarios en un 6,6% respecto al 2014.
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