Danza

El claqué se baila mejor con bigote

El Teatro Apolo estrena «Moustache», la nueva comedia musical de Coco Comín

El claqué es la base de un gran montaje que promete hacer reír, llorar y emocionarse al espectador
El claqué es la base de un gran montaje que promete hacer reír, llorar y emocionarse al espectadorlarazon

El Teatro Apolo estrena «Moustache», la nueva comedia musical de Coco Comín.

En la Inglaterra de la época eduardiana, los bigotes estaban tan extendidos que incluso había cucharas especiales para ayudar a los hombres a tomar la sopa sin mancharlo. ¡Bigote! ¡Moustache! ¡¡Schnurrbart!, suena bien en todos los idiomas. Como todas las cosas buenas de esta vida, la moda del bigote va ligada intimamente con los militares. Ellos fueron quienes lo legitimaron tanto en las clases altas como en las populares a principios del siglo XX. En 1908 ningún soldado inglés tenía derecho a servir sin bigote, símbolo de valentía, virilidad y poder. Nada de eso queda hoy día. ¿Qué hay que hacer para volver a poner de moda el bigote? Está claro, volver a cargarlo de sentido, que vuelva a ser símbolo de valentía y virilidad y no hay nada más viril que un realizar un musical con decenas de bigotes.

El Teatro Apolo estrena ahora «Moustache», la nueva comedia musical de Coco Comín, que no se ha dejado bigote, pero sí que se ha involucrado por completo en el proyecto escribiendo el libreto, firmando las coreografías y dirigiendo un espectáculo que quiere ser el gran reclamo teatral para todos los públicos de los próximos meses. Y no se han escatimado en gastos. Con un presupuesto de medio millón de euros, la obra incluye seis músicos en directo, un cuerpo de baile de diez bailarines y otros nueve actores/cantantes. Con ellos, 350 vestuarios completos y más de 2.000 piezas. «Los musicales han de ser grandes, aunque inevitablemente asumas un riesgo. Queremos hacer volar la imaginación del espectador», comenta Comín.

34 números de claqué

«Moustache» cuenta la historia de un viejo music hall del Londres de principios del siglo XX en que sólo pueden entrar hombres con bigote. Éste será el escenario donde se vivirá una auténtica comedia de costumbres donde el público reirá, llorará y se emocionará con el destino de unos personajes anclados a su convulsa época. Sin tiempo para descansar, el público viajará de un número a otro, con mil cambios de escenario y vesturario, hasta firmar 34 piezas diferentes en más de dos horas y media. «No damos tregua al espectador, que no puede perderse ni un minuto del espectáculo. Viajamos de la comedia a la tragedia sin dar respiro», asegura Comín.

Aunque el gran protagonista de la obra es el claqué, que es la razón de ser del montaje. Reivindicación de un arte que no tiene muchas salidas, el virtuosismo coreográfico es de altura. Incluso los bailarines tienen micrófonos en el pie para que sus pasos se conviertan en un complemento a la música en directo. «Porque nosotros sí tenemos música en directo. Un musical grabado es un fraude. Aquí tenemos a seis músicos que tocan 49 instrumentos diferentes», señala la coreógrafa, que lleva 45 años con su escuela de teatro musical.

Y no, no es necesario dejarse bigote para ver la obra, pero si así fuera, merecería la pena.