Cataluña
La voz de la clase trabajadora
Ken Loach presenta en la Filmoteca una retrospectiva que mostrará 16 de sus 25 películas como director, de «Hidden Agenda» a «Tierra y libertad»
Ken Loach presenta en la Filmoteca una retrospectiva que mostrará 16 de sus 25 películas como director, de «Hidden Agenda» a «Tierra y libertad».
Cuando Sara McNeil, madre soltera de tres niños, vio por primera vez «Ladybird, Ladybird», de Ken Loach, sintió algo que hacía mucho tiempo que no sentía, empatía y esperanza. Desde que el padre de sus hijos desapareciese en 1987, había sobrevivido a duras penas y sólo por el amor y la responsabilidad que sentía hacia sus hijos, que no tenían la culpa de nada. Angustiada, siempre con la sombra acechante de unos servicios sociales que parecían querer estigmatizarla más que ayudarla, trabajaba como limpiadora de hogar y los fines de semana en un café restautante. Tenía 34 años y muchos dolores de cabeza. Cuando era una niña, veía con admiración y sorpresa a las mujeres mayores. Le parecían misteriosas y fascinantes. Ahora que era una mujer mayor, siempre que veía a una niña se ponía a llorar.
La película se estrenó en 1994, pero ella no podía ir al cine por aquella época. La vio años después, en televisión, con los niños dormidos y ella con ganas de dejarse llevar por la pena, haciendo zapping de una cadena a otra sin poder mantener la atención en nada. Sin embargo, algo le llamó la atención de aquella película y su dedo dejó de apretar botones de forma mecánica. La historia de esta mujer con cuatro hijos, todos de diferentes padres, y las dificultades que encuentra, por culpa de los servicios sociales británicos, para recuperar su custodia, le hizo hervir la sangre. Vio en aquella mujer una hermana, y un motor, y un ansia por no aceptar el pavor. Sus hijos no se merecían una madre que se estuviese compadeciendo constantemente de sí misma. ¿Qué es lo que ella necesitaba? No tenía ni idea, pero eso es lo que quería averiguar.
Tres años después de ver por primera vez aquella película, le pudo agradecer personalmente a Ken Loach lo que indirectamente había hecho por ella. «No hay atajos. Lo que tenemos que hacer ya lo decía el socialismo roosveltiano en America en los años 30, hay que agitar, educar y organizar», dijo Loach, que a sus 81 años es la voz más emblemática de la vieja izquierda. Al menos lleva 25 películas mostrando y defendiendo a la clase trabajadora.
La Filmoteca de Cataluña acoge ahora una retrospectiva de los mejores trabajos del cineasta que desde los años 60 ha dirigido documentales y largometrajes. El ciclo incluye 16 título que van de «Ladybird, Ladybird» a «Hidden agenda», «Kes», «Tierra y libertad», «Mi nombre es Joe», «Riff-Raff» o «El viento que agita la cebada», entre otros. El propio director presentó anoche el ciclo con la proyección de «Yo, Daniel Blake», su último título con el que ganó su segunda Palma de Oro en Cannes. «No es difícil ser de izquierdas hoy día, sólo se necesita esperanza y optimismo. El sistema capitalista se está colapsando, así que el cambio es imperativo», señaló ayer Loach
El director siempre está atento a lo que ocurre a su alrededor y hoy mira con incertidumbre lo que está ocurriendo en Cataluña. «Sigo lo que ocurre lo mejor que puedo, pero lo cierto es que lo encuentro un galimatías. Todavía no me han sabido explicar cual es la agenda social del movimiento independentista y cómo se diferencia de la española. Está claro que la clase trabajadora catalana es igual que la española y la europea y quisiera saber que está haciendo el independentismo en favor de los derechos de los trabajadores, si avanzaríamos en estos derechos o iríamos hacia atrás. Tendré que hablar con los trabajadores», señaló ayer Loach ante la insistencia de que diese su opinión respecto el procés.
Porque su atención principal en todo lo que hace es buscar el beneficio de la clase trabajadora. «Si el periodismo es el primer borrador de la historia, los que graban la historia mientras está sucediendo, las películas, siempre en retrospectiva, buscan la esencia del conflicto. Son el segundo borrador», concluye.
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