Ciencia y Tecnología
¿Sueña Amazon con ovejas eléctricas?
La multinacional ultima su macrocentro logístico de El Prat, abrirá en octubre, que contará con 3.500 robots
La multinacional ultima su macrocentro logístico de El Prat, abrirá en octubre, que contará con 3.500 robots.
Cuando Philip K. Dick publicó en 1968 «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», texto que, a la sazón, sirvió como base para «Blade Runner», el autor dibujó un futuro distópico que sobrevivía en el alambre tras una catástrofe nuclear. Las especies perdidas por el camino habían sido sustituidas por cuidadosas copias mecánicas. La robótica, por lo tanto, había avanzado tanto que incluso resultaba difícil distinguir un humano de un androide. El caldo de cultivo, en definitiva, perfecto para una novela de ciencia-ficción. O quizás no tanto. De este género suele decirse que funciona como antesala de la ciencia, que, en definitiva, solo la técnica separa a la posibilidad de la realidad. Hoy en día, a las puertas de una nueva revolución industrial protagonizada por robots, Amazon ha decidido abrir esa puerta. Los humanoides aún están lejos, pero no tanto sus hermanos pequeños, que serán los protagonistas del centro logístico que la multinacional del comercio electrónico ultima en El Prat.
A Amazon le ha gustado Barcelona. De eso hay pocas dudas. Su situación privilegiada a orillas del mediterráneo y a medio camino de Francia y el resto de España la convierten en un gran nodo estratégico y logístico. La planta que abrió sus puertas el año pasado en Castellbisbal sirvió de antesala para el macrocentro de El Prat. El primero, cuenta con 28.000 metros cuadrados, 350 robots («drives», en jerga de la compañía), 2.000 estanterías y 200 puestos de trabajo en el horizonte. El Prat sube la apuesta hasta los 66.000 metros cuadrados, 3.500 robots, 50.000 estanterías y 2.000 puestos de trabajo.
El método de trabajo, con los robots, por lo tanto, ha cambiado sustancialmente. Para ello, este periódico pudo visitar las instalaciones de la multinacional Manchester que sirve como espejo para la planta de El Prat. Hasta la fecha, eran los empleados de la compañía los que se desplazaban entre estanterías para organizar los pedidos. Ya no. En su lugar, las plantas robotizadas de Amazon cuentan con una suerte de perímetro vallado en su interior. La zona robotizada, digamos. Este espacio está prohibido a los humanos salvo tareas puntuales. Las huestes de «drives» campan a sus anchas con la disciplina de un ejército de hormigas. Su aspecto no dista mucho de las aspiradoras automatizadas que se han puesto de moda últimamente. Salvo que son bastante más grandes y mucho más robustos. Por ahora, es demasiado pronto para que trabajen en tres dimensiones y aprendan a coger cosas con la fuerza exacta. Pero pueden levantar estanterías de dos metros, de 1.300 kilos, el equivalente a un hipopótamo adulto, y alcanzan velocidades de 1,7 metros por segundo. De tal manera que ya no hay que ir a buscar las estanterías. Los encargados de los pedidos se sitúan en el margen del perímetro y son los robots los que traen las estanterías. No sólo la levantan, también la pueden hacer girar 360 grados. Estos robots discurren por rutas automatizadas y saben, incluso, cederse amablemente el paso. Cuando notan que se están quedando sin batería acuden a boxes y de nuevo al trabajo. Pese al alto grado de automatización que presentan los imprevistos suceden, como, por ejemplo, que algún objeto caiga de las estanterías. Los robots envían una señal. Los técnicos, valiéndose de una tablet Kindle, dibujan alternativas para que los «drives» puedan seguir con su trabajo. Esta tecnología, desarrollada por la empresa Kiva System, y adquirida por Amazon en 2012 por casi 600 millones de dólares, es exclusiva de la multinacional. El resto de la planta es un enjambre de cintas de transporte que recorren todos los rincones hasta que el pedido sale de la instalación.
Actualmente, hay veinte centros logísticos en Estados Unidos y tres en Europa (dos en Reino Unido y otro en Polonia) que utilizan Amazon Robotics, por lo que España, y más concretamente, Barcelona, es el tercer país de Europa en incorporar esta tecnología. Tal y como explicó el director general de operaciones de Amazon en España e Italia, Fred Pattje, la Ciudad Condal es clave por su posición como puerta de entrada a Europa y para estar más cerca de sus clientes catalanes. Destacó, además, que «del total de empresas españolas que utilizan Amazon como canal de venta online, un 21% son catalanas».
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