Literatura
Una vida de cuento
El fenómeno Lucia Berlin arrasa en España dejando la pregunta: ¿cuántos autores fabulosos seguimos sin conocer?
Los títulos de los libros son importantes, lo son, mucho. Son como las caras de la gente buena, si son feas, buah, muchos no prestarán atención. Es una injusticia, pero así es. ¿Acaso «Guerra y Paz» sería hoy una novela tan aclamada si hubiese tenido el título original que pretendía Tolstoi, «Guerra, para qué sirve»? La novela seguiría siendo la misma, pero quizá, en lugar de ser un «instant classic», hubiese tardado un poquito más en ser admirado, porque ese título era bastante, digamos, feo. ¿Cuánto más? El tiempo que hubiese tardado alguno de sus admiradores, también escritores, en descubrir al mundo que allí había algo extraordinario que nadie que lo leyese olvidaría nunca. Un Chejov, un Zamiatin, un Bulgakov que dijese, «¡eh, chicos, esto es maravilloso! Olvidaos de lo feo que era Tolstoi, sus libros son una obra maestra!».
Algo parecido ha ocurrido este último año. ¿Puede haber pasado desapercibida una de las mejores cuentistas americanas del siglo XX hasta el año 2015? Sí, puede. Su nombre era Lucia Berlin, y quien haya leído ya «Manual para mujeres de la limpieza» (Alfaguara/Altra editorial) sabe que sus cuentos son algo fuera de serie. Y eso que «Manual para mujeres de la limpieza» es uno de los peores títulos jamás publicados para reflejar la gracia, la sensibilidad, el talento y la emoción que desprenden sus páginas. Es como llamar a «Crimen y castigo», «Pues no, el tío no era especial». No tiene la misma fuerza. Aunque sea el nombre de uno de sus relatos, aquí no hablamos de una mujer de los años 60 relatando las costumbres e hipocresías de su época, no, los relatos de Berlin reflejan en primera persona una vida en estado de gracia que se resiste a descomponerse a pesar de la fatalidad con una alegría sin sentido, porque sus cuentos están plagados de humor, o sea son una risa histérica ante lo desconcertante que puede ser todo.
La escritora, fallecida en 2004 a causa de un cáncer de pulmón, murió olvidada, rodeada de cajas, en el garaje de uno de sus cuatro hijos. Tuvo tres maridos, infinidad de trabajos, una educación marcada por colegios católicos a pesar de ser protestante, y un alcoholismo heredado de madres y abuelos que la imposibilitó darse cuenta hasta qué punto caía en las garras del vino barato.
Después de ser un «best seller» en Estados Unidos, en apenas quince días ya ha llegado a la segunda edición en este país ante el aplauso unánime de todo aquel que la descubre. El libro reúne 43 de los 77 cuentos que escribió desde finales de los 50 y cada uno de ellos, estén protagonizados por Lucia, o Charlotte, o Evelyn o Carmen, habla de ella. El Festival Primera Persona, que cerró el sábado, se inventó quince años tarde, porque hubiese sido una delicia escuchar en viva voz la historia, exageradas o no, de su vida.
El entusiasmo por su obra de autores como Lydia Davis, Stephen Emerson o Barry Gifford ha posibilitado recuperar unos cuentos que llegan a su cúspide cuando más retroceden en el tiempo. Por eso, la edición tiene un fallo muy importante, no se datan los cuentos y no es posible, así, seguir la línea vital de una autora que merecería una antología más exhaustiva. De arrancar los dientes a su abuelo a salir en el último segundo de una clínica clandestina para abortar, sus cuentos son la novela del fin de la tragedia.
«Manual per a dones de fer feines»
Lucia Berlin
L’ALTRA EDITORIAL488 páginas
20,90 euros
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