Arte, Cultura y Espectáculos
Vida entre estrellas
La Mostra de Cine Latinoamericano acoge una extensa retrospectiva del fotógrafo británico Terry O’Neill
La fotografía siempre desnuda, siempre, no importa cuanta ropa lleve uno encima. De hecho, toda fotografía es erótica, en el sentido que revela la farsa y deja ver lo oculto. Cuando la vida se detiene, todo el relato que la sustenta, toda la construcción narrativa que le da sentido, se derrumba por completo, se colapsa, dejando fuera de contexto dicha imagen. Y el contexto es esa gran mentira en la que todo el mundo se oculta, es decir, la basura, la retórica y la inmundicia. Por ello, un buen fotógrafo puede romper toda esa precaución y captar lo real de un personaje, desnudarlo por completo.
Uno de los grandes maestros modernos del retrato es el fotógrafo británico Terry O’Neill, que a partir de los años 60 se colgó su pequeña cámara de 35 milímettros y capturó la esencia de las grandes estrellas del cine, la música y la moda. Su currículum de personajes fotografiados es impresionante, de los Rolling Stones a Robert Redford, de David Bowie a Audrey Hepburn, de Michael Caine a Briggite Bargot. Sus instantáneas son un quién es quién de la cultura popular de los últimos 50 años. Y no con los típicos posados, sino en pequeños secuestros que nos los muestran tan y como eran, no tal y como querían ser. «Todos los fotógrafos de aquella época utilizaban aún las aparatosas cámaras con grandes planchas. Yo iba con mi pequeña cámara de 35 mm. que muy pocos conocían y que había comprado en Fleet Street. Esa cámara, que me permitía tomar las fotos de manera más espontánea, discreta y directa, fue como una puerta de bienvenida a la fama», comentaba O’Neill respecto a la extraña naturalidad que despertaban sus imágenes.
La Sala Montsuar del Institut de Estudis Ilerdencs de Lleida presenta ahora la exposición «Terry O’Neill. El rostro de las leyendas», que hasta el 24 de abril presentará una extensa retrospectiva de los trabajos más icónicos del célebre fotógrafo. La muestra forma parte de las actividades paralelas de la Mostra de Cine Latinoamericano de Lleida y quiere ser una puerta abierta a las interioridades de los rostros más populares de las últimas décadas.
O’Neill empezó su trabajo como fotógrafo de British Airwaves haciendo retratos robados a los viajeros que volvían de algunos de los vuelos de la compañía. Eso le hizo ser muy consciente de la necesidad de la invisibilidad del fotógrafo para captar la verdad de los seres humanos. En 1959 empezó a trabajar para el «Daily Sketch» y así empezó su relación con los famosos. Su primer encargo fue Lawrence Olivier y en 1963, por ejemplo, realizó la primera fotografía publicada en la prensa de los Beatles. A partir de allí su vida fue un ajetreo continuo, de rodaje en rodaje, de país en país, de estrella a estrella. Su firma era tan característica que uno podía ver una de sus fotografías y saber de entrada que era suya.
El arte no tiene secretos, o podrían ser revelados y todos serían artistas. Sin embargo, O’Neill sí tenía tres reglas esenciales que eran imprescindibles para realizar un buen retrato: «Ser lo más invisible posible, tener una gran paciencia y saber combinar una gran discreción con unas grandes dotes de relaciones públicas». ¿Es necesario ser simpático para ser un buen fotógrafo? No, es necesario ser simpático para llevarte bien con las personas y hay que llevarse bien con las personas para que se olviden de que tienes una cámara, por muy pequeña que sea, que va a revelar todos sus secretos. O’Neill era muy simpático.
Dónde: Sala Montsuar del Institut d’Estudis Ilerdencs de Lleida. Cuándo: hasta el 24 de abril.
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