Literatura
«Vivimos con más medios de comunicación que nunca y estamos menos informados»
El periodista Carles Porta acaba de publicar su último trabajo «le llamaban padre» (en español en Península y en catalán en Pòrtic)
El periodista Carles Porta acaba de publicar su último trabajo «le llamaban padre» (en español en Península y en catalán en Pòrtic).
El periodista Carles Porta acaba de publicar su último trabajo «le llamaban padre» (en español en Península y en catalán en Pòrtic).
– Desde 2012, cuando apareció «Fago», no había vuelto a publicar un nuevo libro. ¿Por qué ha tardado tanto?
– Porque por medio realicé una película. La vida me lleva por donde quiere. Después de «Fago», aparte que me costaba encontrar temas, me tocó dirigir «Segon origen», algo que no fue un trabajo fácil, en las circunstancias en las que todo ocurrió porque nadie podía prever que moriría Bigas Luna, primer director del proyecto. Eso me llevo tres años de trabajo intensísimo, una labor apasionante. Después surgió «Le llamaban parte» que ha sido intenso y emocionante, pero tal vez el más doloroso de los proyectos en los que he trabajado. Digo esto porque ha sido muy difícil tanto técnicamente como emocionalmente. Estamos hablando de un crimen que el propio pederasta describe como el peor crimen del mundo. A la vez estamos también me refiere a la obsesión que tengo yo por trasladar la realidad al lecto de la manera más limpia posible. Lo difícil fue enconcontrar la manera cómo hacerlo.
–Esta manera en el libro son cuatro voces: las del mosso que investiga, la víctima, el pederasta y la especialista. En sus libros anteriores, «Tor» y «Fago», era solamente usted el narrador.
– Me plantée cómo puede llegar al lector este relato de la manera más honesta posible. Así como en los anteriores estaba más presente, en éste el narrador no pintaba nada. Creí que debían hablar los protagonistas en primera persona, prácticamente en presente. Esa es la manera para que el lector interactúe directamente con el lector con cada uno de los personajes, teniendo la sensación que ellos están hablando con él. De todas formas, llegar hasta aquí me costó mucho porque he hablado con mucha gente. Tenía más de 500 hojas con transcripciones con entrevistas y documentación, todo un sumario. Hay un momento en el que tienes que decidir y este decidir me hizo pensar en estas cuatro voces con un punto en común: la detención de David Donet, el pederasta. A partir de ese hecho tienes cuatro miradas que te explican un mismo hecho.
– ¿Cómo llegó a este caso?
– Pues por circunstancias de la vida. El mosso que investigaba el caso pues yo corría con él y un día me habló de que estaba con un caso que era muy bestia. Después el juez que llevaba el caso había sido becario mío en el diario «Segre». Estudiaba derecho en esa época, pero los veranos, como le gustaba el periodismo, estaba como mi becario. Con el pederasta también fue fácil el contacto. Los asistentes sociales que trabajaban con él son amigos míos. La verdad es que pensé que no podía escribir este libro si no contaba con el pederasta. Pensé en llamarlo, que me diría que no y, por tanto, no tendría que escribir «Le llamaban padre». Hablé con alguien que tenía contacto con él y resultó que sí, que aceptaba que conversáramos. Nos reunimos siete veces durante tres o cuatro horas en cada visita y dialogamos de todo. Del resultado de todo esto nació el libro.
– ¿Cómo se puede establecer una distancia cuando se entrevista al monstruo?
–La cuestión es que me pongo el traje de periodista. Tengo claro que lo que quiero es escuchar para explicar. En este caso es que quiero escuchar a un pederasta para explicarle a la gente por qué lo hiciste, cómo actúas, cuál es tu mundo y tus circunstancias, todo ello para que el lector pueda comprender lo que piensas. Por eso lo primero que le dije es que no estaba para juzgar sino escucharlo.
–Es inevitable al leer su libro pensar en el caso que en estos días aparece en los medios, el del caso de pederastia en los Maristas de Sants-Les Corts. ¿Qué le parece el tratamiento que están realizando los medios?
–Recomendaría a la gente que vieran una película titulada «La caza», protagonizada por Mads Mikkelsen. Creo que hemos llegado a un punto en el periodismo, sobre todo en el diario, en un nivel de explosión y de lo efímero. No hay nada de reflexión. No hay ningún tipo de pausa. Si que lo inmediato requiere ir rápido, pero tenemos que usar un poco más el análisis. La sensación que se ha dado es que cada profesor de los Maristas es un pederasta y eso es absolutamente falso. Es evidente que ha existido un caso muy grave y feo donde mucha gente no hizo lo que debía, pero en esa escuela hay decenas, por no decir centenares, de maestros que seguramente son muy buenos. Y por esa escuela han pasado miles y miles de alumnos que no han sufrido abusos. Evidentemente el periodista no piensa en «vamos a criminalizar a los Maristas». Pero se ha acabado produciendo este efecto, el de lo inmediato poco meditado. Hay una cosa que así lo indica y es que este señor, Joaquín Benítez, está en la calle porque el juez no lo ha metido en la cárcel. ¿Que cometió un delito? Es evidente y él mismo lo ha admitido, pero sí que la multiplicación a la que sometemos este caso y otros acaba creando una sensación que no se corresponde con la realidad. Vivimos en una época en la que tenemos más medios de comunicación que nunca, más horas de teleisión en directo que nunca y, a la vez, estamos menos informados que nunca. La cantidad no quiere decir información y calidad.
– ¿La gente se cree ahora más periodista por culpa de las redes sociales?
–Las redes sociales le han acabado ganando la batalla al periodismo. Es decir, esto no nos ayuda, ni nos hace una sociedad mejor. Más tuits y más rápidos no quiere decir que tengamos una mejor información. Por ejemplo, este fin de semana hemos vivido la muerte de una persona antes de que se hiciera oficial, luego afirmándose que estaba clínicamente muerte. Precisamente he querido hacer mi libro de esta manera porque no estoy contento con el periodismo que se está haciendo. No es una cosa que diga ahora. Ha habido una coincidencia que no he buscado y es la película «Spotlight». ¿Qué pasa? Tiene dos cosas muy buenas. Por un lado es una magnífica película sobre un caso de pederastia dentro de la Iglesia, pero también es una gran producción sobre periodismo, sobre un grupo de personas que investiga un caso hasta el final, con tiempo y no lo publican hasta que lo tienen contrastado. Eso no pasa ahora. Lo que muchas veces llamamos periodismo de investigación es periodismo de filtración.
– ¿Se ha perdido al lector en este laberinto?
–Desde hace mucho tiempo hemos perdido de vista que nuestro gran objetivo debería ser el lector, el ciudadano y no las élites políticas y económicas.
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