Sociedad

Crear nidos de solidaridad desde la diferencia

Nace el primer voluntariado de aves huérfanas para personas con diversidad funcional

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Nace el primer voluntariado de aves huérfanas para personas con diversidad funcional

No son tan adorables como los perros, ni tan fotogénicos como los gatos, pero los pájaros tienen su público. Al fin y al cabo son animales capaces de sentir y transmitir. Esta realidad y el hecho de que existan aves desamparadas y malheridas llevó a la Fundación Acavall y a la empresa Simbiosi, Espai Ambiental a organizar el primer voluntariado de pájaros huérfanos para personas con diversidad funcional.

El proyecto #AcogeUnPajarito supone la continuidad del Programa de Voluntariado de Aves Huérfanas, que en sus primeras ediciones puso en marcha la Generalitat Valenciana a través del Centro de Recuperación La Granja El Saler, que consiste en acoger durante el período de crecimiento a una cría de ave huérfana para alimentarla y cuidarla hasta que sea adulta y se pueda liberar.

«Solo hay que registrarse para ser voluntario (acogeunpajarito@fundacionacavall.com). Nosotros proporcionamos el transportín para el animal, la alimentación y asistencia telefónica 24 horas al día», explica Carles Gago, director de Proyectos de Simbiosi, Espai Ambiental.

«Tienen que darles de comer cada dos o tres horas, así que pedimos implicación. Normalmente hay ocho o diez familiares que se reparten la responsabilidad».

Una vez el ave se haya recuperado, el voluntario debe entregarlo de vuelta a la protectora, desde donde le devolverán a su hábitat.

«No son mascotas», matiza, así que es mejor que las familias de acogida (en especial los niños, que son los que desarrollan más apego) no se encariñen con el pájaro. «El 12 por ciento de los animales no logra superar su situación y fallece», avisa.

ayuda recíproca

Algunas especies, como el gorrión, deben permanecer dos semanas en «descompresión» tras haber estado en periodo de acogida, «porque se han acostumbrado al ser humano, se domestican fácilmente, y eso no les ayuda en su vida salvaje».

Junto a ellos, los pájaros que necesitan más ayuda son los vencejos y las golondrinas. El noventa por ciento de los que llegan al refugio cayeron de su nido.

En esta tercera edición, los organizadores de este programa han decidido ir más allá y ampliar el espectro de los voluntarios e incluir a personas con diversidad funcional (ancianos, enfermos de Alzheimer, autistas... pero siempre bajo supervisión familiar o del centro donde residan). Ello permitirá no solo sacar adelante el mayor número posible de pájaros huérfanos y llevar a cabo un trabajo de conservación de las aves autóctonas, sino también estudiar el impacto que tiene en los participantes la experiencia de cuidar a estos animales, y cómo influye esta sobre algunos indicadores relacionados con la calidad de vida y su bienestar emocional.

«No hay un perfil ecologista o conservacionista del voluntario. Son personas que quieren ayudar. Cada vez son más, pero queremos que sean muchas más».