Iñaki Zaragüeta
¿Primarias o dedazo?
El Partido Popular afronta un periodo de renovación, o de sucesión tras la dimisión de Mariano Rajoy. Como siempre, quiere eludir las primarias para elegir a su sucesor y desde el aparato de Génova se pregona la conveniencia de un solo candidato. No me atrevo a expresar las razones pero, en pura lógica, procederán de la desconfianza a que la militancia acierte. No quiero pensar en que se base en las ansias de mantener las cosas y a todos más o menos como están.
Pienso que tanto un modelo como otro ha dado resultados satisfactorios, pero en los actuales, los populares deberían percibir la reclamación de los ciudadanos de expresarse, de intervenir en las grandes decisiones que les afectan.
Ahí está el PSOE con sus primarias. De cuatro rebeliones frente a la Ejecutiva, tres desembocaron en éxito y la otra porque no consintieron mantener a José Borrell, vencedor frente a Joaquín Almunia.
Felipe González y sus huestes se levantaron en Suresnes y, unos años después, accedió a presidir el Gobierno de España durante el periodo más largo de nuestra democracia. Lo mismo sucedió con José Luis Rodríguez Zapatero y con Pedro Sánchez, compitiendo y triunfando contra los pupilos de las respectivas direcciones nacionales: José Bono y Susana Díaz. Da igual el modo con que lo lograron, el objetivo es llegar. Ya lo dijo el arriero de José Alfredo Jiménez en su gran canción El Rey «...no hay que llegar primero sino hay que saber llegar».
Es verdad también que al Partido Popular le han funcionado los «dedazos» con José María Aznar por parte de Manuel Fraga y con Mariano Rajoy por parte de aquél.
El debate: ¿continuismo? ¿renovación? ¿Mandamos nosotros?, ¿mandamos todos? En definitiva, ¿dedazo o primarias? Así es la vida.
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