Villaverde
Avalancha de falsos técnicos de la luz y el gas
Sólo un joven de 26 años logró estafar a una quincena de ancianos 40.000 euros tras sus «visitas comeciales»
Conocía la jerga de las compañías eléctricas, tenía labia y buen porte. Con traje y corbata, muy elegante siempre, delinquía Juan Antonio Portela Menendez y, de la misma guisa, fue engrilletado. Tenía sólo 26 años pero ya llevaba seis dedicándose a estafar y robar a ancianos haciéndose pasar por revisor de la luz de una subcontrata de la compañía Endesa. Entre hurtos y estafas conseguió cerca de 40.000 euros, contabilizando sólo los 15 hechos esclarecidos por la Policía Judicial de la comisaría de Arganzuela en el marco de la «operación Ende» (de Endesa). Su modus operandi era siempre el mismo. Escogía a sus víctimas por la zona centro de la capital y se fijaba en que fueran de edad avanzada con problemas de cognición o incluso físicos, según fuentes policiales. Subía hasta su domicilio y, con documentos reales de la compañía Endesa, se hacía pasar por revisor de la luz. Su buena presencia física le bastaba para ganarse la confianza de los ancianos. Allí, les solicitaba alguna factura de la luz y, durante ese tiempo, observaba la vivienda buscando dinero, joyas, tarjetas bancarias e inlcuso las llaves de la vivienda.
Anotaciones «de trabajo»
En el registro de su vivienda se le ocupó un cuaderno donde anotaba los habitáculos de cada domicilio con números como 3 o 1 que correspondían a las estancias de la vivienda interesantes cuya numeración coincidía con su posición en la casa según las agujas del reloj. El caso más flagrante fue la estafa a un anciano de 83 años, denunciado en la comisaría de Arganzuela, a quien retiró 27.900 euros de su cuenta bancaria en varias transferencias dejando al hombre en una situación precaria. En otra ocasión, Juan Antonio entró con unas llaves robadas a una vivienda en la que había estado «revisando la luz» mientras las víctimas dormían y de donde se llevó 200 euros. El pasado mes de marzo a otra víctima también logró robarle la tarjeta de crédito y sustrajo de su cuenta bancaria nada menos que 3.000 euros. La misma operación realizó en julio en otra vivienda de Centro, donde tras llevarse las tarjetas, hizo transferencias a su cuenta por valor de 7.300 euros. Y así, hasta 15 veces.
Se le imputan 8 delitos de hurto, dos delitos de estafa y una de falsedad documental, entre otros, ya que contaba con instrumentos destinados a la falsificiación. Y es que, en el registro de su vivienda de Villaverde, los agentes encontraron un tampón con tinta de un doctor colegiado real y varios folios para falsificar recetas de anabolizantes ya que, el individuo, también se dedicaba a obtener sustancias anabolizantes de forma ilegal. También se le intervinieron 4.660 euros en efectivo y movimientos de cuentas bancarias donde se aprecia la transferencia de 16.600 euros.
Los investigadores constataron que no se encontraban ante un delincuente ocasional, que ya había sido arrestado en nueve ocasiones por delitos similares, si bien destaca su detención en marzo de 2010 por un delito de malos tratos físicos en el ámbito familiar. En el momento de su arresto, sobre el joven pesaban siete requisitorias judiciales, de las cuales, dos de ellas siguen en vigor. El pasado día 25 de septiembre pasó a disposición judicial (la investigación la lleva el Juzgado de Instrucción número 39) e ingresó en la cárcel de Soto del Real.
«No me fiaba pero les di 358 euros»
Faustino González, vecino del barrio del Pilar es uno de los afectados por la estafa de la falsa compañía de los revisores de gas. «Me extrañó cuando me pidieron tanto dinero y no quería dárselo pero mi pareja me convenció» y los técnicos se acabaron llevando de su vivienda casi 400 euros en efectivo. Sin factura de por medio. Eso sí, les aseguraron que eran de una empresa de Parla, lo cual no era del todo incierto. Faustino denunció lo ocurrido cuando llamó al teléfono oficial de la compañía del gas y les aseguraron que no se trataba de ellos. Es sólo un afectado más.
El revisor de Villaverde ya duerme en Soto
Viendo su planta es evidente que se la «colaba» a la mayoría de los ancianos. Su tarjeta «acreditativa» de Endesa y los modelos de contrato que llevaba siempre encima aportaban aún más credibilidad a su personaje. Cuando hablaba, haciendo gala de su manejo de lenguaje técnico y su amabilidad, lo bordaba. Todos caían. Pero detrás del «angelito» de Villaverde se escondía alguien sin escrúpulos que no se conformaba con estafas de 60 euros. Se hacía con las tarjetas de crédito de sus víctimas y les vaciaba las cuentas a base de transferencias de miles de euros. Ya está en la prisión de Soto.
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