Sucesos
El guardia civil que mató a su mujer: «Jugábamos con el arma»
Tomó la palabra por primera vez ante la Sección 27 de la Audiencia Provincial y, aunque forme parte de su estrategia de defensa, tuvo el mal gusto de detallar que Sonia y él utilizaban su arma reglamentaria «eróticamente», que se la pasaban por el cuerpo y que jugaban a apuntarse y dispararse de broma en medio de juegos sexuales. Nada que viniera a cuento o justificara que, en un momento dado y sólo según su versión, Sonia la cogiera para quitarse la vida. Ocurrió ayer, segundo día de juicio celebrado en la Audiencia de Madrid contra Raúl Romero, un guardia civil acusado de matar a su mujer en su casa de Aranjuez en mayo de 2013 y simular que era un suicidio. «Siempre le gustaron mucho las armas, quería ser militar», explicó el único imputado por la muerte de la joven de 31 años, que trabajaba como enfermera en el Hospital del Tajo de Aranjuez. Lo hizo para explicar por qué tenía el arma reglamentaria en casa a pesar de estar él de baja médica cuando ocurrieron los hechos.
Al órgano judicial acudieron ayer los familiares de ambos. La familia de Sonia, con una foto de la joven, clamaba justicia y, mientras que el Ministerio Fiscal pide 20 años de cárcel por asesinato, la acusación particular solicita otros cinco más por no intentar reanimarla después de, según él, escuchar la detonación y encontrarla en el dormitorio. Él sostiene que sí lo hizo y, entre sollozos, aseguró que estaba agonizando. Sin embargo, su cuerpo estaba ladeado cuando los sanitarios del Summa llegaron al lugar del suceso, mientras que para practicarle las maniobras de reanimación –se supone que él, como guardia civil, es conocedor de la materia– el cuerpo debe estar situado boca arriba. Precisamente el técnico del 112 que atendió a la llamada de emergencia de Raúl porque «su mujer se había suicidado», destacó ayer en declaración judicial que no olvidará la conversación, ya que le dio la impresión de que ese hombre podía haber matado a su mujer: su actitud era de «pánico y arrepentimiento». «No hacía caso a las instrucciones. Le vi muy tranquilo, como si fuese algo natural», explicó el técnico, que recordó el «aterrador» llanto de una niña que se oía de fondo en la llamada. El médico que atendió a Sonia explicó que encontró a la mujer recostada sobre el lado izquierdo pero con la cabeza hacia arriba, lo que es incompatible con que hubiese sido reanimada, y junto a un gran charco de sangre coagulada y reseca, lo que indicaba que hacía más de veinte minutos que había muerto.
También declararon ayer varios testigos, que negaron que Sonia fuese infeliz o quisiera suicidarse. Simplemente quería separarse de su pareja y lo iba a hacer de forma inminente, aseguraron.
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