Arganda del Rey
Guerra a la «basuraleza»
Entornos como la Sierra de Guadarrama se encuentran llenos de residuos esparcidos por el ser humano.
Entornos como la Sierra de Guadarrama se encuentran llenos de residuos esparcidos por el ser humano.
«A parte de cariño, esta montaña no necesita nada más de lo que usted trae», reza un cartel de cartón ubicado en el Parque Nacional de Guadarrama. Se trata de una foto que alcanzó más de 5.000 retuits y cientos de apoyos en las redes sociales. Pero a Carmen Marín no le parece suficiente. «Basta de limpiar conciencias y limpiemos el bosque», reivindica a LA RAZÓN esta voluntaria de la agrupación madrileña de «Amigos de la Tierra», una organización internacional centrada en buscar alternativas de desarrollo sostenible. «No es malo acudir a las redes sociales para llamar a la reflexión», aclara, «pero mejor es acudir a limpiar las zonas verdes. Sólo abandonando el sofá se puede impulsar un cambio».
De media, cada madrileño generó 368 kilogramos de residuos en 2017, según cifras del Consistorio. Pero de acuerdo con un estudio de Ecoembes, cada habitante de la región vertió a los contenedores sólo 35,3 kilogramos, es decir, el 9,6% del total generado. Las cifras arrojan malos resultados en el medio urbano y, según las distintas agrupaciones ecologistas consultadas, la situación se agrava en el paraje natural. «El problema es que el Ayuntamiento no tiene medidores en el campo, así que el problema queda invisibilizado», advierte Marín.
Lo cierto es que la gestión de los residuos urbanos es uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las grandes ciudades. Marín insiste: «En el imaginario colectivo del madrileño el campo ocupa un lugar idílico, limpio y fresco. Pero, poco a poco, está dejando de ser así. No hay cifras, sólo consecuencias».
Y éstas sí que son tangibles: Bolsas de plástico, vidrios, papeles, colillas, toallitas... En efecto, «algunos sitios parecen verdaderos vertederos», describe Pedro Noguera. Es el líder de una cuadrilla de voluntarios de Territorios Vivos, una asociación que desarrolla el «Proyecto Ríos» en la Comunidad desde 2007. Se trata de una iniciativa de voluntariado ambiental que busca acercar a los ciudadanos a los ecosistemas fluviales para contribuir a su conservación a través de la limpieza de los ríos y sus márgenes. ¿Su ritmo? 500 metros de cauce, dos veces al año. A día de hoy, llevan 40 kilómetros. «Hay tramos del Manzanares en los que su fauna peligra por intoxicación o porque pueden quedar atrapados entre plásticos», advierte Noguera.
LIMPIE SU METRO CUADRADO
Armados con bolsas de plástico de ocho kilos de capacidad, piquetas para hincar latas y guantes de látex, y «unidos por una causa común», casi 3.730 voluntarios decidieron luchar el pasado 16 de junio contra la diseminación de residuos en los entornos naturales de la provincia. Bajo el lema «1m² por la naturaleza», esta actuación local estuvo enmarcada en la segunda recogida nacional de «basuraleza» –basura en la naturaleza– promovida por Libera, de la organización conservacionista y ambiental SEO/BirdLife, en alianza con Ecoembes.
El fenómeno está tan generalizado en entornos rurales y costeros de todo el mundo que incluso tiene nombre propio: «Littering» (del inglés «litter», basura). Sin embargo, «cuando nos enfrentamos a la problemática con un anglicismo que no se entiende, tampoco se entiende esa problemática», explica la coordinadora de Libera, Sara Güemes. «Para que la ciudadanía entienda que hay un problema, necesitamos ponerle nombre». De ahí surge el término «basuraleza»: los residuos generados por el ser humano y abandonados en la naturaleza.
«Si hay una forma de concienciar desde la participación es animar a la gente a salir al campo y limpiar lo que nadie debía haber ensuciado en primera instancia», expresa Güemes.
«Lo que se pide a los ciudadanos es que recolecten los desechos de al menos un metro cuadrado de naturaleza porque, si cada madrileño limpiase la basura esparcida en tan sólo esta porción de superficie, estaríamos limpiado más de seis millones de metros cuadrados; esto es, más de lo que miden todos los parques naturales de Madrid», asegura el consejero delegado de Ecoembes, Óscar Martín.
«Al final, lo que queremos es dar a conocer esta amenaza e implicar a toda la sociedad madrileña, de la que ya obtuvimos una respuesta muy positiva el pasado año», afirma Martín. En su primera edición, «1m² por la naturaleza» congregó a 307 voluntarios en la capital –de los 5.000 que participaron en total– . Este año, la participación de los madrileños se ha incrementado en un 1.215 por ciento.
Los desperdicios fueron reunidos en más de 75 puestos de limpieza instalados por toda la provincia, como la Casa de Campo, la Sierra de Guadarrama, el Puerto de Navacerrada, el Monte de los Ángeles, el Embalse de los Rosales, el Centro de Educación Ambiental Bosque Sur, el Parque de las Pilas de Navazo, el Puerto de Canencia, el Parque Emperatriz María de Austria, el Parque La Dehesa de Arganda del Rey, la Laguna del Campillo o el Parque Norte Carmen Tagle.
El apoyo empresarial también resultó esencial y, como preludio a la quedada, 500 empleados de L’Oreal España recogieron 2,5 toneladas de basura en la Comunidad, repartidas por diferentes zonas naturales como Boadilla del Monte, El Pardo y Aldea del Fresno.
«El objetivo final es que los madrileños no tengamos que salir ningún 16 de junio más a limpiar nuestros espacios», confiesa la coordinadora de Libera. Por su parte, la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, afirma que «no se trata de marcar una fecha en el calendario» y que esto es sólo «un paso más en el camino hasta alcanzar un modelo verdaderamente circular en el que todos los residuos vuelvan al sistema en forma de recurso». «Para lograrlo, la concienciación es la clave», insiste «y para concienciarnos, nada mejor que ponernos los guantes y salir al campo a librar de “basuraleza” el mayor número de metros cuadrados que podamos».
A pesar de los esfuerzos de las organizaciones, la acumulación de basura en los campos es alarmante. Desde «Paisaje Limpio» señalan que quienes ensucian los parajes naturales «no cuentan con una disciplina firme ni una conciencia sólida de su responsabilidad para con los demás y para con su entorno».
No se trata de personas que generen problemas de desechos incontrolados por mala fe, sino por «comodidad»; si no encuentran a su disposición inmediata los medios para deshacerse correctamente de sus residuos, «no tienen particular remordimiento en abandonarlos en cualquier parte. En cambio, aprovechan dichos medios si los tienen a mano». Desde el adolescente que tira una botella o una lata vacía al adulto que descarga el cenicero por la ventanilla, «no existe un prototipo del generador de residuos», concluyen. Eso sí, todos confluyen en un punto común, en el más simple y conocido de los pecados: la pereza. Así, la solución, al final, no reside en la limpieza a posteriori, sino en la prevención anterior.
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