Operación Policial
Los alunizajes pierden fuelle y caen a la mitad
Hasta el 1 de junio se produjeron 44, casi la mitad que durante el mismo periodo del año pasado. La acción policial ha llevado a los ladrones al método del butrón, que les da más tiempo para el robo
MADRID- En la cuna de los aluniceros, la zona de Las Torres de Villaverde Alto y barrios como el de Palomeras, en Vallecas, ya no se estila tanto la conducción temeraria desde los 12 años para aprender a escapar de la Policía. Estas calles, que a lo largo de los años han sido «sede» de esas «academias de calle» en las que se aprende a delinquir de la mano de los «héroes» del barrio, los mejores aluniceros de España están últimamente más tranquilas. El alunizaje está de capa caída. Es escandaloso y la huida posterior, peligrosa. También implica la comisión de otro delito previo, que es el robo de un coche de alta gama con el que poder ganar sin problemas una carrera en caso de una persecución policial. Muchos, no obstante, han decidido pasarse al butrón, más discreto y con mucho más tiempo de actuación para la comisión y la huida.
Por todos estos motivos, y porque han caído muchas bandas de «aluniceros» gracias a la acción policial impulsada desde la Delegación del Gobierno en Madrid, los alunizajes han descendido este año casi a la mitad.
Hasta el 31 de mayo de 2013 se habían contabilizado 44 alunizajes dentro de la demarcación de la Policía Nacional en la región, según fuentes policiales. Una buena cifra si lo comparamos con los 84 del mismo periodo de 2012 y aún mejor si lo enfrentamos con la de 2004, cuando se alcanzó el dato récord de 108 alunizajes. Aunque el descenso es notable, muchos delincuentes siguen empotrando un vehículo contra la luna de un comercio. Muchas veces el golpe no es tan efectivo y completan la rotura del cristal con mazas e incluso alcantarillas o papeleras arrancadas del mobiliario urbano. Los comercios más afectados son las joyerías, tiendas de telefonía móvil y boutiques de moda y complementos. La Milla de Oro de la capital, sigue siendo la zona favorita de estos amantes del robo y la velocidad. Tiendas como Armani o Prada, ambas en Serrano, han sufrido los estragos del alunizaje este año, ya no sólo por los productos robados, sino por el trastorno de tener que reponer los daños. Algo que no se entiende muy bien es por qué estas boutiques no instalan medidas anti-robo.
Las modalidades son muy amplias, pero parece que aún no se han hecho demasiado populares entre los comerciantes. Mariano González, responsable de German Security System, especializados en sistemas de seguridad de alta tecnología, considera que la mayoría de las empresas «prefieren que les pague el seguro» a evitar el robo. «En España hay poca cultura de la seguridad. Como mucho, se instalan alarmas y cámaras de seguridad», explica. Este tipo de medidas son útiles a posteriori (permite identificarles), pero no evitan el robo. «La mejor herramienta del ladrón es el reloj. Si consiguen hacer su trabajo en poco tiempo, no les pillan». Y es que, por mucho que la Policía llegue en tiempo récord, es complicado cazarles. Arramblan con todo en tres minutos y, en caso de cruzarse con la Policía, su victoria en la huida es sencilla. Suelen emplear dos vehículos para la operación: uno muy duro para empotrarlo contra el escaparate y otro más rápido para escapar. Estos últimos, vehículos de gran cilindrada como BMW –los preferidos de los aluniceros–, por lo que además de dominar el volante como nadie, suelen dejar atrás las patrullas policiales: unas Picasso que no pueden ponerse a la velocidad de los coches de alta gama. Aún así, son numerosos los golpes que los agentes han dado contra las bandas de aluniceros. Pero ahí termina el trabajo policial. Una vez que pasan a disposición judicial, el robo con fuerza no suele ser castigado con prisión provisional, por lo que, en el mejor de los casos, el único contratiempo para ellos es pasar la noche de la detención en comisaría. Esa impunidad es el principal problema, un asunto que llevan muchos años peleando desde los gremios afectados, como Hilario Alfaro, presidente del Cocem o Armando Rodríguez, presidente del Gremio de Joyeros de Madrid, ya que este sector ha estado siempre especialmente castigado (las joyerías madrileñas sufrieron en la primera mitad de este año un total de 103 robos. El mensaje de los dos es claro: la multirreincidencia, que aún no se contempla en el Código Penal, debe ser castigada.
Último butrón: el sábado en Palomeque
Dos individuos practicaron la tarde del sábado el último butrón contabilizado por la Policía. Esta clásica modalidad del robo con fuerza, ahora en auge, fue la escogida por dos ladrones para entrar en Palomeque, una mítica sastrería de Tirso de Molina, inaugurada en 1892, situada en la calle Duque de Alba, 5. Accedieron al interior practicando un agujero en la pared de 50 centímetros de diámetro aproximadamente, lo justo para entrar sin problemas. Lo hicieron desde el cuarto de basuras del portal de al lado. Al ser sorprendidos por una vecina huyeron, sin que se haya valorado lo sustraído. Los butrones los suelen hacer en fin de semana para que no se oiga el ruido de la «obra».
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