Teatro
Tomatazos aquí y ahora
«La katarsis del tomatazo» se reinventa en la Sala Mirador de la mano de María Botto el año en el que el montaje cumple 21 años en cartel.
«La katarsis del tomatazo» se reinventa en la Sala Mirador de la mano de María Botto el año en el que el montaje cumple 21 años en cartel.
«Si el Parlamento es un teatro, los teatros deben ser parlamentos». Es el leitmotiv que mueve –y promueve– la Sala Mirador; y, en «La katarsis del tomatazo», hacen buena muestra de ello. «Es la expresión consciente de los fenómenos sociales», cuentan sobre la obra que este año cumple 21 años en escena y que se regenera para continuar en las agendas del público. Dirigidos por la actriz María Botto, los alumnos de la Escuela Cristina Rota van de la mano de sus espectadores. Escuchan lo que estos demandan y, en sus correspondientes números semanales, cuentan aquello que esté pasando en la sociedad. «La gente escucha lo que vive –dicen–. Se expresa lo que la gente piensa y siente. ‘‘La katarsis’’ está muy viva y no tiene límites. Los 40 actores que participan en su creación representan lo que desean contar. Hay 40 almas con diferentes sentires, formas de pensar y visiones del mundo».
Mismo espíritu, diferente contenido. «El formato se conserva, pero la tématica y los actores no y eso le impide perder interés», presenta quien dirige: Botto, que también habla de las transformaciones en su aniversario: «La versión que ahora estrenamos presenta cambios considerables respecto a las de los últimos años. Ésta katarsis se basa en el aquí y ahora, los actores se adaptan mucho más durante la función a lo que están sintiendo y a lo que acontece en el público. Busca el realismo y no tanto crear personajes al límite de otras temporadas. Se escucha más al público que al propio espíritu de los intérpretes. Así conseguimos que sea un espectáculo más fresco y la intención es fomentar la interrelación con los espectadores que están vivos y presentes». Tanto como para tener en su mano –literal– la capacidad visible de expresar su opinión; bien a golpe de aplauso, para dar la aprobación, o a tomatazo limpio, si el gusto choca con los visto.
Si bien esta vez se busca una mayor interrelación con el público, lo que no cambia es la presencia del espíritu político, irreverente, y cabaretero. Números musicales, «playbacks», «sketches» en clave de humor... se unen para recuperar «el carácter popular del teatro, el sentido de fiesta, de circo romano. El objetivo es cubrir el amplio radio de apetencias del respetable referido a la libertad y el derecho de los artistas de poseer diversas actitudes hacia el arte, creándose así un espacio de agitación y controversia», cierran.
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