Vida lenta

Cuando a José Barroso, de pequeño, le mandaban a la cama, él volvía a bajar a escondidas al obrador para ver el ambiente de la campaña del mazapán: “venía mucha gente, había alegría y mucho compañerismo”, nos cuenta. José, quinta generación de reposteros de Toledo, pertenece a una saga que comenzó su andadura en la antigua Casa de la Moneda, en el centro de la ciudad imperial a mediados del siglo XIX. Desde entonces las recetas son las mismas, ha mejorado el proceso, pero hay menos manos de obra disponible -problema generalizado en toda España- y eso dificulta mucho el trabajo para los artesanos. Hablamos de productos que se elaboran de forma manual, con muchos pasos en su proceso, como los cinco baños de huevo en algunos casos, y que llevan ingredientes de primera calidad, como la almendra Marcona o el piñón -siempre nacional-. Corazones, trompetas, nuditos, piruletas, tronadores, frutas, huesos de santos, delicias rellenas de crema… todo tipo de formas, pero quizás la más reconocible de Toledo es la anguila, que de silueta enroscada y de diferentes tamaños ha decorado las mesas de Navidad de muchas familias. Antiguamente, había tradición de regalarle una anguila pequeñita en Reyes a los niños, como de unos 10 centímetros, “todavía las hacemos”, comenta, pero esta costumbre se está perdiendo… al igual que la fabricación del verdadero mazapán. Hay que tener en cuenta que la mayoría de sus clientes tienen de 50 para arriba, esto quiere decir que hay muchas generaciones que no han ni olido un mazapán de verdad. Los dulces de ahora vienen empaquetados como de “Quinta Avenida”, todo minimalista y acompañado de un marketing de lujo, con colas en la puerta y “reels” de Instagram. Tendrían que ver las cajas de Mazapanes Barroso, una alegoría de un obrador del siglo XVI, en tonos azules, réplica de los azulejos clásicos de Talavera que encargó la abuela de José, Dolores, para la antigua fábrica del casco antiguo toledano. Ojalá los niños de ahora descubran el sabor auténtico del mazapán para que cuando sean mayores lo recuerden con cariño y esperemos que no, con nostalgia.