Historia
Uno de los grandes desafíos dentro del mundo del automóvil siempre fue la lucha contra el aire, la resistencia al viento, algo que conocemos como la aerodinámica. Diseñar un vehículo con un bajo coeficiente aerodinámico supone muchas ventajas. El motor puede rendir mejor, reducir el consumo de combustible e, incluso, disminuir el nivel de ruidos cuando rodamos a alta velocidad. Es la lucha de todos los ingenieros en el día a día. Encontrar soluciones en este sentido, un aspecto que ahora, con el desarrollo del coche eléctrico, ha aumentado su importancia ya que la aerodinámica nos puede ayudar a mejorar la dinámica del automóvil e incrementar los kilómetros de autonomía, algo que trae de cabeza a cualquiera que hoy conduzca un vehículo cien por cien eléctrico.
Diseño
Pero esta batalla no es nueva y toda la automoción lleva implicada en esta evolución muchas décadas. Y todo empezó en el mundo de la competición, donde los constructores querían ganar para demostrar su grado de innovación. Hoy ocurre lo mismo en casi todas las categorías del automovilismo. Maserati fue pionera en este sentido con un modelo llamado Boomerang, pura aerodinámica. Se presentó un 9 de marzo de 1972 en el salón del automóvil de Ginebra. Se trataba de un concept car diseñado por el célebre Giorgetto Giugiaro y producido por Italdesign. Lo mejor del dibujo por aquel entonces.
El Maserati Boomerang, cuyo prototipo hizo una aparición fugaz en el Salón del Automóvil de Turín de 1971, se construyó como una pieza única y se presentó durante el Salón suizo de 1972 como un modelo registrado y que podía funcionar perfectamente. La base utilizada por Italdesign (el chasis y la mecánica al completo) fue un Maserati Bora, con un motor en posición central trasera de 8 cilindros dispuestos en V (90º) y 4.719 cc. La unidad podía desarrollar hasta 310 CV de potencia, consiguiendo una velocidad máxima de casi 300 km/h. Contaba con propulsión trasera y una caja de cambios de cinco velocidades. El coupé deportivo biplaza nunca llegó a producción. Sin embargo, dejó un legado de estilo que continuó presente no sólo en las posteriores creaciones de Giugiaro, sino también en otros proyectos, inspirando a varios fabricantes de automóviles en Europa y Estados Unidos. La originalidad del Boomerang, desde un punto de vista estético, quedó patente gracias a su forma de cuña, y sus líneas claras y atrevidas, que transmitían una imagen de penetración, potencia y velocidad. El modelo fue diseñado a través de una línea horizontal que dividía el coche en dos volúmenes, con el parabrisas inclinado y el techo panorámico. Las ventanas de las dos puertas eran realmente originales, y venían intercaladas con una tira de metal. Los faros cuadrados retráctiles destacaban en la parte delantera, junto con las luces horizontales de la zaga. Era extremadamente moderno también en el interior, donde la instrumentación del salpicadero quedaba integrada en un volante sin radios y los asientos tenían una posición muy baja. La única unidad producida del Boomerang también se pudo ver en otros eventos internacionales. Fue pasando de mano en mano, contando con varios propietarios y siendo protagonista de varias subastas, además de ser utilizado en algunos anuncios publicitarios.
Influencia
El Maserati Boomerang, considerado por muchos una auténtica obra de arte, fue una pieza revolucionaria capaz de influir en el diseño de coches posteriores. Así, continuó con la tradición de Maserati como una marca capaz de crear conceptos automovilísticos únicos, coches icónicos y vanguardistas, pioneros en tecnología y estilo. Hoy, diseñar y crear un vehículo cien por cien eléctrico no tiene nada que ver con los actuales de combustión, pero el reto de la aerodinámica se mantiene vivo para lograr mejores datos de rendimiento tanto del motor como de la batería, algo que puede aumentar el confort y la autonomía del coche, sobre todo, en carretera.