Festival de Berlín / Berlinale
¿No murió River Phoenix?
George Sluizer presenta en la Berlinale «Dark Blood», la cinta inacabada del actor
River Phoenix está muerto. De eso no cabe duda. El 31 de octubre de este año se cumple el vigésimo aniversario de su muerte accidental por sobredosis en el club Viper Room de Los Angeles. Dejó inacabada una película, «Dark Blood», del holandés Georges Sluizer, cuyos derechos quedaron bloqueados durante casi dos décadas. Con un agudo sentido de la oportunidad, Sluizer, al que recordarán por el thriller «Secuestrada» y que lleva unos cuantos años en el más absoluto ostracismo, ha pensado que era el mejor momento para resucitar ese material y terminar el montaje. La Berlinale le ha bailado el agua programando su experimento fuera de concurso, y estamos seguros de dos cosas: que quizá, deprimido por el resultado de tan patético filme, Phoenix decidió suicidarse a los 23 años, y que, si se levantara de la tumba, maldeciría el día que firmó el contrato que clavaría una pesada lápida en su carrera.
Y ustedes se preguntarán... Si faltaban escenas por rodar, ¿cómo se lo ha montado Sluizer para presentar una versión estrenable de «Dark Blood»? Muy sencillo: ha tirado por la calle de en medio, y ha contado, con su propia voz y sobre planos congelados del filme, lo que no pudo rodar. Parece que Sluizer le pidió a Joaquin Phoenix que fuera el narrador, pero a éste le faltó tiempo para emitir un comunicado desentendiéndose del proyecto. La idea en sí se mueve entre la genialidad y la tomadura de pelo, pero lo cierto es que si Sluizer hubiera sido capaz de llevarla a cabo con todas sus consecuencias, podría haber resultado, cuando menos, interesante. Imagino lo que habría hecho Chris Marker o Werner Herzog con este material de partida y verdaderamente se me pone la carne de gallina. Pero lejos de ser un ensayo sobre River Phoenix y su abortada fotogenia, o de integrar el «making of» de la película entre la ficción que la sustenta, o de reflexionar sobre las conexiones entre la singular personalidad de Phoenix y su personaje, «Dark Blood» resulta de lo más convencional.
En el fin del mundo
Ni siquiera la fotografía del gran Ed Lachman es capaz de salvarla de la quema. Phoenix interpreta a un tipo que vive en medio de una zona de pruebas nucleares, su mujer ha muerto víctima del cáncer y se prepara para el fin del mundo. Una pareja en crisis (Jonathan Pryce y Judy Davis) aparece en escena, y él decide, en su locura, que refundará la humanidad con ella y se librará de él. Es, simple y llanamente, un thriller psicológico con paisaje marciano al fondo, mal contado, alérgico a la noción de ritmo, completamente inverosímil y que pasa por alto las connotaciones raciales de la historia (el personaje de Phoenix es medio indio). Dice George Sluizer que decidió darle forma después de sufrir un aneurisma y estar al borde de la muerte, pero el resultado final está lejos de la experiencia mística o transformadora.
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